lunes, 7 de marzo de 2011

Bulshiterismo

Me encanta este palabro inglés que se refiere a cualquier uso falso, engañoso o doble del  lenguaje. Utilizada generalmente en un sentido despreciativo la traducción literal del término al castellano sería “mierda de toro”, lo cual nos puede dar muchas pistas de por donde van los tiros. Sin embargo expresar el significado exacto de bullshit en la lengua de Cervantes es harto complicado, ya que en inglés encierra diferentes significaciones que no se agotarían usando una única palabra castellana. Vendrían a ser tonterías, pero también patrañas, chorradas, charlatanería, sandeces, cháchara, pendejadas… o mamonadas, mi  favorita del lote por ser en la que mejor se aprecia el deje despectivo que el término encierra.  

Obviamente aquel que trata de colarte su bullshit, es un bullshitero (“bullshitter”) y como tal tienes la obligación, incluso moral, de espetárselo en toda la jeta. Porque por desgracia el bullshit campa a sus anchas en nuestra sociedad, amenazando con convertirse en deporte nacional. No es un asunto baladí. El problema es muy serio, ya que al final, el bullshitero trata cualquier cuestión mínimamente trascendente con palabrería hueca desprovista de todo contenido y cualquier cosa le vale como argumento para, precisamente, no argumentar nada. 

Al final, como dice Harry G. Frankfurt en su ensayo “On bullshit”, el fin principal del bullshitero es proyectar una opinión de sí mismo, y los puntos concretos en los que basa su discurso, aquellos sobre los que se podría defender su certeza o falsedad, tienen un valor secundario con respecto a ese fin principal. Para entendernos, viene a ser lo mismo que el egoísmo crónico del niño pequeñito, "rey de la casa". El yoísmo tan propio del niño cuya medida del mundo es él mismo y sus apetencias. El infantilismo como patología, o lo que es peor, como valor absoluto.

En fin, como cantaba Kurt Cobain, “…oh well, whatever, nevermind”.  

2 comentarios:

  1. O la cerrazón, la pataleta irrefutable por absurda, la retroalimentación del error, la repetición de la mentira para que parezca una verdad, el "a toda costa", el "por mis cojones", el "porque yo lo valgo". El "viva la muerte", por resumirlo.
    En fin, gilipolleces.

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