Esta mañana, en un matinal
de radio, Carlos Areces estaba hablando sobre un interesantísimo tema que me
pone muy del higadillo. Tiene mucho que ver con el doble lenguaje, especialmente
cuando lo aplicamos en el ámbito de las relaciones de pareja. El tipo exponía una
serie de situaciones por las que hemos pasado casi todos, en las que percibes
que tras una serie de expresiones revestidas de cordialidad, tu pareja va a putearte. Aquellas ocasiones en las que, parafraseando al gran Nacho Vegas, vas a ser víctima de “la gran broma final”. Vamos, que tu
pareja te va a mandar a tomar por culo de forma inminente.
Ese tipo de conversaciones
suele comenzar con el clásico “¿podemos hablar?”,
que viene a significar “vamos a hablar y
tú te vas a cagar”. O sea, que no sólo vais a hablar sí o sí, sino que no
te va a gustar. Luego está aquello de “es
que deberíamos tomarnos un descanso”… O sea, ¿un descanso?.. yo no necesito
ningún descanso, ¡estoy en el paro y me he quedado sin amigos por tu culpa! Ya descanso
veinticuatro horas al día. O también la maravillosa expresión “creo que necesitamos conocer a otras
personas” Joeer… pues ábrete una cuenta en Facebook y agrega a cuatrocientos amigos, ¡¡¡no te jode!!! “Es que es mejor así”… sí, sí, seguro… será
mejor… mucho mejor… ¡pero para ti! O el cabreante “no es por ti, es por mí”. ¡Coño!, pues si es por ti soluciónalo,
que el problema lo tienes tú. Aunque la guinda, el remate final, la humillación
con la que se suele cerrar la farsa, es aquello de “yo soy una persona muy sincera y prefería ir de cara”... ¡Los
cojones!
Cambiando de tercio, a mí
personalmente me encantan otro tipo de expresiones vacias, igual o más irritantes que las anteriores, que se dan en el mundillo de los entierros. “No somos nadie”... ¿No somos nadie?, ¿cómo que
no somos nadie? No serás nadie tú, yo sí que soy alguien… O una que le escuché
a una mujer mayor: “con lo buena persona
que era, ya podía haberse muerto otro” No joda señora, ¿porqué se tiene que
morir nadie?
En fin, mañana más...
En fin, mañana más...
…cuando no es posible ser feliz y te asustes como
un animal... es el día de la gran broma final.
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El fotograma con el cual
ilustro esta entrada pertenece a la película “(500) Días juntos” (Marc Webb –
2009).
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