Eso repite una y otra vez
el personaje protagonista de varias de las catorce historias cortas incluidas en
“Yo también lloré con Terminador 2 (relatos de cerveza-ficción)”, de Carlos
Salem. Bueno, he de matizar una cosa a lo dicho –pronto empezamos-. El libro no
se compone tan sólo de catorce relatos, en realidad hay uno más que hace las veces de introducción. Además este
primero es, a mi parecer, el mejor de todos ellos. Se titula “Apuntes para una teoría de la
cerveza-ficción” y viene a ser una declaración de principios en la que el
escritor hispano-argentino nos da las claves para entender que es eso de la “cerveza-ficción”,
subgénero literario claramente influenciado por la épica tabernaria de Charles
Bukowski (“Esta ronda la pagas tú. La próxima,
que la apunten en mi cuenta”). Así que rectifico, son quince los cuentos incluidos. Y es
una verdadera lástima que los catorce restantes, a excepción tal vez de “Toditos los feos”,
no rallen a la altura de este primero.
Se supone que las
historias funcionan con absoluta autonomía y son auto-conclusivas, si bien el grueso de las mismas
pivota sobre un lugar común, “el Bar de Lola”. Un espacio bastante sórdido en
el cual moran una serie de personajes cuando menos peculiares. Hablo de Poe, el
narrador y protagonista principal de estas historias, Lola la propietaria del antro -un personaje secundario
del que se nos cuentan tan pocas cosas que podría pasar por ser una estatua de mármol o un
jarrón chino-, el trío de tronaos
compuesto por Harly, Rai y Toni, y un par de policías bastante miserables que
responden al sobrenombre de Perro y Gato. Este conjunto de relatos, que como he dicho suponen el grueso de la obra, son de temática
quasi-negra, con un trasfondo marcadamente policíaco. El problema radica en que el personaje de Poe, que
hace las veces de investigador – descubridor de misterios, no es muy verosímil que digamos y a las tramas
en las que se ve envuelto, además de esta última cualidad, les falta una pizca
de intensidad.
Sin
embargo los cuentos en los que Salem se sale -¡toma juego de palabras!- de ese
escenario, son bastante mejores. Por ejemplo “El petiso argentino”, en donde el
autor nos da cuenta del horror nazi en clave argentina, o muy especialmente el
mencionado “Toditos los feos”, en el cual un camarero hastiado
con su vida y resentido con la humanidad decide emprender un macabro juego.
hummm, Carlos Salem: no he leído nada suyo pero juraría que es quien montó en Madrid precisamente el Bukowsky, no? un bar donde se lee y se cuecen cosas gafapastis.
ResponderEliminarpor cierto, Sulo! por una cuestión de ahorro&recorte renuncié a ver a INTERPOL, vaya cagada.. márcate una croniquela, por dió!
ah! y ese grupo que decías que te gusta tanto y te pone melancólico uno que tiene un toque de CRISTAL STILTS, sabes cuál te digo? de repente me he acordado...
bss
Pues puede ser, me casa con el personaje ¿está en Lavapiés?
ResponderEliminarRespecto a las crónicas, si no pasa nada mañana las cuelgo. Es que vine bastante "calentito" del de Interpol y necesitaba aclarar mis ideas (por motivos extra-musicales, aviso de antemano).
Me he perdido en lo de Cristal Stilts...