Reconozco que nunca he sido demasiado fan de
Charles Bukowski, a quien leí durante mis años mozos más para satisfacer el
necesario desorden hormonal que asola a todo adolescente, que por sentir algún
interés literario. Es ahora cuando, algo más maduro o al menos no tan salido
como entonces, estoy redescubriendo al maestro del realismo sucio. Y lo estoy
haciendo a través de su obra poética, de una fuerza y una vigencia inesperada
para mí, a pesar de que un par de buenos amigos me habían advertido de ello.
Obviamente sus poemas no son ajenos a las principales preocupaciones y
obsesiones presentes en la prosa de Buk. Igualmente, el grueso de los temas que
hicieron famoso a Bukowski –el alcohol, los caballos, las mujeres, las peleas,
la inspiración…-, están presentes aquí. Aunque lo más interesante es que junto
a ellos, se insertan una serie de cuestiones introspectivas de fuerte calado
que nos permiten conocer mejor al personaje. Y no sólo a él, también a su mejor
y en ocasiones única amiga, esa sórdida y underground Los Ángeles,
bastante alejada de la imagen que se nos ofrece a través del cine de tetas y culos
made in Hollywood o de las series
norteamericanas para adolescentes. Aunque lo mejor del Bukowski poeta es su
acercamiento a lo que él mismo llamaba poema esencial. Aquel que se opone al
falso concepto de que un poema ha de ser algo deslumbrante y sagrado, cayendo
en el rebuscamiento superfluo, justo lo que, desde su punto de vista, destruye a
la mayoría de los poemas.
El primero de los poemarios que me he leído,
el más extenso y el que más me ha gustado, responde al nombre de “Guerra sin
cesar (Poemas 1981 – 1984)”. En él Bukowski nos habla con serenidad de lo que
se siente al comer un menú para jubilados, de sus particulares recitales de
poesía para universitarios del Medio Oeste o de cómo sobrellevar un caluroso
día de agosto encerrado en casa. Sin embargo, el bloque más extenso e
interesante tiene que ver con el mundillo de las apuestas de caballos. En el
hipódromo se darán cita los personajes más bizarros de todo Los Ángeles, produciéndose
un cúmulo de situaciones a cada cual más estrambótica y que darán pié a
Bukowski para reflexionar de una forma cruda y desgarradora sobre la condición
humana. El segundo de los libros se llama “El padecimiento continuo”, que es
justo el título del mejor de los poemas incluidos. Se trata de una recopilación
de poemas inéditos del “Walt Whitman de
Los Ángeles” (Joyce Carol Oates dixit).
Sulowski, qué grande.
ResponderEliminarUno de mis autores favoritos. Que bien que te hayas reenganchado a su obra.
ResponderEliminarHace poco vi una película basada en su vida (esto es un decir, porque la de cosas que le debieron ocurrir al pájaro como para resumirlas en un par de horas), protagonizada por Mickey Rourke y llamada 'El borracho'. Te la recomiendo si no la has visto, ya que sin ser un pleiculón es bastante interesante.