En esta semana que todo el
mundo habla de la justicia o injusticia de los galardonados en la gala de los Oscar, celebrada la madrugada del
domingo al lunes en el Kodak Theatre
de Los Ángeles, aquí el menda lerenda va
a hablar de una actriz que conoce lo que es triunfar en esa gala: la norteamericana Hilary
Swank.
Y es que, tan sólo tres
añitos antes de ganar su primera estatuilla por su papel de chico nacido en el
cuerpo de una chica, en la aclamada cinta independiente “Boy’s don’t cry”
(Kimberly Pearce, 1999), y ocho antes de recibir la segunda por interpretar
fantásticamente a la boxeadora Maggie Fitzgerald, co-protagonista de “Million
Dollar Baby” (Clint Eastwood – 2004), Hilary Swank caía en las redes de Gregory
Goodell, consumado especialista en horrorosos telefilmes, de esos que gustan tanto
a los programadores de Antena 3.
La joyita se llama “Terror
en familia” (1996) y el pasado domingo, por enésima vez y no sabemos si a modo
de homenaje, la pusieron en la sufrida sobremesa dominical. En ella Deena, una
quinceañera con nociones básicas de artes marciales, se lía a sepias contra sus
padres y hermanos cada vez que estos le importunan con preguntas sobre su nueva
vida. Porque de eso va básicamente la película. De dar hostias a diestro y siniestro. Y
es que la chica sufre un cambio radical de actitud a raíz de comenzar a salir
con Garrett, un malote prototípico de esos que se arremangan las camisetas de
manga corta para guardar ahí el paquete de tabaco. Como sus padres no pueden
imponer su autoridad y siguen recibiendo hostias al cargo de su hija, la envían
a vivir con su tía. Pero antes de eso la denunciaran ante la policía por abusos
psicológicos y físicos. ¿Qué? ¿Cómo se os ha quedado el cuerpo? La cosa es que
no sé como acaba el embrollo, ¡ni ganas! Lo que sí sé es que si el padre hubiese sido Bruce Willis, otro gallo hubiese
cantado.
Vamos que, después de
perpetrar semejante cagarro,
cualquiera le iba a decir a la Swank que recién cumplidos los 31 tacos, estaría
recogiendo su segundo Oscar y su
segundo Globo de Oro.
Por cierto que con esta
película, que dura unos escasos 86 minutos, le dio a la gente Antena 3
para llenar toda la parrilla de la sobremesa de domingo ¡y parte de la tarde!
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