jueves, 2 de diciembre de 2010

Viaje al fin de la noche, de Louis-Ferdinand Céline

Me he leído ahora, por primera vez en mi vida (¡a la vejez viruelas!), la extraordinaria aventura de Ferdinand Bardamu, protagonista de “Viaje al fin de la noche” de Louis-Ferdinand Céline. ¡Qué barbaridad de libro! Cuánta acidez y mala leche condensada en tan poco espacio. ¡Vaya nihilista éste Bardamu! Alter ego de Céline, ya que a nadie se le escapa que ésta, como la mayoría de las obras del controvertido escritor francés, tiene mucho de autobiográfico. Publicada en 1932, la novela sitúo a Céline en una posición de privilegio dentro de las letras francesas. Posición que vio peligrar por una serie de condicionantes extra-literarios –básicamente su antisemitismo y sus simpatías filonazis- que casi consiguieron que autor y obra fuesen borrados del mapa. Llegó incluso a exiliarse en Dinamarca para evitar una condena a muerte decretada por los tribunales franceses, por delito de colaboracionismo. En fin, lo que me interesa es el libro, the song not the singer.

Comienza la historia cuando su protagonista, el mencionado Bardamu, se enrola en el ejército francés. Al poco tiempo acabará asqueado de trincheras, por lo que decidirá desertar haciéndose pasar por loco. Éste primer episodio de la historia de Bardamu es, sin duda alguna, uno de los mejores. Mezcla de lo absurdo y lo real, no hace sino denunciar la brutalidad de una guerra (en el fondo, de cualquier guerra). Una vez finalizada la Primera Guerra Mundial y tras un fugaz noviazgo con una cooperante estadounidense y un extraño affaire con una mujer de vida alegre, decidirá marchar a colonias. Para ello tomará un barco repleto de militares retirados que a punto estarán de matarlo. Una vez en África comenzará otro de los pasajes más brillantes de esta novela. Muy crítico con el papel de Francia en sus colonias, describiéndolas de forma brutal como un paraíso de corruptos y racistas que practican un sistema basado en la explotación salvaje de los indígenas. Al final conseguirá escapar de esa situación, de una forma ciertamente extraña con la Iglesia y del ejército español implicado en ello, hasta los Estados Unidos de América. Allí conseguirá vivir durante un tiempo, primero en Nueva York y después en Detroit, donde trabará amistad y algo más con una prostituta que acabará enamorándose de él. Sin embargo y a pesar que su vida por primera vez parece encauzarse, decide volver a París, terminar sus estudios en Medicina y malvivir con la práctica médica. Si en el periodo norteamericano Céline nos muestra como son los inicios de una sociedad que va a más, en su vuelta a los suburbios de París vemos reflejado lo contrario. Una decadencia y una decrepitud que asquea a Bardamu aka Céline hasta límites inconfesables. De aquí hasta el final la acción no saldrá ya de Francia. Y paralelamente a la vida del protagonista veremos la caída en los infiernos de su amigo León Robinson, presente en todos y cada uno de los episodios del libro y con cuyo asesinato finalizará este “Viaje al fin de la noche”.  

Con todo y pese a que la historia reviste un indudable interés, lo más destacado del libro, al menos lo que más me ha llamado la atención, es la forma como esta escrito. Por lo actual que nos suena todo. Empleando una prosa amarga y desesperanzada, con un ritmo altamente intenso y, sobretodo, usando un lenguaje descarnado, grosero y muy jergal, de rabiosísima actualidad, que escandalizó a propios y extraños y que supuso una innovación literaria nunca vista. Lo dicho, que me ha encantado el librico. Y esa visión mordaz de un mundo repleto de miserables, me ha cautivado. Repetiré con Céline, no os quepa duda.

2 comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...