Intenso cual disco de Pantera.
Portentoso cual espectáculo en directo de Camarón de la Isla.
¿Qué más puedo añadir?
Y es que las prestaciones en vivo de este artefacto instrumental llamado Exquirla y que no es sino la efímera conjunción de los cuatro miembros de Toundra y El Niño de Elche, con el único objetivo de defender el “Para quienes aún viven” a lo largo y ancho de la piel de toro, no podía resultar mejor. Soberbio espectáculo de metal, cante, poesía y dos huevos duros.
Y es que el pasado sábado estuvieron por Valencia, concretamente en el Teatre el Musical de El Cabanyal. Ponían así fin a la gira de presentación de su hasta ahora único y maravilloso disco. Creo no ser el único que desearía que esto tuviera algo de continuidad. Un proyecto impactante que bebe tanto del “Omega” de Morente y Lagartija Nick como de la electrificación operada en el discurso de Camarón con aquel mítico “La leyenda del Tiempo”. Su sonido remite también –¿cómo no?- a Triana y ese rock andaluz que revolucionó el panorama musical español a finales de los setenta. Aunque para ser sinceros es eso y también muchas cosas más.
La cuestión consistió en desgranar los ocho cortes del álbum, comenzando por el principio, con esa emocionante intro que es “Canción de E” y los versos recitados de "La marcha de los 150.000.000" de Enrique Falcón. Intensa hasta decir basta… O no. Ya que a partir de ahí la cosa fue in crescendo desembocando en “Destruidnos juntos”, para pasar después por “El Grito del padre”, “Hijos de la rabia” o, como no, por ese desgarro hecho poema y canción que es “Europa muda”. También hubo tiempo para "descansar" con la interpretación semiacústica de “Contigo”, que sonó preciosa en el directo y finalmente cerrar con esa bestialidad titulada “Un hombre”. El jitsínguel por excelencia de un disco que carece justamente de eso y que terminó con nuestros héroes vaciándose sobre el escenario. Brutal es poco.
Aunque también hubo espacio para los bises, cosa que por esta vez y sin que sirva de precedente, me parece genial. Consistió en la interpretación de la "Canción de amor de San Sebastián", homenaje al poeta T. S. Eliot y que comenzó con El Niño de Elche metiéndose los dedos en la boca para emitir una serie de sonidos indescriptibles.
Momentos para el recuerdo hubieron muchos. Tantos como canciones desfilaron durante la velada o hasta más. Amén de los ya mencionados, como olvidar ese grito que pone los pelos de punta hacia la mitad de "Destruidnos juntos". O los guitarrazos de David López, especialmente hacía el principio del show y de su partner el señor Girón más en la parte final. También ese épico final de "Un hombre", con el Niño metiéndose el micro hasta la glotis para proferir unos alaridos estremecedores.
En definitiva, una noche mágica e inolvidable. Bolarro al cargo de una de las propuestas musicales más acertadas que yo haya visto/oído jamás. Y es que, sin desmerecer el trabajo en solitario de Toundra -una de mis bandas favoritas-, ni mucho menos de ese renovador del flamenco que es El Niño de Elche, creo que en este caso el todo es mucho más que la mera suma de las partes. Cinco músicos que han sabido conjuntarse para crear algo muy especial. Una genialidad que pasará a la historia de la música de este país.
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