El
valenciano Alberto
Montero es responsable de uno de los discos más bonitos surgidos
durante el pasado 2013 en este país.
Y
decir 2013 es quedarse corto, porque la cosa tiene visos de
trascender. Se
trata de “Puerto Príncipe”, tercer
larga duración de Alberto. Un
disco que, según he
leído,
debe su nombre a la calle barcelonesa donde reside. Y
es que es
difícil encontrar cosas de
esa calidad (¡y
con esa sensibilidad!)
dentro de un
artisteo
patrio muy
dado a repetir fórmulas venidas
de ultramar, con
mejor o peor fortuna. Vale, probablemente
estoy
exagerando un
poco,
pero es que llevo varias semanas con algunos de los estribillos de
“Puerto
Príncipe”
metidos
en la cabeza
y
tratando de comprender como
coño no le había prestado más atención a este maravilloso
cantautor
de la terreta que me vio nacer...
♪
♫ no
parece que vaya a volver ♪
noche de verano es lo que quiero ser
♫
um
um
um
um
♫
♪...
La
música de Alberto remite a muchas cosas y por ello es harto difícil
de etiquetar. A veces suena psicodélico, mientras que otras
parece un trovador medieval ("no queda espacio para nada ... manada manada da dadá ♪ ♫"). La cadencia de sus composiciones es
claramente jazzística, si bien nunca se aleja demasiado de la
mejor tradición folk-singer. Incluso consigue hacernos
respirar aires latinoamericanos que evocan a figuras como la del
chileno Inti Illimani. De esto último tiene la culpa ese
timbre de voz tan especial. Vamos, tan especial que es su valor
fundamental. Pero es que incluso hay momentos en los que Alberto nos
introduce en el mundo del séptimo arte, con canciones, como la que
abre el disco, que tienen una clara vocación de banda sonora. En
este sentido, él mismo ha manifestado en alguna ocasión que
estaría encantado de dedicarse a ese cometido.
Esta
claro que si hemos de reducirlo a una etiqueta, lo que hace Alberto
Montero es folk.
Eso sí, un folk muy barroco y tremendamente complejo
que se enriquece con todo tipo de influencias y que no elude
aproximarse al universo pop. Para muestra un botón (de limón)
hecho versión:
Sus
canciones, al menos las últimas que ha grabado, son principalmente
acústicas y lucen tanto en ese formato como acompañadas de guitarra
- bajo - batería, como pudimos comprobar el pasado viernes noche.
Porque ese día, en el espacio La Llimera, fue el momento de
presenciar como el señor Montero era perfectamente capaz de defender
y hasta enriquecer esas doce preciosas composiciones que se incluyen
en “Puerto Príncipe”. Con delicatessen(s) como la que
incrusto a continuación:
¿Y del concierto qué? Pues que fue una auténtica gozada, como no podía ser de otra manera.
¿Como pudimos dudar de ello, con ese discazo a cuestas? Un álbum enorme que,
llamadme exagerado, contiene muchos de los elementos que se
reúnen en otras obras musicales consideradas de culto... ¡Halaaaa!... Ahí queda eso...
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