Si algo hay que
reconocerles a los gestores de Bancaja,
la principal entidad bancaria de la terreta, es
que gracias a su obra social y cultural consiguen acercar hasta la Comunidad Valenciana
algunas de las más interesantes exposiciones que pululan por el país. Otra cosa
es su labor como intermediario financiero, más que cuestionable, aunque eso no
sea objeto de la presente entrada. El caso es que, durante estos días, el Centro Cultural Bancaja expone una
coproducción del Centro de Cultura
Contemporánea de Barcelona (CCCB) y la propia Bancaja titulada “Por Laberintos”. Una maravillosa
exposición que recomiendo encarecidamente. ¡Yo ya he ido tres veces a verla!
El caso es que desde
pequeño siempre me han atraído mucho los laberintos. No sé exactamente de donde me
viene la fijación, pero recuerdo que ya muy pronto le cogí gusto a diseñar complejos
laberintos en las hojas de mis libretas de clase. También me acuerdo que,
siendo todavía un crío, me gustaba acudir con mis padres hasta el autocine de
El Almaguer, hoy día clausurado, porque me dejaban jugar en las atracciones
infantiles que había junto al bar. No por las atracciones en general, sino por un
rudimentario laberinto en cuyo centro, vaya usted a saber porqué, había plantada
una especie de tienda india. El caso es que esa fijación por esos caminos
tortuosos y complejos, que emprendemos voluntariamente o por una impuesta
obligación, en los que usamos el movimiento para entrar y encontrar el centro y
también para salir, me ha perseguido toda la vida. ¡Si hasta me quedaba
embobado viendo la chorrada esa de “El laberinto del Chinotauro”! ja ja ja
Y es que el laberinto como
construcción y símbolo está presente en muchas tradiciones culturales de la
humanidad y su historia milenaria revela la fascinación que siempre ha
despertado en el hombre porque, de algún modo, le habla de la condición humana:
existen infinitas situaciones en las que es fácil entrar pero de las que es
difícil salir. Por eso la exposición realiza un repaso del concepto y la
representación del laberinto a lo largo de la historia, haciendo una clara
distinción entre laberintos de recorrido único, unicursales -Labyrinths-, y de recorrido múltiple,
multicursales –Mazes-. Una cuestión
esta última que descubrí en la exposición ya que siempre pensé que los
laberintos eran multicursales, ¿sino que sentido tendrían?... pues se ve que no. No fue hasta el año 1420 cuando
el ingeniero veneciano Giovanni Fontana, a través de su libro “Bellicorum
instrumentorum liber cum figuris et ficticiis litoris conscriptus”, introducirá este concepto en los laberintos. Sólo a partir de ese momento aparecerán provistos de sus características
encrucijadas y multiples salidas para confundir a los visitantes.
La muestra plantea
espacios muy diferenciados que se ilustran con obras de diferentes procedencias
y formatos, autores y épocas, como, por ejemplo, piezas arqueológicas,
grabados, fotografías, planos, proyecciones o maquetas, aparte de piezas audiovisuales,
animaciones y espacios interactivos, creados expresamente para la muestra. Desde mi
punto de vista, lo mejor son las piezas audiovisuales y muy especialmente una
proyección a cuatro pantallas, en la que se combinan fragmentos
de películas tan diferentes como “Elephant”, “El tercer hombre”, “Kanal”, “Cube”,
“El nombre de la rosa”, “Dark City”, “Charly”, “Gerry”, “Tron”, “La dama de
Shangai”, “Dentro del laberinto”... todas ellas con evidentes referencias al mundo de los laberintos.
Muy chula.
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