Hoy
me ha pasado una cosa muy rara. Cuando me desplazaba entre mi centro de trabajo
y una delegación de la Tesorería de la Seguridad Social,
más o menos a la altura del Pont de les Flors, un enajenado me ha abordado por detrás y sin mediar palabra me ha soltado un puñetazo (que por suerte ha impactado en el esternón y no un
poquito más arriba). No contento con eso me ha cogido violentamente por el
cuello y, ante mi sorpresa, me ha preguntado la hora. Como
comprenderéis el shock ha sido
potente. ¿Me pegas una ostia para pedirme la hora? ¡Ahora comprendo eso de que
el tiempo es oro, macho! El tema es que me he quedado tan flasheado que no he podido reaccionar siquiera. No lo vi venir, tan contento que iba yo en
mi bicicleta melena al viento, silbando para mis adentros alguna cancioncilla de los Band of Horses. Si lo hubiese visto al menos hubiera podido defenderme, esquivarlo o, lo que
hubiese sido más normal dada mi naturaleza cobarde, poner pies en Polvorosa. El
caso es que al final el tipo me ha soltado y ha empezado
a chillarme en toda la jeta: “¡Continúa! ¡continúa!”. ¿Y quien soy
yo para desatender tan imperiosa orden? Así que he cogido los bártulos (entre
ellos la Valenbisi que llevaba) y me
he pirado de allí raudo y veloz, sin tener muy claro si al final
le he dicho la hora o no. ¿Volverme y enfrentarme a él? Ni se me pasó por la cabeza. Ya
sabréis eso de que "el cementerio está lleno de valientes", muchos de ellos por enfrentarse a sonaos como este. Tal vez se tratase de un esquizo o alguién que padece de alguna otra enfermedad mental. O simplemente fuera otro mermado víctima de un “mal viaje” producido por alguna droga de diseño. Por como iba
vestido y por su manera de farfullar, me quedo con esta última expliación.
Y
es que hay que tener cuidado con las dronjas,
que son mu malas. Que a veces le
hacen a uno perder la noción de la realidad y agredir a un pobre ciclista, sin
mayores consecuencias para victima y agresor, o en el peor de los casos te da
por cortarte la pirola y descuartizar a un cordero, acabando postrado en la
cama de un hospital en estado de coma. Esto último no va de broma. Le pasó a Ángel
Atanasov, un joven búlgaro que por culpa del insoportable tedio que asola a
todo adolescente, decidió ponerle sal a su triste vida
colocándose de anfetas. Pero al subnormal se le fue la mano y se volvió majareta en cuestión de segundos. Fruto de ello se
cortó un cacho de polla, le arrancó una oreja a su padre, robó un coche, se saltó un
semáforo en rojo y atropelló a un motociclista, huyó de la policía, le pegó fuego a un pajar, hurtó un hacha,
descuartizó a un cordero, se subió a un poste de la luz y se electrocutó. Que vos ha paregut? No se pueden hacer más cosas en menos tiempo. Aunque no puedo dejar de expresar mi repulsa por una de las cosas que hizo el tal
Ángel. Si el semáforo hubiera estado en ámbar aún, ¡pero mira que saltárselo en
rojo! Menudo tipejo.
Respecto al affaire Atanasov, tan sólo añadir una cosa. Cuando pidáis un colacao en cualquier bar ¡cuidadín! ¡Que sea siempre un sitio de confianza! Que hay gente malísima que te mete drogas y luego pasa lo que pasa, te cortas la pinga y demás... bueno ya sabéis, lo acabo de contar. ¡Que se lo digan a esta niña!
Jajajaja, esperaba como agua de mayo el relato detallado de este incidente. Me descojono, macho. Por supuesto, celebro que el asunto se quedara "solo" en un directo al esternón. Tal y como está la peña casi hay que dar gracias de que el zumbao no te asestara un ladrillazo en la chola o decidiera jugar al fútbol con tus pelotas. En fin, tío, que la merma sigue su avance, imparable, sin piedad. Ayer mismo bajé al bar de la esquina (una joyita benimacletera digna de ver; supera con creces al bareto chinorris pre-conciertero) a comprar tabaco y, mientras introducía las monedas en la máquina, recibí en pleno cogote el impacto de un manojo de llaves que una tipa de aspecto perturbador le había lanzado (con mala puntería) a un desecho del lugar al grito de "Yo no soy ninguna putaaaa". Engendro y engendra se deshicieron en disculpas alcoholizadas, pero el trastazo me lo llevé yo. Debería dejar de fumar.
ResponderEliminarEl caso es que me pegó fuerte el joputa. Y menos mal que iba perjudicado y no atinó pq me llegó a rozar el labio y si me da de lleno me deja KO. Y sí, debes dejar el tabaco, lo de las llaves es una señal. je je
ResponderEliminarjajajaja!! joder Sulo! a tus pies, me habré reído con este post, que un poco mas y bajan los vecinos a reprocharme las caracajadas en horas de siesta. Ya sé que no es caso de risa, pero tio, menuda situación la tuya, que últimamente te crecen los enanos y te cruzas con los mayores exponentes del filldeputisme, y que tremenda historia la del Ángel-ito ese búlgaro. Menudo ejemplar, pero no me dirás tú que si ahora vas en coche y te cruzas al desgraciao ese que va sin reloj en un paso cebra sin testigos, no te saltas el semáforo en ambar eh? jajaja. Fuera bromas, da miedo como está el panorama, macho, menos mal que no se le pasó por la cabeza darte con algo a ese cabrón. Apoteósica también la anécdota de Ivanrojo, está calro que el tabaco perjudica seriamente la salud...
ResponderEliminarAle Iván, ya somos dos, a dejar de fumar ya!!! ja ja ja
ResponderEliminarA/ Txarls
ResponderEliminarDi que sí, macho!!! Últimamente llevo la negra. No sé que coño pasa. Hay una conjura contra mí. Porque, para más inri, esta mañana me he dado una ostia en la ducha de las que te dejan amargado unos días. Vamos, que no voy al médico por vergüenza, ¡creo que me fracturao de culo! La ostia puta, vaya semana de mierda...
Buen finde menda...