viernes, 31 de mayo de 2013

The Intelligence, un servidor y el primo de Cristo-pher

Ayer tocó en Valencia un grupazo como The Intelligence y tan sólo eramos 22 personas -contadas por un servidor- viéndoles. ¿Cómo puede ser? Era jueves noche, o juernes* como se dice ahora en neo-lengua, el evento se celebraba en una sala con solera como el LocoClub y el precio de la entrada no era excesivo, 10 euros, menos de lo que cuesta un cubata en según que sitios. Sin embargo por allí no apareció ni Cristo-pher y entre los pocos que fuimos tengo la sensación que más de la mitad entraron por el morro (reconocí a peña de Wau y los Arrrrghs!!! y Los Explosivos) y además, algunos no mostraron demasiado interés por lo que se ofrecía. Que estamos en crisis, eso lo sabemos todos, pero no puede ser que esa sea la respuesta a todas las preguntas. Porque la gente sigue saliendo a gastar y sin ir más lejos, las calles anexas a la sala estaban petadas de peña privando en las terrazas. Que sí, que hay crisis, es verdad, pero no creo que tan solo sea económica. Y siendo grave no es la mayor de las crisis que padecemos.

Enlazando con esto último, hace poco más de un mes el diario El País se hacía eco de un estudio de la Universidad de La Rioja en el que se obtenían conclusiones como estas: 
Los jóvenes españoles consideran la música como algo importante en sus vidas pero la escuchan de una forma superficial, a través de un consumo inmediato y no reflexivo, más individualizado y determinado por las nuevas tecnologías digitales; sin soportes físicos, a través de canales gratuitos en Internet –sobre todo con Youtube– y a partir de canciones sueltas de sus artistas favoritos [...]” 
Y aunque los jóvenes aseguran sentirse más identificados con la música cantada en inglés, los músicos más conocidos son españoles, con Melendi y Estopa a la cabeza. Entre los internacionales, eligen a David Guetta, Rihanna y Coldplay. Además, se les facilitó un listado con medio centenar de bandas españolas y extranjeras para sondear su grado de conocimiento; el 72% aseguró desconocer por completo a Wilco, el 52% a Radiohead y el 49% a Depeche Mode.” 
[...] la situación es parecida a lo que ocurría hace 20 años (...) pero, a diferencia de antes, cuando había que hacer un verdadero esfuerzo, ahora tienen toda la música y la información totalmente accesible a través de Internet. Hay una clara falta de inquietud en ir mas allá, la música representa una especie de ruido de fondo. Hemos visto que aunque Internet es el soporte principal de escucha, al final solo lo usan para escuchar la misma música que emiten las radiofórmulas”.
Y luego está el postureo en todas sus formas, con el hipsterismo vacío de contenido a la cabeza. Sí, esa “nueva” moda que supone que los niñatos se calcen camisetas de grupos que no han escuchado en su vida, o que las niñatas acudan a festivales a lucir el palmito porque es shuuuuper cool, sin importarles lo que esté sonando en los diferentes escenarios. Y eso es lo que hay. Aunque bueno, sin que sirva de consuelo, podemos ver que en todas partes cuecen habas.

Ya para acabar con este tema y por no cargar todas las tintas sobre la plebe, diré que hay otros que también tienen algo de culpa en lo que está pasando. Por ceñirme a lo que ocurrió anoche: ¿era necesario comenzar el concierto a las 23:40 teniendo teniendo en cuenta que estábamos en víspera de día laborable? O sea, programamos el evento a las 21:30, luego, el mismo día lo cambiamos a una hora más tarde y no contentos con eso le decimos a los músicos que retrasen su salida otra hora. ¿Estamos locos o que pasa? ¿Pensabais que con eso la sala se iba a llenar? ¡Que la gente curra coño! Y el que no curra, pues a lo mejor no puede permitirse conciertear o simplemente no está de humor. En fin Serafín, lo dejo... vayamos a lo que interesa.

Como he dicho anteriormente tocaban The Intelligence. Unos tipos de Seattle que cultivan un estilo que les emparenta con gentes como Ty Segall o los maravillosos Thee Oh Sees (de los que os hablé ayer en el último post sobre el Primavera). Venían con su último disco debajo del brazo, “Everybody's got it easy but me”, con el que crítica y público -excepto en Valencia, visto lo visto- han caído rendidos a sus pies. Un disco en el que se incluyen cañonazos como este:
...o esta otro:

Y estuvieron bien, la verdad, pero sin pasarse. Tal vez contagiados por el ambiente frío que se respiraba en la sala, The Intelligence fueron menos de lo son. Estuvieron correctos y sonaron francamente bien pero un poco acartonados. Tan solo hacia el final empezaron a animarse, pero ya era demasiado tarde. Una lástima, porque me molan mucho estos tipos y además su último larga duración es lo mejor que han grabado hasta el momento. Confiemos en que, para la próxima vez que vuelvan, las cosas por aquí sean diferentes. 

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*Comentaba Wittgenstein que los lenguajes privados son imposibles así que, ¿para que coño inventar conceptos incomprensibles? ¿Que mierda es esto del juernes? El jueves es jueves y siempre será jueves, porque si se convierte en viernes pues será viernes y no jueves, ¿no? Hala, hasta luego corazones. 

miércoles, 29 de mayo de 2013

El PS 2013. Algo parecido a una crónica (y II)

[…]

7. Thee Oh Sees (Sábado, escenario ATP)
Glorioso descubrimiento el de estos californianos. Si bien, poco de fortuna hubo en ello. Si a alguien le he de agradecer el deleite que supone escuchar a Thee Oh Sees es a Bboyz quien, en su impagable labor de promoción a todas aquellas buenas bandas que pululan en el planeta, los incluyó en alguna de sus listas de recomendaciones. La banda de John Dwyer ofreció un show de esos que quitan el sentío. Garage y frenesí, ritmo y energía, hitazos suficientes para parar un carro y así hasta cerrar con la increíble “I come from the mountain” y reventar de éxtasis. Y eso que todo estuvo a punto de irse a la mierda cuando, ya en la última parte de la actuación, Dwyer amenazó con irse si un par de mónguers de la primera fila no deponían su actitud.

8. Crystal Castles (Sábado, escenario Ray-Ban)
A ver, su último disco es una auténtica pasada, mientras que los anteriores no pasan de buenos (Punto 1). Y el concierto tuvo mucho de lo viejo y poco del disco nuevo (Punto 2). Así que, aunque tan sólo fuera por eso, la actuación de los Crystal Castles no podía colmar mis altísimas expectativas. Conste que entiendo la opción elegida, dado el perfil mayoritario entre los allí presentes. Pero me da rabia, porque su último disco -mucho más oscuro y pesado- es el responsable directo de mi acercamiento incondicional a la música de estos canadienses. Con todo y con eso no fue un mal show, más bien al contrario. Con un público entregado desde el minuto uno, cuando abrieron con la brutal “Plague”, el dúo de Toronto se dejó la vida para corresponderle. Y esto último lo digo muy en serio. Hasta el punto que pensé que Alice Glass, en su entrega, podía palmarla allí mismo. Y es que la escuálida vocalista de Crystal Castles es un puto torbellino sobre el escenario... ¡y bajo el escenario! La tía se pasó casi todo el concierto lanzándose a un público enfervorizado que, para sorpresa de propios y extraños, no hizo ninguna barbaridad. Al final se despidieron a la francesa (¡mal!), tras unos escasos 40 minutos de actuación que supieron a poco (¡muy mal!) y sin tocar “Insulin” o “Kerosene” (¡¡¡aún peor!!!).

 9. Menomena (Jueves, escenario Vice)
Tras superar iniciales problemas de sonido, la banda de Portland acabó ofreciendo un bolo bastante sólido. Aunque he de decir que las canciones del anterior disco “Mines” sonaron bastante mejor que las de su más reciente “Moms”. Tal vez sea -aunque sólo tal vez- que “Mines” es mejor disco. Je ne sais pas... en este punto cedo la palabra a los menomenistas. Se echaron en falta algunas canciones comoTantalus” y también algo más de chicha en Justin Harris a las voces, que no al saxo donde estuvo genial. Na' que ver con el bataca – vocalista Danny Seim, impecable toda la noche. Eso sí, demostraron ser una de las bandas más interesantes del panorama actual por propuesta musical, que no sé si es muy original, pero desde luego sí muy especial.

10. Toundra (Jueves, escenario Vice)
Intensísimos y agradecidos, como siempre. Durísimos, aunque menos que en otras ocasiones. Se echaron en falta más subidas y vueltas de tuerca al grito del señor Girón. Y las guitarras sonaron un pelín apagadas. Una pena, aunque con la que liaron la última vez que les vi en el Rock City, el nivel estaba demasiado alto como para superarlo. Eso sí, lo pasé bien y la gente con la que iba -algunos de ellos veían a Toundra por primera vez- también. Sin embargo hay que reconocer que su propuesta post-metalera luce más en sala.

11. Neurosis (Viernes, escenario ATP)
Muy bien. Súper intensos. Fueron capaces de crear una atmósfera atronadora como pocas veces he presenciado. Muy emocionante, porque me retrotrajo a otra época de mi vida, más jovencillo y con la cara como una pizza por culpa del acné. Aunque con algo de tristeza, porque descubrí que esa época ya la tengo superada y no sé si quiero volver. A expensas de lo que sienta cuando les vea en algún recinto cerrado, algo más alcoholizado y predispuesto a headbangear, ahora mismo les prefiero en disco.

12. Mount Eerie (Sábado, escenario ATP)
Ufff... ¡Que putada de concierto! Podía haber resultado algo mágico y se quedó a medias. No por culpa de ellos, me refiero a Phil Elverum y a sus chicas, sino de la organización del Primavera Sound. No tiene nombre donde los ubicaron, en al ATP, junto al Heineken y justo a la hora en la que tocaba Adam Green & Binki Shapiro. Por culpa de la proximidad, de la hora y, supongo, del puto aire que corría en nuestra dirección, todo el jolgorio del show de Mr. Green se cargó la actuación de Mount Eerie. El propio Elverum se quejó sobre el escenario, si bien, al final y para que no pareciera que se excusaba, nos agradeció por estar allí a las siete de la tarde presenciando un extraño concierto que, a todas luces, hubiera merecido un mejor trato. Que pena. Me hubiese encantado disfrutar de este Varg Vikernes de la americana en circunstancias más favorables.

13. Guadalupe Plata (Sábado, escenario Ray-Ban)
Aún con el solecito en lo alto y algún atisbo de calor, nos metimos entre el numeroso público para bailonguear con el blues histriónico y machacón del trío de Úbeda. Dejaron bien alto el pabellón, defendiendo con arrebato y pasión su fórmula, tan de moda últimamente. Los tipos tocaron guarro, pero sobretodo con la intensidad que aquellos bluesmen de los años veinte que alcanzaran éxito y fortuna al otro lado del charco.

14. The Breeders (Viernes, escenario Primavera)
Llegamos tarde y por eso tan solo las pude ver/escuchar -bastante alejado y casi de refilón- un ratito de su show remember the 90's. Que alegría verles homenajear aquel álbum tan fundamental para mí titulado “Last Splash”... “drivin' on 9... you could be a shadow...beneath the street light... behind my home..." Morriña de la wena.

15. Dinosaur Jr. (Jueves, escenario Primavera)
Pese a que son uno de mis grupos de referencia, uno de los pocos de su época que aún se mantienen dignamente, es evidente que su mejor tiempo ya pasó. Y sí, vale, ya sé que no he descubierto la pólvora con esta afirmación, pero es que no lo habría tenido tan claro de no haberles visto en este PS. A ver, la sola presencia de J. Mascis en plan guitar hero y de Lou Barlow en plan bass master impacta. Como el hecho de que tan solo tres tipos sean capaces de generar todo ese ruido. Pero me pareció todo como viejuno. Un ejercicio de quiero ser joven y hacer cosas de jóvenes, ¡pero no puedo! Sí, ya sé que en las crónicas se dice lo contrario, que el señor Mascis esta hecho un chaval, así que debo ser yo, que soy bastante miope y no me entero de la misa la mitad. Obviamente debía verles y, probablemente, si se ponen nuevamente a tiro lo volveré a hacer, pero os mentiría si contara que la sensación fue absolutamente placentera. Me alegró mucho el que recuperaran varios de sus clásicos y también que incluyeran esa versión raruna del “Just like heaven” de The Cure. No tanto la patochada de finalizar tocando algo de una desconocida banda de hardcore -de cuyo nombre no quiero acordarme- cuyo cantante subió al escenario para poner las voces (¡¡¡o los gritos!!!)

16. Swans (Viernes, escenario Ray-Ban)
Megadecepción. Un plomazo de concierto. El maravilloso “The Seer” no se merecía una puesta en escena tan pobre. La banda de Michael Gira no estuvo a la altura y desaprovechó el privilegio de ser una de las pocas que pudieron tocar durante más de una hora. A toro pasado tampoco puedo decir que todo me pareciese una mierdaca, aunque no por el concierto en sí, sino porque el material del que partían era tan bueno que siempre queda algo por rescatar. Sin duda uno de los Razzie del último PS.

17. Bored Spies (Domingo, Parc de la Ciutadella)
Insulso, desabrido y hasta tedioso. Y eso que me lo curré de la hostia para, un poco antes de regresar a Valencia, asistir a su performance en el parque. Viaje en balde. Lástima, porque enlatados me habían sorprendido. Eso y que uno le tiene un respeto a Seam, banda que lanzó a la fama a SooYoung Park, miembro fundador de estos espías aburridos que aburrieron hasta a las ovejas.

18. Chucho (Sábado, escenario Primavera)
Chucho mandrango que se diría en mi pueblo. Nunca me apasionaron. Encima sustituían a Rodriguez. Y tocaron en el Primavera y con bastante viento, un escenario que ya de normal suena bastante rarito. Les vi malamente y en tránsito hacia refugios más gratos. En algún momento sonó “Magic” y no estuvo mal.

19. The Jesus & Mary Chain (Viernes, escenario Heineken)
La actuación de The Jesus & Mary Chain puede resumirse en una pregunta que debió rondar por la cabezota de los hermanos Reid: "¡¡¡¿pero que coño estamos haciendo aquí?!!!" Porque los tíos son buenos músicos, sobretodo porque tienen más tiros pegaos que Harry “el sucio”, pero han perdido el alma (si es que alguna vez la tuvieron). Y es que dieron en todo momento una sensación de incomodidad y/o desidia. De estar allí por que hay que estar, trasluciendo incluso cierto mal rollo entre los hermanísimos y el resto de músicos. No hubo canción de su repertorio (que fueron casi todas las grandes), que no masacraran con su pose de mierda. Vale que nunca fueran la alegría de la huerta y vale que su propuesta dista mucho de ser festiva, pero no sé, me esperaba algo más de entrega. Tienes aquello petado de gente que ha venido a verte a ti, así que no procede actuar con ese desdén. "Vergonya, caballers, vergonya!!!" ¿Que ya estáis de vuelta de todo? Pues muy bien chicos, otra vez os quedáis en casita jugando al parchís, haciendo calceta o lo que cojones os guste hacer, mientras nosotros seguimos deleitándonos con vuestros álbumes. Es verdad que, muy al final, intentaron animarse. Pero ya era demasiado tarde.

20. Orchestra Poly-Rythmo du Cotonou (Sábado, escenario Ray-Ban)
No puedo hacer un análisis concienzudo de este concierto porque estuve muy poco tiempo en el. Se supone que daban el toque de multiculturalidad que mucha gente espera de un festival de estas características, haciendo afro-beat con mucha actitud sobre el escenario y altas dosis de entusiasmo. Desde luego el suficiente para que todo bicho viviente se entregase a mover el esqueleto. La pena es que a mí ese rollo no me acaba. Tampoco me gusta el ska, que le vamos a hacer. Como diría Salvatore en "El nombre de la rosa" "penitengiazite".

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Poco más puedo decir del Primavera Sound 2013. Bueno, que me perdí a Savages, a Dope Body y a Django Django por culpa de tardanzas propias y ajenas. Y también a Blur, aunque esta vez fue por culpa del solapamiento horario. Otra vez será.


Y hasta aquí llegó la chapa. El año que viene más. 

martes, 28 de mayo de 2013

El PS 2013. Algo parecido a una crónica (I)

Pues bien, otro año más en el que Suloki, el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo, les va a dar su opinión sobre el mejor festival musical celebrado en este país: el Primavera Sound de Barcelona. Un festival que este año presentaba como platos fuertes a Blur, Nick Cave & the Bad Seeds, Phoenix, The Jesus & Mary Chain, My Bloody Valentine, Animal Collective, The Knife, Fiona Apple, Band of Horses, Tame Impala, James Blake, Wu-Tang Clan, Grizzly Bear y Los Planetas. A algunos les pude ver y a otros no, bien porque no me interesaban, bien porque coincidían en la misma franja horaria con otras propuestas más sugerentes o simplemente porque se cayeron del cartel a última hora. Ese fue el caso de mis venerados Band of Horses, quienes no pudieron volar hasta Barcelona, como estaba previsto, por culpa de los tornados que estos días están asolando gran parte de la geografía de los EEUU.  Una auténtica estafa. Y es que llueve sobre mojado. Ya son varias las ocasiones y las ediciones del PS en las que esto sucede. Encima quienes les sustituyeron fueron Deerhunter (again), en la que vino a ser su tercera participación durante la presente edición del festival (se aplicaría aquello de “no querías caldo…”). Con todo y con eso no fue esta la peor jugarreta de la organización. Más lamentable fue lo de Sixto Rodriguez que, según parece, excusó su asistencia “por motivos de salud”. Unos motivos de salud que, para sorpresa de propios y extraños, no le van a impedir acudir hasta Barcelona un lunes de julio para que aquellos que quieran pagar un extra -of course- vean su show. Eso sí, los chicos del PS compensaron la ausencia del veterano músico de Detroit incluyendo en el cartel a otros veteranos músicos pero de más cerquita, concretamente de Albacete City. Os hablo de Chucho… ¡¿De que vais Primavera Sound?!    

Comparando esta edición del Primavera con la del año anterior he que decir que me ha parecido bastante mejor en cuanto a calidad de grupos, incluyendo a los artistas consagrados y a las bandas noveles. Respecto a la organización tan solo comentar que sigue siendo buena si bien, por causa de la re-ubicación del escenario ATP y la inclusión de una serie de pasillos de seguridad entre este y el escenario Heineken, la cosa estuvo algo más congestionada y por lo tanto la deambulación entre espacios fue algo más incomoda que el año pasado. Aunque la principal pega tiene que ver con el asunto de las cancelaciones/cambios que he mencionado en el párrafo anterior. Una circunstancia que no solo afectó a los conciertos de Band of Horses o Rodriguez, sino también a los de Fiona Apple y DIIV. Como os imaginaréis la cosa fue aún peor para todos aquellos que pagaron la morterada que costaba una entrada de día, para ver unas actuaciones que no se habrían de producir. Y ello sin posibilidad de devolver la entrada y que se les reembolsara el importe pagado. Ahondando en el asunto de las pegas, una muy gorda, quizás la más, es el precio del festival. Excesivo dado los tiempos que corren, como también lo eran el precio de las consumiciones y el fast-food. En este sentido no quiero pasar por alto algo que ya me llamó poderosamente la atención el año 2012: ¿Por qué coño todos los camareros son portugueses? O sea, que con la que está cayendo en este país, con tasas de desempleo que se aproximan al 30% de la población activa, no entiendo como el Ayuntamiento de Barcelona, la Diputación o la Generalitat no insta/obliga a los organizadores a que contraten camareros de la terreta. Y es que a veces uno no entiende hacía donde coño miran nuestros queridísimos representantes públicos.

Y luego estuvo lo del frío, que merecería un capítulo aparte. ¡Cagoendiós que helor! 11 grados y estamos casi en junio. Que alguien se mire esto del cambio climático y se lo haga ver a los mónguers escépticos como Aznar. Te viá dá yo a tí Apocalipsis, mequetrefe... 

Bueno y hasta aquí el buzón de quejas y sugerencias. Ahora vamos a lo que interesa, la puñetera música. Explico en modo ranking (en orden descendiente) lo que me parecieron los diferentes conciertos a los que pude asistir.

1. Nick Cave & the Bad Seeds. (Sábado, escenario Heineken).
Para un servidor este fue el mejor show del festival. Un concierto que, por sí solo, justificó la morterada que costaba el abono del Primavera Sound. No exagero, os lo aseguro, la actuación de Cave y sus malas semillas fue apoteósica, deslumbrante incluso para alguien que nunca ha tenido al predicador australiano entre sus favoritos. Eso es así hasta el punto de que, no hace tanto, le dedique este poco elogioso post inspirado en este otro escrito por Quico Alsedo. Pero rectifico. Perdóname Nick. Soy un converso a tu religión, ¡viva el Dios Nick y la madre que lo parió! Que bestia parda. Cómo se merendó el escenario. Cómo se metió al respetable en el bolsillo, desde los fans a los simples curiosos, desde los escépticos como yo hasta los más incondicionales. Una enorme performance que comenzó de forma sinuosa para alcanzar un crescendo de dimensiones épicas. Y que pedazo banda le acompaña, ¡madre de Dios Señor! Que animales… Ellos solos se bastaron para incendiar aquello y quitarnos el extemporáneo frío. En fin, que no son tantas las ocasiones en las que uno puede decir que un concierto se le ha hecho corto, ¡increíblemente corto! Esta fue una de ellas. Mágico acontecimiento.

2. Titus Andronicus (Viernes, escenario Pitchfork).
...o como una puta mierda de actuación puede acabar siendo algo absolutamente maravilloso. Un puto desastre de coordinación, problemas técnicos a tutiplé, un Patrick Stickles más ronco que un personaje de “El Padrino”, un Julian Veronesi más preocupado en conectar no se qué cosa en no se cual sitio que en tocar el bajo, un sonido general manifiestamente mejorable... pero que más dará, estos tipos saben como hacer de la necesidad virtud. Porque aquello acabó como una fiesta burra en la que todo quisque lo pasa de puta Mulder, botando como locos y coreando como posesos cada uno de las temazos de la banda de New Jersey. Simplemente brutales. ...y graciosos, con un Patrick haciendo sus pinitos en un español raquítico -seguramente aprendido a través del método Maurer gringo- con el que nos echamos unas risas. Muy especialmente en su momento Van Gaal, cargando contra la revista Pitchfork. Ah! Por cierto, el HIT de Titus Andronicus -y lo pongo así en mayúsculas- es No future part III: Escape from no future” y no hay discusión posible. Y es que todos somos unos putos losers y siempre lo seremos. Grandes.

3. Dead Can Dance (Sábado, escenario Ray-Ban)
Dead Can Dance son unos profesionales como la copa de un pino. Unos tipos con una solvencia más que contrastada, con más de treinta años de experiencia a sus espaldas. Pero es que encima de eso, que se les presupone, vinieron a España dispuestos a destapar el tarro de las esencias. Y es que nos ofrecieron un concierto impecable. Venían con su último disco bajo el brazo, pero el repertorio no se limitó a los cortes incluidos en el "Anastasis", sino que acertadamente recurrieron a alguno de sus clásicos. Con ello los reyes de la dark wave consiguieron llenar un escenario en el que no cabía un alfiler. Y eso que, al principio, los fans, los muy fans y hasta los más derrotados tras las dos jornadas anteriores, nos refugiábamos del frío en las gradas del escenario Ray-Ban. Al poco de comenzar ya estábamos todos en la platea... ¡y la grada seguía llena! Porque allí no paró de entrar peña al calor de esas voces maravillosas. El caso es que fui muy fan de estos australianos en mi época gótica, pero luego les dejé un poco de lado. Craso error. No volverá a pasar Lisa. Nunca mais Brendan.

4. Phosphorescent (Sábado, escenario ATP)
El concierto de la banda de Mathew Houck fue una auténtica delicia. Y como no lo iba a ser si abrieron con ese maravilloso himno titulado “Terror in the Canyons”. El acierto en la selección de temas de los de Athens fue absoluto. Desgranaron lo mejor de su discografía, prestando especial atención, como no podía ser de otra forma, a su último larga duración “Muchacho”. Y que voz más bonita tiene el tipo. Lo gracioso es que me quedé a verles de chiripa ya que pensaba acudir hasta el escenario Pitchfork para ver a Liars, pero no pudo ser. Y a Dios gracias. Muy bello. 

5. Dead Skeletons (Jueves, escenario Vice)
¡Guau! Menudo sorpresón el que me llevé con estos islandeses consagrados a las cosas del karma y los rituales de muerte. Apenas si les conocía, más allá de un par de temas incluidos en una compilación de bandas oscuritas de última generación que un amigote me pasó. Venían presentando su último EP, “Buddha Christ”, que sonó de cojones porque está de cojones, aunque algunos no nos hubiésemos enterado. Ecos a la Bauhaus y a otras cositas del universo dark. Y con un front-man llamado Jón Saemundur totalmente entregado a su ritual de música, arte y espiritualidad. Por cierto que en su voz aprecié matices que me recordaban al Jim Morrison más colgado.

6. Tame Impala (Jueves, escenario Heineken)
He leído cosas muy malas respecto a su show en el PS y la verdad es que no lo entiendo. Vale que defender sobre las tablas el que para muchos fue disco del año 2012, no debe ser nada fácil. Amén que eso implica un nivel de exigencia mayor que el que tendría cualquier otra banda con peores referencias. Pero bueno, de ahí ha calificar su actuación como una puta mierda, como que no. Para mí sortearon la mar de bien la alargada sombra de la sobrevaloración y sobretodo, lo que más valoro, es que me lo hicieron pasar muy bien. ¿Que la cara de niño bueno de Kevin Parker no es la más apropiada para la música que hacen? Okey... ¿Que quizá son demasiado ñoños para hacer psicodelia? Pues bien, ¿pero es realmente psicodelia lo que ofrecen Tame Impala? En fin, lo dicho, yo lo pasé teta con sus hits -que son tremendos y sería de necios no reconocérselo-, sus lucecitas psicotrópicas y su impecable sonido. Además los tipos resultaron ser la mar de simpáticos, como cuando nos contaron lo alucinados que estaban tocando por primera vez ante una noria en marcha y con una preciosa luna llena al fondo... Y es que esa noche y en ese lugar, presenciamos una estampa casi feérica. Y la música acompañó. Vaya si lo hizo.   


[...]

miércoles, 22 de mayo de 2013

Última salida para Brooklyn


“Última salida para Brooklyn” es uno de esos libros a los que la etiqueta “de culto” le viene que ni pintada. Vamos, que si no fuese por novelas como ésta podría afirmarse que lo del culto no es más que otro señuelo creado por la industria, para que los lectores adictos al postureo (y otras aves del universo mónguer) nos sintiéramos diferentes y hasta malotes leyendo los productos así etiquetados. Y es que la aparición de “Última salida para Brooklyn” en los escaparates de las librerías de mediados de los sesenta, causó un terremoto cercano a los temidos diez grados Richter. En torno al libro y a la figura de su autor, se agolparon un inmenso caudal de reacciones contradictorias y viscerales que irían desde la más rendida admiración (las menos), hasta el furor ciego (las más). Hasta el punto de que la novela fuese prohibida en Italia o que en el Reino Unido se le condenara por obscenidad, tras un sonado proceso del cual participaron literatos de prestigio como Frank Kermode, John Arden o Anthony Burgess. Ese veredicto fue finalmente revocado en una histórica sentencia que alineó “Última salida para Brooklyn” con “El amante de Lady Chatterley” de D.H. Lawrence y el “Ulises” de James Joyce, víctimas también de la censura de su época.

¿Y a qué tanta historia por un libro? Pues porque es un libro muy burraco sobre maricas, yonquis, prostitutas, travestis y sobretodo mala gente que habita y se siente cómoda en la sordidez, por la que al final llegamos a sentir lástima. Curioso. Y porque “Última salida para Brooklyn” es un libro consagrado esencialmente a la violencia. Pero no a cualquier tipo de violencia, sino a una que nos resulta familiar a todos, la violencia de proximidad, aquella que desgarra a una sociedad carente de amor. A lo largo de seis historias (más la Coda), Hubert Selby Jr desgrana las causas de esa violencia, los motivos de quienes la imponen y la absoluta tragedia de quienes la sufren.

De ahí surgen con violencia –valga la redundancia- varios personajes absolutamente memorables que ejemplifican toda esta miseria. Desde Harry Black, un líder sindical de dudosa moral que en el transcurso de una huelga descubre su homosexualidad, hasta la joven Tralala, la chica con el mejor pechamen de occidente, que rechaza el único amor que se le ofrece para hundirse en la prostitución más chusca -dejándose violar hasta morir por medio centenar de repulsivos personajes de la noche-. También están Sal, Vinnie y el resto de los chicos, matones de poca monta que consagran sus días a trapichear, prostituirse a cambio de alcohol y/o anfetas y, de tanto en tanto, a desplumar algún soldado borracho de paso por la ciudad. O Georgette, el travesti de conmovedoras aspiraciones culturales y su colla de semi-chaperos en caza y captura de algún malote para que les dé lo suyo. Y Tommy y su moto y su boda de penalti y su suegro polaco y el resto de su familia política de mierda que se sustenta gracias a los miserables sueldos que paga la fábrica del barrio. Por último el negro Abe con su enorme Cadillac, su enorme labia y su enorme polla, elementos que lo convierten en una especie de terror de las nenas versión barrio marginal, que no duda en pasar las noches en cama ajena mientras su desarrapada prole se repantiga en un piso de mierda dentro de un complejo de mierda de un barrio de mierda en una ciudad de mierda.

Impresionante obra. Documento atroz de la vida en la zona más salvaje de la jungla de asfalto. Allí en donde se dan cita todos los desechos de la civilización norteamericana.

Por cierto que toda la campaña puritana contra el libro tuvo como resultado el que se vendiera la mar de bien: ¡más de dos millones de ejemplares! Esa condición de clásico instantáneo llevó a que el mundo del cine se interesara, dando como fruto una irregular adaptación dirigida por el alemán Uli Edel en 1989. No es mala y tiene alguna que otra escena de impacto, pero no le hace justicia a este viaje al fin de la noche americana, despojado de grasa”.

martes, 21 de mayo de 2013

Bye bye Special One


No sé si me alegra tanto la despedida de Mourinho como a Carles Villarrubí, actual vicepresidente del área institucional del FC Barcelona, que ha saludado con alegría la marcha de alguien a quien consideraba una auténtica lacra para el fútbol español. Supongo que no tengo el ojo clínico de este perturbado amigo de corruptos y mentor de mafiosillos de alta cuna a la hora de identificar al maligno. Lo que sí sé es que, siendo objetivos, Jose Mourinho no se ha ganado el continuar al frente del club de fútbol más laureado de la historia.

El portugués vino a Madrid en la temporada 2010-2011 para sustituir al chileno Manuel Pellegrini (un tipo sensato al que se debió dejar trabajar durante más tiempo). Prometía resultados inmediatos y también acabar a medio plazo con la hegemonía del Barcelona, cosa que no ha conseguido. En su periplo al frente del Real Madrid ha ganado una Liga, una Copa y una Supercopa, que es menos de lo que ha conseguido el Barça en ese tiempo y lo que es peor, también es menos de lo que han logrado todos los entrenadores que han estado al menos tres años trabajando en el club blanco. Aunque no todo ha sido malo durante el mourinhato. Hay que reconocerle que en su paso por el club de Concha Espina, siempre consiguió que el equipo estuviese entre los cuatro mejores de Europa. Además, más allá de los resultados obtenidos, el Madrid de Mourinho se ha mostrado como un equipo rocoso y competitivo en todas las competiciones disputadas.

Los que me conocéis sabéis que nunca fui mourinhista. Ni tan siquiera celebré su fichaje y fui de los pocos entre el madridismo (al menos entre el madridismo que me toca de cerca). Aunque tampoco sería honrado afirmarme como un ferviente anti- mourinhista. Y es que, según yo lo veo, el técnico portugués también ha hecho cosas bien. Y algunas ni siquiera se le reconocen por culpa de su manera de actuar. Me parece un buen entrenador, con un estilo bastante eficaz aunque no por ello exento de belleza y con una capacidad innata para sumar adeptos a su causa –futbolística y extra-futbolísitica-. Pero también es un tipo bastante desagradable, arrogante, maestro en el (in)noble arte de pisar charcos y dotado de unas formas manifiestamente mejorables. Bueno, eso y que tiene un ego más grande que el sumario de la Gürtel. Alguien capaz de sacar el máximo rendimiento a sus equipos, pero también de comportarse como un auténtico cretino con rivales, periodistas y hasta con sus propios jugadores. Es por esto último que yo no le echaré de menos. Ni yo ni otras tantas víctimas de este polemista profesional. Así que, hasta siempre Jose Mourinho. Que te vaya bonito. Y tanta paz lleves como descanso dejas.

lunes, 13 de mayo de 2013

JFD, un tío loco con la cartera de Interior


El pasado martes y en una rueda de prensa motivada por las detenciones de varios miembros de ETA en Francia, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, afirmó que “el aborto tiene algo que ver con ETA” y se quedó tan ancho. La ocurrencia no revestiría mayor importancia si no fuera porque su autor, el mónguer que veis en la foto de arriba, ¡es el puto responsable de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado!

La cosa es aún más grave teniendo en cuenta que esta salida de pata de banco no es un hecho aislado. Y es que si estudiamos los antecedentes de este supernumerario del Opus Dei, vemos una lamentable trayectoria en la que se agolpan perlitas de esta guisa. El pasado mes de marzo, sin ir más lejos, acometió por enésima vez contra la ley del matrimonio homosexual. Según él lo ve, no puede tener la misma protección que el heterosexual -aka el de toa la vía- porque, entre otras cosas, las bodas gayers no garantizan la pervivencia de la especie. Supongo que, siguiendo esa lógica, el señor Ministro estará en contra de que sujetos estériles se casen y ya puestos buscará que se penalice a todos aquellos que, una vez casados, no estén por la labor de procrear.

Antes he dejado caer que el señor Fernández Díaz es miembro de esa secta fundamentalista cristiana llamada Opus Dei. Y no debería pasar nada porque alguien, incluso un Ministro, haga uso del derecho a la libertad religiosa y de culto garantizado por el artículo 16 de la Carta Magna. El problema es cuando se hace un mal uso del mismo y alguien con semejante cargo y representatividad pone por encima su fe a las leyes que ha jurado respetar y defender. Y es que como al tío no le cabe en la cabeza que dos maromos puedan casarse, pues le da lo mismo lo que diga el Tribunal Constitucional – órgano que ejerce la función de supremo intérprete de la Constitución- que avaló la ley.

Hace tiempo que un amigo me contó una anécdota que ilustra la cerrilidad y el fanatismo del personaje. Arcadi Espada relataba en un artículo, que en un AVE en el que coincidieron el dramaturgo Albert Boadella, el cardenal obispo de Barcelona y el propio Fernández Díaz, este último explicó que en la caída del comunismo habían jugado un papel determinante tanto Ronald Reagan, como la economía ¡y la Virgen de Fátima! Ante la mirada de“no-comprendou” de todos los presentes -incluyendo al obispo- Fernández Díaz se reafirmó diciéndoles que “Sí”, que de hecho ese fue“el segundo secreto de la Virgen de Fátima”. ¿Cómo lo veis?

Y este sujeto es nuestro actual Ministro del Interior. Alguien que no solo cree que una virgen profetizó el final de una ideología, sino que encima se jacta de ello en público ¡y sin importarle quien lo escuche!

viernes, 10 de mayo de 2013

Landa

Alfredo Lander (and Commander)

March 3, 1933 – May 9, 2013

Descanse en paz el hombre. ¡Larga vida al landismo!

lunes, 6 de mayo de 2013

Les revenants

A raíz de este artículo de Emilio de Gorgot en JotDown y gracias al grato recuerdo que guardaba de la película del 2004 en la cual se inspira

…decidí darle una oportunidad a “Les revenants”, serie producida por Canal+ Francia  y que para muchos fue la principal sorpresa televisiva del pasado 2012.

¿Y que me encontré? Pues un producto de impecable factura, impactante por momentos y tramposo pero sin excederse, en el que se plantea qué pasaría si los fallecidos de los últimos años retornasen a la vida y pretendieran recuperar sus antiguos roles. Una historia sobre muertos vivientes con buen aspecto en la que se pone el acento en los pequeños dramas de los protagonistas –vivos y revividos- introduciendo aspectos sociales, religiosos y hasta políticos. Y es que no se trata de la enésima serie/película de zombis (¡y a Dios gracias! …que ya está bien la cosa…), sino de un drama fantástico no exento de momentos de suspense.

Especialmente recomendada para fans de films supuestamente de terror como “Déjame entrar” o “La niebla”. Se sigue con interés y deja buen regusto, al menos en lo que se refiere a la primera temporada. Ocho capítulos que no resuelven todos los enigmas planteados, pero da lo mismo. Una lástima, ya que eso abre la puerta a que se ruede una segunda temporada. Y es que aún con sus interrogantes, hubiese preferido el fantástico cierre del octavo episodio, con esa maravillosa escena que tanto tiene que ver con esta otra:
 Ah! No lo he dicho pero otro de los motivos por los que me atrajo la serie fue este pedazo de banda sonora de Mogwai:


Enjoy… aunque sólo sea de la música.

viernes, 3 de mayo de 2013

Portugal, de Cyril Pedrosa


El Portugal creado por Cyril Pedrosa es un reducto idealizado y poético que le sirve a Simon Muchat, el prota de la historia, para reencontrase consigo mismo. El amigo Simon es un joven historetista que tras un exitoso debut sufre un bloqueo que le impide volver a escribir. Este bloqueo, además, se está llevando por delante su vida sentimental y todas sus ilusiones. Pero un buen día recibirá una invitación para asistir a un festival de cómics en Portugal y será allí, en el país de sus ancestros, donde renacerán en él las ganas de vivir y de crear.

Simon Muchat, de xicotet
“Portugal” es una novela gráfica que se compone de tres actos. El primero, de entorno urbano, nos presenta a Simon y su drama. El segundo, en el que el autor nos traslada a la Francia más rural, sirve de encuentro entre el protagonista, su padre y sus tíos y primos, aflorando puntos oscuros del pasado de los Muchat. En la tercera y última parte, nuestro dibujante se refugia en Portugal para retomar su trabajo creativo y recuperar viejos lazos de sangre.

Es un libro muy bello, un bonito regalo si tenéis alguien a quien regalárselo. Más allá de la historia en sí, un canto intimista y poético sobre la familia, la identidad y la libertad, “Portugal” destaca por su dibujo maravilloso, preciosista, incluso expresionista.

jueves, 2 de mayo de 2013

Primero de mayo


Ayer fue 1 de mayo, día internacional del trabajo, una celebración que arranca de unos incidentes ocurridos en los Estados Unidos hace más de un siglo. En mayo de 1886, en Chicago, se produjeron una serie de protestas pacíficas en respaldo a los obreros en huelga que reivindicaban una jornada laboral de ocho horas. Durante una de las manifestaciones alguien lanzó una bomba a la policía que intentaba disolver el acto de forma violenta. Eso desembocó en una serie de detenciones y un juicio sumario -años después calificado como ilegítimo- contra ocho trabajadores, cinco de los cuales serían ahorcados.

Es por ello el que yo y otros 40.000 manifestantes marcháramos ayer por las calles de Valencia, conmemorando la efeméride y protestando contra las nefastas políticas del Gobierno en materia de empleo, educación, I+D y nosecuantas cosas más. Con todo y con eso hay que intentar no perder la perspectiva y ser consciente de que reclamar un pacto nacional contra el desempleo no significa que podamos desentendernos de otras cosas ocurridas en este mundo cada vez más global y que tienen mucho que ver con lo que conmemoramos cada primero de mayo. Porque da la puñetera casualidad que ese mismo día y a un millón de kilómetros de distancia, cuatrocientos trabajadores del textil han perdido la vida por culpa de las malas condiciones en las que desarrollaban su trabajo. Os hablo de Bangladesh, claro está.

Si os hablo de ese pobrísimo país es porque parte de lo que allí ha ocurrido es responsabilidad nuestra. Vale que la responsabilidad directa es de su gobierno por ser incapaz de imponer una legislación laboral que garantice unos mínimos, pero eso no exime a las empresas y a los gobiernos europeos (incluido el de España), que se benefician directamente de los salarios bajísimos y las jornadas interminables de los trabajadores bangladeshíes. Ni a los consumidores, que también tenemos nuestra parte de responsabilidad consumiendo los productos obtenidos en esas inhumanas condiciones.

Como comentaba Sol Gallego-Díaz en la mañana de la SER, ante ese panorama los consumidores occidentales somos los únicos que tenemos en nuestra mano defender a aquellos trabajadores. ¿Cómo? Pues exigiendo a nuestras empresas que garanticen unas mínimas condiciones laborales en los enormes talleres que tienen por aquellos pagos. Que lo de las 8 horas o el tema de la seguridad e higiene en el trabajo es un derecho nuestro, pero también de ellos. Que el derecho se genera por ser trabajadores, no por haber nacido en Almussafes o en Francfort. Y esa es nuestra responsabilidad de la que nada nos exime. Si nos desentendemos, ¿qué sentido tiene conmemorar el primero de mayo?

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Addenda
Por cierto, que no quiero que se me olvide. En Valencia éramos 40.000 en la marcha. Había gente convocada por los sindicatos, partidos políticos, asociaciones en defensa de la educación, dependientes, colectivos profesionales, asociaciones culturales,  inmigrantes, desempleados, gentes sin filiación ni participación en colectivo alguno… Sí, sí, pero 40.000 manifestantes en una comunidad con casi 800.000 parados. Que sí, que sí, que ya lo sé... que excusas podemos poner mil y una e incluso algunas serán súper razonables, ¡pero 40.000 vs 800.000! Me debato entre el sarna con gusto no pica y el que cada palo aguante su vela, pero como diría un buen amigo: “a dormir a casa valent”.
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