¿Es el “But, What Ends When the Symbols Shatter” el mejor disco de Death in June?
Pues hombre, no sé si sería justo relegar de esa honrosa posición al
“Nada Plus!”, el “Operation Hummingbird”, el “Brown Book”
o al “Take Care & Control”. A mí personalmente el que más me
gusta es el “Rose Clouds of Holocaust” y mi canción favorita ni
siquiera está incluida en él, sino en el “Oh How We Laughed” -se
trata de “State Laugther”, por motivos sentimentales chungos y
también por esas trompetas locas seguidas de la gloriosa tamborrada y
esos ruiditos que suenan a sci-fi ochentero-. Pero vaya,
que peña más sabía y dedicada a estas cuestiones del neofolk,
suele concluir que sí. Decantándose por este icónico álbum publicado
el mismo año en el que se celebraron las Olimpiadas de
Barcelona. Con esa portada en la que se homenajea, de forma poco
disimulada, a Benito Mussolini. También de
alguna manera al líder homicida del People’s Temple. Y es que varios
de los cortes son reinterpretaciones de las soflamas del reverendo Jim Jones. Entre ellas “Little Black Angel”, una de las piezas más celebradas en la
larga trayectoria musical de Douglas Pearce y que me da pie para
introducir mi última lectura: “Piel de plata”.
Firmado por Javier
Calvo, que también es un fenómeno, aunque le tuviese medio
olvidado. Alguien a quien conocí primero a través de sus
artículos musicales -entiéndase esto en un sentido amplio-. Bueno,
también en su faceta de traductor. Y es que es responsable
de haber traducido varias obras de Foster Wallace, Palahniuk, Don DeLillo o Donald Ray Pollock que
me he leído. Pero vaya, que de todo esto ya os hablé
en otra entrada y no es cuestión de repetirse. De hecho, aquel post iba
sobre la novela con la que conocí al Javier Calvo escritor:“El jardín colgante”. Mi único acercamiento hasta el momento al universo
fabulado por Calvo. Y resulta inexplicable que habiendo pasado
casi ocho años desde aquello, aún no me hubiese echado al gañote nada más
de una cosecha que incluye un buen número de publicaciones. Porque
como dejé escrito, aquella obra me maravilló. Ni que hablar
de sus recomendaciones musicales, literarias o culturales así en
general, cada vez más difíciles de rastrear por la web.
“Piel de
Plata” es la historia de un crío bastante rarete -y enfermo- que se pasa
el día leyendo novelitas de ciencia ficción. Un día, en la sala
de espera del psiquiatra, conoce a una chica y queda fascinado.
Es mayor que él y se supone que más
inteligente, aunque a la postre lo único que queda claro es que está muchísimo más
loca. Con ella descubrirá la obra del poeta Juan Eduardo Cirlot y esos mundos más allá de su comprensión -y la de
casi cualquiera-. También a los mencionados Death in June, a través
del “But, What Ends When the Symbols Shatter” y muy especialmente de
ese angelito negro que nada tiene que ver con los de Machín y tan
hipnótico resulta en boca de Douglas P. Tras una serie de encuentros
y desencuentros producidos en una Barcelona menos mediterránea de lo que les
gustaría a sus políticos -y a los propios barceloneses, supongo-, vemos
como esta suerte de Holden Caulfield posmoderno y con atracción
por la oscuridad, transita el mito de la adolescencia. Y eso es
básicamente “Piel de plata”. Más o menos. Bueno, eso y un reconocido homenaje
a Michael Moorcock, prolífico autor de fantasía épica y asiduo letrista de los pesaos de
Hawkwind.
“El día que los extraterrestres lleguen a la Tierra no será como nos lo han contado mil veces los novelistas de ciencia-ficción. Los extraterrestres no levantarán una manita de tres dedos a modo de saludo, ni tampoco harán unos pitiditos simpáticos que con el tiempo nuestros científicos podrán descifrar y a los que podrán replicar. Cuando los extraterrestres lleguen a la Tierra, lo más seguro es que se estrellen porque no estén familiarizados con el concepto de suelo. O bien no entenderán que los pobladores del planeta somos nosotros y no nuestras casas. O no caerán en la cuenta de que nuestro lenguaje está asociado con las vibraciones que salen de los agujeros en la cara, porque en su planeta no habrá agujeros, ni caras, ni vibraciones, ni mucho menos pequeños glifos de tinta de un papel que se interpretan con unos orbes mojados que hay en medio de esa cosa llamada cara.”
Un canto
a la juventud y a la rebeldía repleto de interesantes referencias que como
novela y pese a resultar entretenida, no es tan buena como “El jardín
colgante”. Quizás es que siempre me ha costado entrar en el rollo de Hawkwind…
Y eso que tengo bastante material original heredado. Eso
sí, está muy bien escrito.
“My little black angel as years go by ... I want you to fly with wings held high... I want you to live by the justice code... I want you to burn down freedom's road...”
Voy corriendo a escuchar Death in June visto que no puedo salir a la calle a comprar el libro
ResponderEliminarNo soy Meg Ryan pero tienes un e-mail...
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