Ha muerto Whitney Houston, "la reina afro-americana del pop y del rock, el prototipo de soul diva, el blues del éxito, la voz de América, la hija del reverendo de portentosa voz…" Asisto atónito a como todos los telediarios se convierten en panegíricos dedicados a ensalzar la obra y milagros de la diosa de ébano. Los presentadores se estrujan las meninges para ver quien suelta las mayores alabanzas y le dedica mayor número de parabienes. Mientras tanto el “I will always love you” no para de sonar… Eso sí, nadie se acuerda de mencionar que la cancioncita que encumbró a la fallecida ni siquiera era suya, sino de Dolly Parton, la gran dama del country. Pero eso les da igual. Tampoco se hace hincapié en los numerosísimos traspiés de la diva, si acaso se menciona y casi de pasada el tema de sus adicciones. Se nos habla de “el enorme legado” que nos ha dejado Whitney Houston y nos muestran como a los nuevos dioses de la cosa musical se les llena la boca de elogios y agradecimientos… Y entonces vuelve a sonar la dichosa banda sonora de “El guardaespaldas”… Dios salve a la reina (muerta)… ahora te recordamos con cariño y admiración… lo cierto es que viva ya te habíamos olvidado.
Hemos de aceptar que la muerte no solo nos hace a todos iguales sino que, al parecer, nos purifica y nos redime. Y está bien, puede que sea lo correcto, por aquello de saber perdonar, ser generosos y evitar la venganza que no es para nada civilizado, ¡que no hay que hacer leña del árbol caído coño! Pero digo yo, todo tiene un límite ¿no?
Recuerdo un artículo (¿o era una entrevista?) del profesor de la UAB Félix Balanzó en el que reflexionaba sobre la muerte. Comentaba que, pese a que a él ese tema no le interesaba demasiado, la profusión de noticias sobre ilustres fallecidos y su particular tratamiento informativo, le había llevado a plantearse una serie de cosas. Porque está muy bien aquello de “agua pasada no mueve molino”, pero por favor, dejemos a los muertos en paz si tan desmemoriados estamos. Decía el profesor que cuando muere un burro (o un perro, o un gato…) y a la pobre bestia se le pasan por alto los vicios cometidos, nadie se escandaliza. Al final es hasta posible arrancar un buen recuerdo y perdonar las coces, los mordiscos y el resto de padecimientos que nos hiciera pasar. Sucede que un burro es un burro y que no sólo se mueren los burros (o los perros), sino que nos morimos todos. Y que si con el burro, el cerdo, el perro o el gato hacemos la vista gorda, conviene que nos distingamos de ellos y seamos ecuánimes, prudentes y pudorosos en el recuerdo del fallecido de nuestra especie. En definitiva, que si hemos de recordar, recordemos también lo malo, o si no mejor dejarlo estar.
Pensareis, “¡hostias este tío! ¡Cómo se ralla por un tema menor como el de la Whitney! ¡¡¡si tampoco es para tanto!!!” Tenéis toda la razón del mundo, la cosa no es para tanto. Y aunque reconozco que me resulta estomagante el que en cada telediario dediquen la mitad del espacio a loar a la diva, lo cierto es que los muchos lunares en su vida que con tanta facilidad se obvian, tan sólo le hicieron daño a ella (bueno, a ella, a su hija y al resto de su gente). Lo que me jode, ¡lo que realmente me jode!, es que esa misma técnica panegírica se le aplique a todo hijo de vecino, independientemente del currículum que atesore, como si estuviese prohibido por Decreto-Ley hablar mal de los muertos. O sea, que hace cuatro días nos tuvimos que tragar otro episodio de adulación exacerbada, ¡casi felatorio!, con Don Manuel Fraga Iribarne, ex – Presidente de la Xunta de Galicia, del PP, ex – senador y diputado de Cortes, ex – Vicepresidente del Gobierno y no se cuantas cosas más. Bueno, una de esas cosas es que don Manuel también fue ministro de Gobernación durante el franquismo. Aunque parece que eso a algunos, demasiados, les cuesta recordarlo. Eso sí, lo de “Padre de la Constitución”, “el Winston Churchill español”, “gallego internacional”, “político versátil de mente privilegiada”, “pieza clave de la Transición”, etc. etc. etc. lo pudimos oír tropecientasmil veces. Como veis todo luces y ninguna sombra a la hora de hablar del dinosaurio gallego. Y eso que las sombras fueron, cuando menos tantas como las luces. Comenzando porque ni siquiera fue capaz de renegar de su pasado franquista y de que, durante esa etapa, fuese el responsable político de los lamentables sucesos de Vitoria y de Montejurra.
En fin, que nadie pone en duda la contribución de Fraga durante el proceso de consolidación de la democracia española. Sin embargo, me parece un ejercicio de amnesia selectiva poco recomendable y hasta peligroso, el intentar maquillar su pasado. Pero bueno, se ve que de los muertos tan solo se puede hablar bien aunque hayan hecho las cosas mal. El escritor y dramaturgo Enrique Jardiel Poncela lo tuvo claro cuando mandó colocar en su epitafio aquello de “si queréis que hablen bien de vosotros, moríos”. Descansen en paz pues… y tanta gloria lleven como paz dejan.
Ya para acabar diré que tanto la canción de “El Guardaespaldas”, como la música de Whitney Houston en general, me parece horrorosa. Una mierda pinchada en un palo. Y es que si no lo digo reviento. Que Patrick Bateman me perdone…
Dicen que la muerte nos hace reflexionar sobre la vida. Y el miedo que nos produce el contemplar (aunque sea de lejos) que, tarde o temprano, la broma se acaba, nos conduce a ensalzar la mera existencia, y por extensión al difunto. Supongo que es fruto de nuestro legado cristiano. Y de que, en general, somos una especie poco honesta. Y por eso, la gente intenta hacer y decir todo lo contrario de lo que dirían o harían en cualquier otra circunstancia.
ResponderEliminarB.
Sí, sí, alright, pero estoy del "Will always love you" hasta los cataplines... Salut.
ResponderEliminarExcelente post de la primera a la última letra, Suloki!
ResponderEliminarCoincido con todo, así somos, así son los medios, así era Don Manuel en realidad, y tanta paz se lleva la 'Güitni' como descanso para nuestros oídos nos deja (aunque la sombra del 'robo' a la Dolly nos sigue persiguiendo estos días).
Por cierto, ya que he visto que has citado a Jardiel Poncela últimamente, me he releído estos días 'Amor se escribe son h', que gloria de libro y cuantas verdades :D
Cuidésemele!
Sí, es que esto del to'l mundo e güeno es una cuestión que me enerva sobremanera... Larga vida a Jardiel Ponciela. Un saludo y cuidesémele usté!!!
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