La palabra liminal no está incluida en el
Diccionario de la R.A.E. La única entrada que se registra y que estaría
relacionada es liminar, “perteneciente o
relativo al umbral o la entrada”. Lo cierto es que la liminalidad existe al margen de lo que diga la Academia y tiene que
ver con el límite o la frontera. Se trata de un concepto profusamente usado en
el ámbito de la psicología y remite a aquello que no está ni en un sitio ni en
otro, sino más bien en el umbral, entre lo que se ha ido y lo que está por
llegar. La noción fue acuñada por el etnógrafo y folclorista francés Arnold Van Gennep siendo posteriormente desarrollada por el antropólogo escocés Victor Turner.
Podría decirse que hay estadios
o fases, como la enfermedad, la adolescencia, la
duermevela o la locura transitoria, que son en esencia liminales. También los
viajes. En este sentido también puede hablarse de lugares liminales, como un
aeropuerto o una estación de autobuses. O una cárcel. Y ya puestos, un hospital
y hasta un aula. Y de eso es de lo que va la exposición del argentino Leandro
Erlich en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires. La primera antología del artista en América y que reúne
una selección de veintiuna instalaciones producidas desde 1996 hasta la fecha.
Entre ellas destaca “Swimming Pool” o “La
Pileta”, alojada permanentemente en el 21st Century Museum of Art of Kanzawa, en
Japón, pero que también fue exhibida en la Bienal de Venecia del 2001. Quizás
la obra de Erlich más reconocida a nivel mundial.
La verdad es que
gustó mucho la exhibición de este “Bansky porteño”. Bastante más que la colección
permanente de un museo al que tenía muchísimas ganas de ir, pero que me decepcionó
profundamente–a excepción de las pinturas de Antonio Berni-. Además de la obra
arriba mencionada, la muestra incluye “La vista” de 1997, “Vecinos”
de 1996, “La vereda” del 2007, “Las Nubes” de 2018, “El Avión” del 2011, “Puerto
de memorias” del 2014, “Vuelo nocturno” de 2015, “Peluquería” de 2017 y “El
Aula” del mismo año. Todas ellas destacan por una apariencia de cotidianeidad que encierra una trampa.
Y es que lo que vemos desafía las reglas del mundo tal cual lo conocemos. Situándonos
en ese espacio liminal que da título a la exposición.
Lo cierto es que,
ahora que lo pienso, Argentina también es de alguna forma uno de esos espacios liminales.
Un país liminal, siempre a medio camino entre la normalidad que se ha ido y el desastre
que se le viene encima. Y sino echadle un ojo a las noticias relacionadas con
el país trasandino. No importa cuando. Ahora es por el revolcón electoral de Macri y la posible vuelta del kirchnerismo, ayer por lo contrario y mañana
quien sabe.
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