El Centro Cultural la Moneda exponía, hasta anteayer,
una muestra de acuarelas de William Turner aka “el padre del arte
moderno” y/o el “pintor de la luz”, as you like it. “J.M.W. Turner.
Acuarelas. Tate Collection”, en alianza con la Tate Britain, presentaba en ochenta y tantas obras la
trayectoria del artista de Covent Garden. Desde sus trabajos de juventud,
vinculados a la arquitectura y la topografía, hasta el desarrollo de ese trazo
audaz y experimental que lo convirtió en el precursor del Impresionismo y hasta
del Expresionismo, adelantándose casi dos décadas a estos movimientos. Y como no es cosa menor el
toparse con obras del gran representante de la pintura romántica inglesa aquí
en Chile y servidor siempre fue un fanático de sus cuadros de
tormentas, pues para Santiago que me dirigí antes de que desmantelaran la expo.
¿Y qué me encontré allí? Pues poca cosa, la verdad.
Vale, lo sé, siempre es
interesante reencontrarse con un genio de la pintura. Alguien capaz de proponer
un acercamiento al paisaje tan particular, obsesionado por la luz, los reflejos,
las brumas y las atmósferas. Ok. Además y siendo justo, la exposición está
montada de forma que, si sigues el recorrido propuesto, puedes ver cómo va cambiando
su paleta de colores y su trabajo va “alumbrándose” cual Sorolla del mar del
Norte. Interesante. Y así vas paseando entre acuarelas de paisajes, de ruinas,
de tormentas, del mar, de amaneceres o puestas de sol. Algunas de ellas terminadas,
pero otras ni por asomo, siendo una suerte de bocetos en los que Turner experimenta
con sus cosas o solo toma notas para trabajos posteriores. De hecho hay hasta alguna prueba de color. Así pues, lo dicho, todo muy
interesante para estudiosos del arte o fanáticos de este arte y/o este artista
en concreto. Yo pensaba que me debatía entre lo primero y lo segundo, pero a
quien pretendo engañar a estas alturas... Lo cierto es que me aburrí
soberanamente.
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