Que
rabia da el enchufado de Ripollés, ¡su puta madre! Sí, ese escultor de truños y
pintor de brocha gorda nacido en Castellón hace un huevo de años. Y allí es
donde obtiene su fuente de ingresos. Ya que es el principal y casi único beneficiario
de encargos artísticos por parte de las instituciones de la zona. Gracias a ese
mecenazgo, el menda obtiene cierto reconocimiento y sobre todo puede vivir de
esto y muy bien.
Haciendo fortuna al resguardo del clan de los Casalesi de Castelló -Carlos
Fabra y su gente-, son míticos sus trabajos para “Marina d’Or (Ciudad de vacaciones)” o en cada uno de los espacios urbanos que fueron quedando libres
en la anárquica y feúcha Castellón durante los últimos veinte años. Es más,
podríamos decir que Juan García Ripollés es a Castellón lo que Santiago Calatrava
a Valencia. Hasta tal punto que podría hablarse de la existencia de “Ripollesland”,
como cada vez más, por desgracia, Valencia es “Calatravaland”.
La
expansión del castellonense no conoce límites. Amenazando con extenderse más
allá de Almenara y que no llegue hasta Orihuela. Sobre todo tras las muestras
de apoyo público al mencionado don Carlo y a sus desmanes, últimamente con el Poc Honorable President de la Cheneralitat de cuerpo presente. Llegando a afirmar que Fabra es el único
hombre honrado de Castellón (¿¡lo qué!?). Así es como el “Beato Ripo”,
como también se le conoce, se congratula con la plana mayor del partido en el
poder. Consiguiendo que, por ejemplo, el Ayuntamiento de Valencia le premie con un encargo para realizar una escultura de grandes dimensiones. La obra en
cuestión, ya acabada e instalada, es el “Homenaje al libro” que está plantado en la
rotonda de Eduardo Boscá próxima al Palau de la Música. Si vivís en
Valencia la habréis visto unas cuantas veces –por desgracia-. Un zurullo
sobredimensionado que más que homenajear a los libros, parece hacerlo al mundo
de las fallas. Siempre y cuando el efímero catafalco con figuras destinadas a ser quemadas la víspera de Sant Josep hubiese sido diseñado por el mismo tipo
que creo a Mr. Potato.
Con todo, no soy detractor absoluto de la obra de Ripollés. No me disgustan todas
sus esculturas, sí sus pinturas y murales que son una puta basura. El problema
es esa poco disimulada connivencia con el poder. Ese ir de artista subversivo, para
luego ser un jodido siervo blanqueador de este régimen de corruptos, arribistas
y crápulas. Y ese tufo a artista oficial del Reino. Un lameculos cuyo único
interés es llenarse los bolsillos a costa del erario público, con la
inestimable ayuda de la peor calaña de políticos que ha parido este país. Que
ya es decir. Y ese es Ripollés.
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