miércoles, 22 de abril de 2009

Déjame entrar


Seguramente habréis visto la imagen en diferentes lugares: El joven actor Kare Hedebrant cuchillo en mano, en una perturbadora escena de la película “Déjame Entrar”. La verdad es que el cartelito promocional, que pende de cientos de mamparas de la EMT, ha surtido efecto. Las salas valencianas se llenaron durante el pasado fin de semana para ver el estreno de la aplaudida cinta sueca de vampiros, dirigida por Tomas Alfredson. Y es que está muy bien elegido, reconozcámoslo. Porque si hay un adjetivo que defina esta revisión del género en clave amable es precisamente ese, perturbador.

Muy alabada por crítica y público, el film viene precedido de los premios logrados en más de veinticinco festivales, entre ellos Sitges, donde se ganó una sonora ovación. Como ya he dicho la historia es de vampiros, pero no sólo eso y ni siquiera principalmente. El protagonista es un chaval tímido que vive en un suburbio de Estocolmo. Su vida transcurre en absoluta soledad, sin amigos, con una madre que está siempre trabando y un padre ausente. Eso hasta que se hace amigo de una misteriosa vecina de su edad, cuya llegada al bloque de viviendas coincide con una serie de misteriosas muertes.

Dos grandes aciertos de la película son, por un lado, el deprimente telón de fondo: Estocolmo a principio de los ochenta, predominado por un ambiente color gris plomizo, con un paisaje absolutamente nevado e inmerso en un silencio absoluto. Además de las duras condiciones sociales, el acoso escolar y la violencia gratuita… Por otro parte el ritmo pausado que el director le ha imprimido a la película, complementado con una banda sonora de corte clásico.

De todas formas, una advertencia para aquellos que la vayáis a ver: No es esta una película de terror al uso, como podría deducirse tanto del cartel como del tráiler promocional. Como he mencionado más arriba hay vampiros y sangre, pero no es lo más importante. Creo que Alfredson -basándose en la novela de John Ajvide Lindqvist- ha dibujado una historia de outsiders luchando contra un mundo que no les comprende. También nos habla de la amistad, del sufrimiento y hasta de amor romántico. Precisamente es la difícil amistad entre los protagonistas, que ha de pasar por encima del lógico temor y la desconfianza, lo que salva a ambos. Regalándonos un bonito y esperanzador final.

Trabajo interesante y sobre todo, muy diferente a lo que nos suele deparar este género plagado de depredadores nocturnos.

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