Seguramente
habréis visto la imagen en diferentes lugares: El joven actor Kare Hedebrant
cuchillo en mano, en una perturbadora escena de la película “Déjame Entrar”. La
verdad es que el cartelito promocional, que pende de cientos de mamparas de
la EMT, ha surtido efecto. Las salas valencianas se llenaron
durante el pasado fin de semana para ver el estreno de la aplaudida cinta sueca
de vampiros, dirigida por Tomas Alfredson. Y es que está muy bien elegido, reconozcámoslo.
Porque si hay un adjetivo que defina esta revisión del género en clave amable es
precisamente ese, perturbador.
Muy alabada por crítica y público, el film viene precedido de los
premios logrados en más de veinticinco festivales, entre ellos Sitges, donde
se ganó una sonora ovación. Como ya he dicho la historia es de vampiros, pero
no sólo eso y ni siquiera principalmente. El protagonista es un chaval tímido que
vive en un suburbio de Estocolmo. Su vida transcurre en absoluta soledad, sin
amigos, con una madre que está siempre trabando y un padre ausente. Eso hasta
que se hace amigo de una misteriosa vecina de su edad, cuya llegada al bloque
de viviendas coincide con una serie de misteriosas muertes.
Dos grandes aciertos de la película son, por un lado, el deprimente telón de
fondo: Estocolmo a principio de los ochenta, predominado por un ambiente color
gris plomizo, con un paisaje absolutamente nevado e inmerso en un silencio
absoluto. Además de las duras condiciones sociales, el acoso escolar y la
violencia gratuita… Por otro parte el ritmo pausado que el director le ha
imprimido a la película, complementado con una banda sonora de corte clásico.
De todas formas, una advertencia para aquellos que la vayáis a ver: No es esta
una película de terror al uso, como podría deducirse tanto del cartel como
del tráiler promocional. Como he mencionado más arriba hay vampiros y sangre,
pero no es lo más importante. Creo que Alfredson -basándose en la novela de John Ajvide Lindqvist- ha dibujado una
historia de outsiders
luchando contra un mundo que no les comprende. También nos habla de la amistad, del sufrimiento
y hasta de amor romántico. Precisamente es la difícil amistad entre los
protagonistas, que ha de pasar por encima del lógico temor y la desconfianza, lo que salva a ambos. Regalándonos un bonito y esperanzador final.
Trabajo interesante y sobre todo, muy diferente a lo que nos suele deparar este género plagado de depredadores nocturnos.
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