Por lo
que a mí respecta, el pasado viernes quedará señalado como el día
en el cual se produjo mi regreso al Teatre el Musical. Ese fantástico
recinto renacido, o más bien revivido, tras la tentativa de
homicidio operada por el padre de Monchito, Macario y el cuervo
Rockefeller. Y no es cuestión de hacer aquí un alegato a favor o en
contra de este o aquel, tampoco pretendo valorar la labor de los
sucesivos equipos municipales encargados de los teatros de esta ciudad y la cosa cultural en general, si bien
no es demasiado complicado ver de que pie cojea este menda. Aunque
bueno, sí creo necesario resaltar el hecho de que, al menos de
momento, el cambio de responsables en las poltronas ha
supuesto una clara revitalización cultural en una ciudad que no se
merecía el grado de ineptitud y desidia mostrada por los anteriores
gestores. Y eso lo han notado también en el TEM y por extensión el
Cabanyal y sus gentes.
En
fin, a lo que íbamos, que no es otra cosa que el concierto ofrecido
por el mallorquín Joan Miquel Oliver y los valencianos Gener en el
bonito recinto cabanyalero. Antes que nada decir que siempre es un
placer reencontrarse con los mundos del ex-Antònia Font. Historias
cotidianas que transcurren en ese universo completamente diseñado
por tamaño fabulador. Más aún cuando, en este 2015, Oliver ha
publicado “Pegasvs”, su álbum más brillante hasta el momento.
Desde luego el más redondo de los tres que lleva firmados bajo su
nombre real.
Como
no podía ser de otra manera, las historias oníricas de “Pegasvs”
protagonizaron la velada. Esas visiones personalísimas de la vida,
entre la ciencia-ficción y lo mediterráneo, que se elevaron sobre
la platea del teatro para regocijo de los allí presentes. Y es que
por allí desfilaron “Marès de radial”, “Pegasvs”, “Ecos
d'ambulàncies”, “Flor de cactus”, pero también algunos himnos
del pasado reciente como “Hansel i Grettel”, “Final Feliç”,
“Ryanair”, “Polo de llimona” o “Pallasso”. Ecos samberos,
patrones electrónicos, cadencias rockeras y melodías pop que se
fueron sucediendo en el marco de un concierto delicioso para el que Joanmi se hizo
acompañar de sus habituales Jaume Manresa a los teclados y Xarli
Oliver a la batería.
Destacar
también la labor de los teloneros para la ocasión, mis paisanos Gener. Sobretodo
porque, antes de asistir al concierto, era un tanto escéptico
respecto a lo que pudieran ofrecer. Pero la calidad del show dejó
pocas dudas. De diez. Estuvieron enormes hasta el punto de que, una
vez finiquitado el bolo, estuve cavilando sobre la importancia de su
propuesta musical dentro de la actual escena valenciana. Al final concluí
que, en mi humilde opinión, la banda capitaneada por Carles Chiner
se ha convertido en la gran esperanza blanca del rock en valenciano.
Incluso por delante de Senior i el Cor Brutal. Su único disco hasta
el momento, “El temps del llop” (2014), ya lo dejaba entrever, pero es con su tremebunda puesta en escena cuando no dejan lugar a dudas. Me
parece que el Premi Ovidi a mejor disco de rock en valenciano no es
más que un prometedor comienzo. Si la cosa no se tuerce y confío en que no lo haga, nos esperan
grandes momentos de la mano de Gener.
“El
temps del llop” es un disco muy rico en matices que se agranda sobre un tablao, como quedó patente ayer noche. Con un cancionero que destaca por su eclecticismo y la solvencia a la hora de
adentrarse por caminos inexplorados – o poco frecuentados- por la música en valenciano. Ecos evidentes a Jeff Buckley,
sobretodo en los juegos vocales del señor Chiner, algo de Elliott Smith y otros
american song-writers coetáneos, pero también reminiscencias que nos trasladan hasta el blues del delta o el rock de raíces sureñas que practican bandas actuales como los Delta
Saints. Eso sin dejar de lado la terreta y la influencia del cant
d'estil 2.0 practicado por renovadores de la tradición valenciana
como Pep Gimeno “el botifarra”. El directo fue impecable y por momentos apabullante. Me gustaron muchísimo, la verdad. Procuraré no perderles de vista.
Como
habréis deducido estoy profundamente satisfecho del concierto. Que
mejor regreso al TEM que este.
¡Larga vida a la música, a los músicos
y al Cabanyal!
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