martes, 16 de noviembre de 2010

"Estoy harto de majaras"


Eso repite una y otra vez el personaje protagonista de varias de las catorce historias cortas incluidas en “Yo también lloré con Terminador 2 (relatos de cerveza-ficción)”, de Carlos Salem. Bueno, he de matizar una cosa a lo dicho –pronto empezamos-. El libro no se compone tan sólo de catorce relatos, en realidad hay uno más que hace las veces de introducción. Además este primero es, a mi parecer, el mejor de todos ellos. Se titula “Apuntes para una teoría de la cerveza-ficción” y viene a ser una declaración de principios en la que el escritor hispano-argentino nos da las claves para entender que es eso de la “cerveza-ficción”, subgénero literario claramente influenciado por la épica tabernaria de Charles Bukowski (“Esta ronda la pagas tú. La próxima, que la apunten en mi cuenta”). Así que rectifico, son quince los cuentos incluidos. Y es una verdadera lástima que los catorce restantes, a excepción tal vez de “Toditos los feos”, no rallen a la altura de este primero.

Se supone que las historias funcionan con absoluta autonomía y son auto-conclusivas, si bien el grueso de las mismas pivota sobre un lugar común, “el Bar de Lola”. Un espacio bastante sórdido en el cual moran una serie de personajes cuando menos peculiares. Hablo de Poe, el narrador y protagonista principal de estas historias, Lola la propietaria del antro -un personaje secundario del que se nos cuentan tan pocas cosas que podría pasar por ser una estatua de mármol o un jarrón chino-, el trío de tronaos compuesto por Harly, Rai y Toni, y un par de policías bastante miserables que responden al sobrenombre de Perro y Gato. Este conjunto de relatos, que como he dicho suponen el grueso de la obra, son de temática quasi-negra, con un trasfondo marcadamente policíaco. El problema radica en que el personaje de Poe, que hace las veces de investigador – descubridor de misterios, no es muy verosímil que digamos y a las tramas en las que se ve envuelto, además de esta última cualidad, les falta una pizca de intensidad.  

Sin embargo los cuentos en los que Salem se sale -¡toma juego de palabras!- de ese escenario, son bastante mejores. Por ejemplo “El petiso argentino”, en donde el autor nos da cuenta del horror nazi en clave argentina, o muy especialmente el mencionado “Toditos los feos”, en el cual un camarero hastiado con su vida y resentido con la humanidad decide emprender un macabro juego.

En fin, no se si recomendároslo o no. Se lee fácil, eso es cierto, pero uno acaba con la sensación de que a casi todas las historias les falta algo. Sin embargo os tengo que decir que mi amigo escritor Ivanrojo -una de las personas a las que más admiro en este mundo- quedó muy satisfecho tras la lectura de “Yo también puedo escribir una jodida novela de amor”, obra anterior de este mismo autor. No sé, haced lo que queráis.   

2 comentarios:

  1. hummm, Carlos Salem: no he leído nada suyo pero juraría que es quien montó en Madrid precisamente el Bukowsky, no? un bar donde se lee y se cuecen cosas gafapastis.

    por cierto, Sulo! por una cuestión de ahorro&recorte renuncié a ver a INTERPOL, vaya cagada.. márcate una croniquela, por dió!
    ah! y ese grupo que decías que te gusta tanto y te pone melancólico uno que tiene un toque de CRISTAL STILTS, sabes cuál te digo? de repente me he acordado...

    bss

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  2. Pues puede ser, me casa con el personaje ¿está en Lavapiés?

    Respecto a las crónicas, si no pasa nada mañana las cuelgo. Es que vine bastante "calentito" del de Interpol y necesitaba aclarar mis ideas (por motivos extra-musicales, aviso de antemano).

    Me he perdido en lo de Cristal Stilts...

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