Galveston
o lo que vendría a ser la ciudad de Gálvez, pero Bernardo Gálvez y
Madrid su fundador y primer gobernador de Luisiana, no el tronco
aquel que jugó en el Valencia CF. Se trata de una pequeña población
de la costa texana, que tiene el honor de dar nombre al debut
literario del chico de moda: Nic Pizzolatto. Si amigos, el mismo que
viste y calza, el hacedor de la archirequeteconocida “True Detective”, pero también el perpetrador de su segunda temporada. Una digna ópera
prima, es cierto, pero ni de lejos la obra maestra que se nos ha
querido vender.
Se
trata de una novela negra. La enésima. O bueno, no exactamente. Siguiendo la
última moda literaria de hacer cosas que no son lo que
parecen, podríamos afirmar que “Galveston” es un drama con
apariencia de noir. El enésimo. También podría pasar por ser una road movie, si
fuera una movie, con sus toques de violencia y de sexo. Si bien esto
último, sin ningún género de dudas, es lo peor del libro. Lo
mejor es que está muy bien escrita, bien ambientada en el sugerente
sur de los Estates y, según yo lo veo, bastante bien resuelta. Sí,
a mi me gusta ese final impregnado de fatalismo redentor, aunque
pueda chirriar un poco.
El
protagonista de la historia atiende al nombre de Roy Cady y es un matón profesional
a tiempo completo con vecindad administrativa en Nueva
Orleans. Un tío que se nos presenta tal que así:
“Me llamo Roy Cady, pero Gino fue el causante de que todo el mundo empezase a llamarme Big Country y siguen haciéndolo sin ningún cariño. Soy del este de Texas, del Triángulo de Oro, y esos chavales siempre me han considerado escoria, lo cual ya me parece bien, porque así me tienen miedo”.
El
caso es que, tras años de impecables servicios prestados, su jefe
decide desprenderse de él. Vamos, que se la lía, pasando por alto
que el amigo Roy, en una pelea, tiene más recursos que MacGyver en un
Leroy Merlin. Craso error. A partir de ahí comienza el mencionado drama, que incluye una huida en coche, una enfermedad incurable, a una
prostituta adolescente y un incesto más que previsible para
cualquier lector mínimamente avezado.
Las
referencias culturales son obvias. Las podréis leer por ahí: Que
si el Sam Spade de Hammett, que si el Rust Cohle de la primera
temporada de “True Detective”, que si las primeras pelis de
Tarantino, que si el universo McCarthy, que si James L. Burke, que si
pollas... Ya sabéis como va esto. Eso sí, no esperéis aquí la
fuerza del maestro del hard boiled, ni tampoco la causticidad del
escritor de “Meridiano de sangre”. Eso serían palabras mayores y
“Galveston” con ser una novela correcta, no pasa de ahí.
Ya
para acabar, un consejo por si decidís leer “Galveston” tras haber
visto “True Detective”. Dejad las comparaciones a un lado, que siempre
dejan a alguien mal parado. Roy Cady no es Rust Cohle y viceversa. Y
está bien que así sea, que queréis que os diga. Quien si podría
serlo es Matthias Schoenaerts, actor belga encargado de ponerle
cara a "Big Country" en la anunciada adaptación cinematográfica. Su rotundidad al
interpretar al inolvidable Jacky de “Bullhead” o a Alain en “De óxido y
hueso” le avalan.
¿Pero es recomendable o no? Pues supongo que sí.
También es prescindible.
Así que, cómo os diría un guiri, as
you like it.
Por si os sirve de algo, no os ocupará mucho tiempo.
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