viernes, 26 de noviembre de 2010

Made the harbor


Hace tiempo que quería escribir sobre este disco, una de las mejores adquisiciones –sino la mejor- que hice durante mi reciente (+ o -) periplo californiano. Se trata del álbum “Made the harbor” y viene firmado por la banda femenina Mountain man, un trío de Vermont que se presenta ante nosotros con éste, su primer y maravilloso disco, y que no tiene nada que ver con la otra banda de hardcoretas de idéntico nombre. ¡Gracias a Dios!
El disco se editó a mediados de este año que agoniza, y viene a ser una suerte de country-folk feérico cantado a capella por tres chicas llamadas Molly Erin Sarle, Alexandra Sauser-Monnig y Amelia Randall Meta. Una obra desnuda que se presenta sin casi adornos ni instrumentación y en la que destacan sobremanera los preciosos juegos de voces, de los que participan todas ellas.
 
El disco se abre con la deliciosa “Buffalo”, con la que le dan a uno ganas de ir a esa mierda de ciudad conocida por ser el lugar de nacimiento de Vincent Gallo (apunte para LAPOR…  je je je) y poco más. Después viene “Animal Tracks”, el hit single (si es que se puede extraer un sencillo de un álbum tan compacto como éste). Se trata de la canción por la que conocí a estas sirenas, gracias a una recomendación vía Facebook de un conocido residente en la otra parte del mundo. Sin embargo mi favorita del disco es “My heron”, eso sí, en dura pugna con “Loon song”, delicioso corte que tiene la capacidad de ponerme melancólico cada vez que lo escucho… y que me recuerda en algo a Sigur Rós. Con “Mouthwings”, “Soft skin” y “Honeybee” me pasa que creo estar inmerso en alguna ceremonia de la Iglesia Celta. Justo en el preludio de una misa oficiada por el Padre Edwards (David Eugene para más señas). “How’m I doin” también evoca ritos religiosos, pero con una cadencia más propia del gospel (Podría formar parte de la banda sonora de “O’Brother”). Luego van “Dog song”,  o el día que Bonnie “Prince” Billy se puso a cantar con voz de ninfa, “Arabella”, “Sewee sewee” (otra de mis favoritas), “Babylon” (Que no sé porqué, pero asocio a los niños protagonistas de “La cinta blanca” de Haneke) y por fin llegamos hasta “River song”, con la que se cierra el álbum. Tiene esta última la virtud de entroncar perfectamente con el primer corte del álbum. Con ello se cierra un círculo perfecto en lo musical, al cual podría darle vueltas y más vueltas sin llegar nunca a aburrirme.    


En definitiva, “Made the harbor” es una colección de trece cortes que resultan perfectos para estimular el alma y refugiarse en lo más profundo de la mismidad… o para apaciguar los instintos secretos de aniquilación total que embargan a todo ser humano después de un mal día (je je je). Algo que, por cierto, también consigo escuchando los discos de Sun Kil Moon
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PD. Si os lo queréis descargar lo buscáis por la web, está disponible al menos en Mediafire y Megaupload.

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