Cuando me fijé en que este libro se titulaba “Ojos
violeta”, lo primero que me vino a la mente fue una bellísima estampa de los ojos de
Elizabeth Taylor, otrora estrella del firmamento hollywoodiense, hoy día coleccionista profesional de maridos. Pero “Ojos violeta” no va de eso. Ni siquiera tiene algo que ver con la Taylor o con sus decenas de maridos y amantes. Aunque, a la vista del resultado, tal vez hubiera sido mejor.
El título hace referencia a una novela escrita en el 2004 por el norteamericano Stephen Woodworth y que me acabo de leer. Uno de los últimos lanzamientos editoriales incluidos dentro de la colección roja & negra, de la editorial Mondadori. Magnífica serie literaria dirigida por Rodrigo Fresán, a la que
debemos el habernos dado a conocer obras extraordinarias como “El poder del perro”, de la que ya os he
hablado unas cuantas veces, o “Delitos a largo plazo”. Sin embargo, en esta ocasión no han estado muy acertados.
El
rollo que se gasta Woodworth consiste en mezclar novela negra con ciencia
ficción. Aunque al final se queda en una paja mental sin gracia ninguna, muy
prototípica en cuanto a su desarrollo y fatalmente resuelta. De hecho, por la
forma, que no por el fondo, me ha recordado a la horrorosa “No se lo digas a nadie” de Harlan Coben, uno de los peores libros
que me he leído en mi vida, pese a que, de forma inexplicable, goza de buena
consideración entre cierto sector de la crítica literaria. En esta ocasión tenemos
a un asesino en serie que se dedica a eliminar a los “Violetas”, un colectivo de seres humanos que están dotados de la capacidad
de albergar las almas de los muertos. Se trata de humanos nacidos con
habilidades psíquicas especiales, que ayudan a resolver crímenes actuando como
médiums o canales de los muertos. El signo que los distingue es, precisamente, sus
ojos de color violeta, bien bonitos, como los de la Taylor.
Es
aquí donde aparece Dan Atwaker, un agente del FBI que, auxiliado por la “Violeta ” Natalie Lindstrom, se las ingeniará
para dar con la pista del violeticida.
Mientras lo consigue, iremos descubriendo las oscuras motivaciones de nuestro
amigo el asesino, que todo sea dicho, son más simples que el mecanismo de un
chupete. Por supuesto que, al final, lograrán detenerlo antes de que concluya su
previsible plan.
“Ojos violeta” es el primer volumen de la tetralogía fantástica que Woodworth
ha dedicado al universo de los “Violetas”,
su “gran aportación” al mundo de la literatura. Los chicos de Mondadori aseguran la publicación de los tres tomos que continúan
la serie y que se titulan “Manos
rojas”, “Sangre dorada” y “Habitaciones negras”. A mí
que no me esperen. Ya he tenido suficientes “Violetas” para lo que me resta de
vida. Vamos, que si el asesino hubiera conseguido completar su plan maestro, no
dejando ni un “Violeta” sobre
la faz de la Tierra, no me hubiese importado lo más mínimo. Y es que ya lo decía la canción: “Violeta bueno, Violeta muerto".
Menudo truño de libro.
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PD. Lo único medianamente
interesante, es que gran parte del libro se desarrolla en San Francisco. Aunque da
bastante risa el retrato simplón que da de Tenderloin, el barrio de los malos
malosos…. Uuuuuuuuuuuhhhhhhhh!!!
PD II. Nunca mais.
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