jueves, 3 de diciembre de 2015

Galveston

Galveston o lo que vendría a ser la ciudad de Gálvez, pero Bernardo Gálvez y Madrid su fundador y primer gobernador de Luisiana, no el tronco aquel que jugó en el Valencia CF. Se trata de una pequeña población de la costa texana, que tiene el honor de dar nombre al debut literario del chico de moda: Nic Pizzolatto. Si amigos, el mismo que viste y calza, el hacedor de la archirequeteconocida “True Detective”, pero también el perpetrador de su segunda temporada. Una digna ópera prima, es cierto, pero ni de lejos la obra maestra que se nos ha querido vender.

Se trata de una novela negra. La enésima. O bueno, no exactamente. Siguiendo la última moda literaria de hacer cosas que no son lo que parecen, podríamos afirmar que “Galveston” es un drama con apariencia de noir. El enésimo. También podría pasar por ser una road movie, si fuera una movie, con sus toques de violencia y de sexo. Si bien esto último, sin ningún género de dudas, es lo peor del libro. Lo mejor es que está muy bien escrita, bien ambientada en el sugerente sur de los Estates y, según yo lo veo, bastante bien resuelta. Sí, a mi me gusta ese final impregnado de fatalismo redentor, aunque pueda chirriar un poco.

El protagonista de la historia atiende al nombre de Roy Cady y es un matón profesional a tiempo completo con vecindad administrativa en Nueva Orleans. Un tío que se nos presenta tal que así:
Me llamo Roy Cady, pero Gino fue el causante de que todo el mundo empezase a llamarme Big Country y siguen haciéndolo sin ningún cariño. Soy del este de Texas, del Triángulo de Oro, y esos chavales siempre me han considerado escoria, lo cual ya me parece bien, porque así me tienen miedo”.
El caso es que, tras años de impecables servicios prestados, su jefe decide desprenderse de él. Vamos, que se la lía, pasando por alto que el amigo Roy, en una pelea, tiene más recursos que MacGyver en un Leroy Merlin. Craso error. A partir de ahí comienza el mencionado drama, que incluye una huida en coche, una enfermedad incurable, a una prostituta adolescente y un incesto más que previsible para cualquier lector mínimamente avezado.

Las referencias culturales son obvias. Las podréis leer por ahí: Que si el Sam Spade de Hammett, que si el Rust Cohle de la primera temporada de “True Detective”, que si las primeras pelis de Tarantino, que si el universo McCarthy, que si James L. Burke, que si pollas... Ya sabéis como va esto. Eso sí, no esperéis aquí la fuerza del maestro del hard boiled, ni tampoco la causticidad del escritor de “Meridiano de sangre”. Eso serían palabras mayores y “Galveston” con ser una novela correcta, no pasa de ahí.

Ya para acabar, un consejo por si decidís leer “Galveston” tras haber visto “True Detective”. Dejad las comparaciones a un lado, que siempre dejan a alguien mal parado. Roy Cady no es Rust Cohle y viceversa. Y está bien que así sea, que queréis que os diga. Quien si podría serlo es Matthias Schoenaerts, actor belga encargado de ponerle cara a "Big Country" en la anunciada adaptación cinematográfica. Su rotundidad al interpretar al inolvidable Jacky de “Bullhead” o a Alain en “De óxido y hueso” le avalan.

¿Pero es recomendable o no? Pues supongo que sí. 
También es prescindible. 
Así que, cómo os diría un guiri, as you like it
Por si os sirve de algo, no os ocupará mucho tiempo. 

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