martes, 1 de marzo de 2011

Per laberints


Si algo hay que reconocerles a los gestores de Bancaja, la principal entidad bancaria de la terreta, es que gracias a su obra social y cultural consiguen acercar hasta la Comunidad Valenciana algunas de las más interesantes exposiciones que pululan por el país. Otra cosa es su labor como intermediario financiero, más que cuestionable, aunque eso no sea objeto de la presente entrada. El caso es que, durante estos días, el Centro Cultural Bancaja expone una coproducción del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) y la propia Bancaja titulada “Por Laberintos”. Una maravillosa exposición que recomiendo encarecidamente. ¡Yo ya he ido tres veces a verla! 

El caso es que desde pequeño siempre me han atraído mucho los laberintos. No sé exactamente de donde me viene la fijación, pero recuerdo que ya muy pronto le cogí gusto a diseñar complejos laberintos en las hojas de mis libretas de clase. También me acuerdo que, siendo todavía un crío, me gustaba acudir con mis padres hasta el autocine de El Almaguer, hoy día clausurado, porque me dejaban jugar en las atracciones infantiles que había junto al bar. No por las atracciones en general, sino por un rudimentario laberinto en cuyo centro, vaya usted a saber porqué, había plantada una especie de tienda india. El caso es que esa fijación por esos caminos tortuosos y complejos, que emprendemos voluntariamente o por una impuesta obligación, en los que usamos el movimiento para entrar y encontrar el centro y también para salir, me ha perseguido toda la vida. ¡Si hasta me quedaba embobado viendo la chorrada esa de “El laberinto del Chinotauro”! ja ja ja     

Y es que el laberinto como construcción y símbolo está presente en muchas tradiciones culturales de la humanidad y su historia milenaria revela la fascinación que siempre ha despertado en el hombre porque, de algún modo, le habla de la condición humana: existen infinitas situaciones en las que es fácil entrar pero de las que es difícil salir. Por eso la exposición realiza un repaso del concepto y la representación del laberinto a lo largo de la historia, haciendo una clara distinción entre laberintos de recorrido único, unicursales -Labyrinths-, y de recorrido múltiple, multicursales –Mazes-. Una cuestión esta última que descubrí en la exposición ya que siempre pensé que los laberintos eran multicursales, ¿sino que sentido tendrían?... pues se ve que no. No fue hasta el año 1420 cuando el ingeniero veneciano Giovanni Fontana, a través de su libro “Bellicorum instrumentorum liber cum figuris et ficticiis litoris conscriptus”,  introducirá este concepto en los laberintos. Sólo a partir de ese momento aparecerán provistos de sus características encrucijadas y multiples salidas para confundir a los visitantes.  

La muestra plantea espacios muy diferenciados que se ilustran con obras de diferentes procedencias y formatos, autores y épocas, como, por ejemplo, piezas arqueológicas, grabados, fotografías, planos, proyecciones o maquetas, aparte de piezas audiovisuales, animaciones y espacios interactivos, creados expresamente para la muestra. Desde mi punto de vista, lo mejor son las piezas audiovisuales y muy especialmente una proyección a cuatro pantallas, en la que se combinan fragmentos de películas tan diferentes como “Elephant”, “El tercer hombre”, “Kanal”, “Cube”, “El nombre de la rosa”, “Dark City”, “Charly”, “Gerry”, “Tron”, “La dama de Shangai”, “Dentro del laberinto”...  todas ellas con evidentes referencias al mundo de los laberintos.  

Muy chula. 

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