Publicada
en 1996, “Noches de Cocaína” se erige como una de las obras más
importantes de J. G. Ballard si bien, es más reconocido por escribir cosas como “El
mundo sumergido” (1962), “La isla de cemento” (1974), “Rascacielos” (1975), “El
Imperio del Sol” (1984) o “Crash” (1984), las dos últimas llevadas
a la gran pantalla por Steven Spielberg y David Cronemberg respectivamente.
Ya había
leído algo más de este autor, no guardando un gran recuerdo de ello. Pero vaya,
que cedí a la efusiva recomendación de un crítico radiofónico con el cual tengo
ciertas afinidades lectoras. Además, sentía cierta curiosidad por ver el
tratamiento que de sus compatriotas realizaría Ballard. Y lo digo por las
hordas de residentes británicos afincados a lo largo y ancho de la costa
española y portuguesa, que no son precisamente algo de lo que el Imperio
fundado por Isabel I se haya de sentir orgulloso.
Y es
que el libro nos sitúa en uno de esos patéticos residenciales-geriátricos
destinados a guiris octogenarios que copan la Costa del Sol. Sí, esos
poblados fantasmas que siguiendo el modelo Benidorm, constituyen la vergüenza del
litoral español. Prácticamente destruido a causa de la voracidad recaudatoria
de las haciendas locales, siempre dispuestas a conceder licencias urbanísticas
a promotores de medio pelo que se han hecho de oro vendiendo propiedades a esas
gentes provenientes de países sin sol y cuya máxima aspiración consiste en
tumbarse sobre una hamaca y agarrar un cáncer de piel... Para luego tratárselo
en nuestros hospitales públicos, que tiene huevos la cosa.
El
caso es que, en una de esas ubicaciones -Estrella del Mar en la provincia de
Málaga- se produce un quíntuple asesinato del cual se auto inculpa el hermano
de nuestro protagonista. El menda, que es un escritor de guías de viaje, no
dudará en viajar hasta allí con tal de salvar el pellejo del broda'. Pero al
poco de llegar se percata de que las cosas son demasiado extrañas y las
explicaciones demasiado endebles como para no desconfiar de la versión oficial.
Más aún cuando la propia policía le confía que no las tiene todas consigo.
El
tipo pasará rápidamente del habitual recelo hacía las autoridades y la
policía de un país que considera inferior al suyo, a desconfiar de los amigos y vecinos
ingleses, miembros de una idílica comunidad de residentes cuya
vida transcurre entre actividades deportivas y culturales, cocaína, alcohol y
sexo. Unas gentes que saben más de lo que cuentan, porque no están dispuestos a arriesgar su
paraíso particular. Aceptando por tanto que uno de ellos sea el cabeza de turco. Conforme van pasando las páginas, vemos
como bajo la civilizada superficie de Estrella del Mar se esconde un submundo
de crímenes, drogas y sexo ilícito orquestado por una enigmática figura.
Alguien con un poder magnético capaz de arrastrar a cualquiera.
Y
eso es “Noches de cocaína”. Más o menos. Una lectura interesante y sobre
todo muy entretenida.
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