Sábado
noche con cena baratilla en la mítica bodeguita de El Cedro, después
concierto de Javier Escovedo sin los Zeros en la sala Wah
Wah y todo ello en inmejorable compañía. Buen plan. Encima
marcó Bale, pero solo le valió al Real para empatar un partido que,
según cuentan las crónicas, mereció perder. Aunque bueno, eso ya
es otra historia. De hecho no es ni historia. Joer, sí, lo he
puesto para rellenar.
Realscovedo mola... |
Pues
sí amiguetes, Javier es el hermanísimo del gran Alejandro Escovedo,
con quien llegaría a compartir banda en aquellos True Believers con
los que Javier continuaría su trayectoria dentro del punk
californiano. Un camino que finalizaría tras la separación de
Chariot porque lo que vino después ya no tenía nada que ver con lo de antes y es que
muerto el punk se acabó la rabia... ¡¡¡que noooooo!!! Pero vino
el power-pop, eso sí.
Tampoco es una evolución carente de lógica, al
fin y al cabo no hay tanta
distancia entre los Ramones y Cheap Trick, ¿o sí? Bueno y yo que
sé... A lo que iba, que ya han pasado muchos años desde que un Javier adolescente, junto a Elvez y algún otro más, comenzara a aporrear los
instrumentos en Chula Vista (gran nombre el de este pueblo). Un tiempo que le ha
dado para madurar y en ese proceso incorporar nuevas influencias
suavizando su agría propuesta inicial. Y así es como surgió el “City
Lights”, álbum en solitario de Javier que viene a ser un compendio
de pop-rock energético en el cual aún se siente algo del
espíritu punk de The Zeros, pero donde la carga melódica
adquiere mucha más fuerza.
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