domingo, 12 de febrero de 2012

Viernes noche con Catpeople


He de reconocer que mi aproximación a la música de Catpeople ha sido algo tardía. Supongo que había escuchado algunas de sus canciones y visto algún que otro vídeo en Youtube, pero poco más. Lo cierto es que hasta la publicación de “Love Battle”, el quinto y último disco de la banda viguesa, no me había parado a escucharles con detenimiento. Gran parte de la culpa fue del Mondosonoro, que promocionó su trabajo regalándolo junto a la edición de abril de la revista. Aunque además de por la gratuidad, influyó en que les prestara atención una más que evidente similitud compositiva entre las portadas de este “Love Battle” y del mítico “Spiderland” de Slint (circunstancia ésta que viene perfectamente explicada por Lapor en un bonito post). Este llamémosle acercamiento por similitud, o evocación, es algo que me sucede con asiduidad y a veces, no siempre, me encuentro con gratísimas sorpresas como por ejemplo con el “Paupers Field” de Dylan Leblanc, que me agencié porque su portada me recordaba a algún disco de los Allman Brothers.

El caso es que por todo ello y porque me apetecía pasar un buen rato con unos amigos, el pasado viernes noche acudí hasta una conocida sala de conciertos de esta ciudad para vivir el directo de Catpeople. Y os he de decir que, a toro pasado, no tengo muy claro si me arrepiento de la tardanza del descubrimiento o sí hubiese dado lo mismo haberme privado de algo tan bueno durante todo este tiempo. Dicho esto sin ningún atisbo de ironía, porque estos tipos buenos son, o sea, buenos músicos que hacen buenas canciones. E incluso tienen sus tablas sobre el escenario, probablemente ganadas a fuerza de pelarse el culo trasladándose en furgoneta de punta a punta del país. El problema es que, según yo lo veo, sus canciones no tienen alma. O sea, son ricas en matices, no están exentas de cierta belleza y, todas ellas juntas se integran en un setlist coherente, trabajado y ordenado en la búsqueda de un clímax que haga vibrar a la gente. Pero, al menos conmigo, no hubo conexión, ¡no me "llegaron"! Y tengo la sensación de que no fui al único al que le pasó. Por otro lado está la cuestión idiomática. Catpeople cantan en inglés y padecen del mismo mal que casi todas aquellas bandas patrias que se expresan en la lengua de Shakespeare. Hablo de esa manera antinatural de forzar las pronunciaciones, más evidente en los tramos menos ruidosos de su repertorio, que tanto afean el resultado final. Bien es cierto que esta circunstancia no se aprecia tanto en el disco como en directo. Tal vez porque está muy bien acabado y se nota que han cuidado los detalles al milímetro.

En fin... que no sé tíos... que como siempre me lo pasé bien -conste que para mí ir a un concierto siempre es una fiesta y encima, en este caso, la compañía era inmejorable-...  pero reduciéndolo todo a la mera experiencia musical, quedé tremendamente despagado... otra vez será.
Por cierto que también había unos teloneros que tocaron un poco antes, cuyo nombre no recuerdo o no quiero recordar.

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