Precedida
de una ristra de buenas críticas y habiendo sido premiada con la Palma de Oro en el último Festival de Cannes -¡la primera película
francesa que lo logra en veinte años!-, se presentó ante nosotros “La clase”, dirigida por Laurent Cantet. Y he de decir que me ha gustado bastante,
la verdad. Pese a sus aires de docudrama y a que se desarrolle, casi por
completo, entre las paredes de un colegio en algún suburbio de París. La cinta
se centra en la labor de un profesor de lengua, que imparte clases a un grupo
multirracial de adolescentes situados en el escalafón más bajo de la sociedad. Y veremos
cómo se desenvuelve entre ellos a lo largo de todo un curso académico. Y es que, lo más interesante en “La Clase” es la figura de ese profesor. François
Bégaudeau, que así se llama el tipo. Siendo además el autor del libro en el cual
se basa la película. Mostrando las dificultades con las que se topa en su día a
día y haciéndonos partícipes, de una forma que me ha parecido muy valiente, de sus constantes contradicciones.
Y es que, lejos de ser una figura ejemplar, el docente tiene una virtud
fundamental: el gran empeño con el que se aplica en la labor de transformar a
sus alumnos en ciudadanos de provecho a través del diálogo.
Seguramente no estemos ante la obra maestra que nos han querido vender. Vale que todo lo que nos llega desde Francia suele estar muy bien
visto por la crítica oficial del Reino. Pero sí creo que es una película estimable. Además, dados
los tiempos que corren, resulta muy necesaria por su sinceridad y honestidad. También por
ese reflejo de la identidad moderna francesa y por extensión - y cada vez más- la española y
la europea. Incluso incorpora un bonito homenaje al mundo de la enseñanza que
quienes se dediquen a ello seguro agradecerán. Como también hay que agradecerles
a los miembros del Jurado del Festival, que nos hayan ahorrado tener entre nosotros a la
enésima obra maestra iraní o afgana premiada en Cannes. Otro punto a favor
de “La clase” xé.
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