Me ha costado Dios y ayuda dar con un ejemplar de
esta novelita policíaca protagonizada por Jack Taylor, el detective privado y
ex – policía protagonista de la serie creada por el irlandés Ken Bruen. Y
pensareis: “¿coño, a Santo de qué tanto
interés por agenciarte ese libro?”. Pues simplemente por tratarse de una de
las escasas tres recomendaciones que Don Winslow, el autor de la magnánima “El poder del perro”, realizó en el
curso de la entrevista digital que concedió a El País hace un par de semanas. Y para un servidor, a día de hoy y
mientras no me defraude, lo que diga el señor Winslow va a misa.
El libro comienza con el amigo Jack Taylor siendo expulsado
de la policía por su incurable alcoholismo. O más bien por emborracharse y no
saber controlar sus instintos violentos, en especial contra los ilustres representantes
de los poderes establecidos de su ciudad. Esto último será lo que
verdaderamente le cueste el puesto. A partir de ese momento, sin trabajo, sin
familia y sin expectativas, Taylor se arrastrará por todos los bares de su
ciudad natal, Galway. Pues bien, será en uno de esos míticos pubs irlandeses, entre tragos de Jameson y pintas de Guiness, cuando nuestro protagonista decida convertirse en detective
privado. Llevado por los efectos euforizantes propios de la ingesta masiva de alcohol,
a Taylor le dará por pensar que él, con sus años de experiencia como policía, podría llegar a ser el Sherlock Holmes local.
Y todo empieza a tener sentido cuando una angustiada madre decide confiarle la
investigación de las circunstancias del suicidio de su hija. Lo que en un principio
parecía un caso sin aparentes complicaciones, muy pronto y con el desarrollo de
las primeras pesquisas, se revelará como algo mucho más complejo. Y con profusión de corruptelas y otros elementos sordidos.
Con todo, la gracia del libro radica en no ser lo
que aparentemente es. O sea, que no es exactamente lo que entendemos por una novela
negra o policíaca. Vale que el personaje de Jack Taylor responde al arquetipo
de antihéroe cínico, autodestructivo y duro como una roca tan habitual del hard boiled clásico y su correspondiente
versión cinematográfica: el film noir.
Pero en esta ocasión la historia policíaca o detectivesca no es lo primordial,
sino que actúa más bien como un MacGuffin
sin apenas relevancia. Una mera excusa argumental que nos permite acceder a
las interioridades de un ex policía en
plena bajada hacia los infiernos del alcoholismo, con sus anhelos y sus
miserias y con millones de pecados por expiar. Ok hay un caso, pero termina siendo del todo secundario. De hecho,
casi desde el principio sabemos en que va acabar todo. Y lo poco que hay por descubrir
se nos desvela en los dos primeros capítulos.
Si a eso le sumas que está escrita con mucha gracia
(casi toda en forma de diálogos, en ocasiones muy ingeniosos) y que abundan los
“homenajes” bibliográficos, apuntes musicales y cinematográficos (que en contra
de lo que pudiera parecer, no van en detrimento de la obra convirtiéndola en un
ejercicio de pedantería e impostura intelectualoide), tan sólo puedo concluir diciendo
que la novela me ha gustado mucho. Por cierto que, en relación con el tema de
los “homenajes”, alguno de los libros citados por Bruen tienen muy buena pinta,
así que, por si logro encontrarlos, permanezcan atentos a sus pantallas… próximamente en
su bitácora favorita.
Por todo lo dicho, porque lo que se cuenta es muy
interesante, por que es lúcida, sintética y corta y ya se sabe que “lo bueno si breve dos veces bueno”, os
recomiendo encarecidamente la lectura de “Maderos
– Un caso de Jack Taylor”.
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“Nunca tuve intención de matarle.
Se abusa más allá de lo tolerable de una expresión
corriente: Me dejé llevar. Se utiliza para disculparlo todo desde
las palizas conyugales
hasta
conducir borracho.
Bueno, pues me dejé llevar. Lo que empezó como un
ejercicio de intimidación acabó en asesinato.”
¿Se llama maderos tal y como llamamos a nuestro amado cuerpo de seguridad en barrios como el mío?
ResponderEliminarLa verdad es que tiene buena pinteja!!!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuchísimas gracias!!!
ResponderEliminarNo me gusta la novela negra como tal, aunque me interesa como recurso (véase Detectives Salvajes, Dejen todo en mis manos, de Levrero, etc, etc...)
Así que me lo bajo.
PD. Willy Toledo es mediocre como actor,productor, activista y persona.
Me gustaría que se fuera a fumar unos porrillos a Cuba y que le echaran 10 años, que es lo que le ha caído a un cubano amigo mío por compartir unas hierbitas