Mi última lectura veraniega, que no el último libro que leeré en este apestoso verano mediterráneo en el cual poco más se puede hacer aparte de sudar como un cerdo, es "Caribou Island" de David Vann. Se trata de una novela bastante dura que nos adentra en cuestiones tales como el suicidio, el asesinato, el vacío, el amor, la infidelidad y la nostalgia. Como veréis se trata de temáticas claramente veraniegas.
A ver, para no liaros ahí va cortita y al pie: “Caribou Island” no es tan buena como “Sukkwan Island”. Vale que eso tampoco es decir mucho porque aquella novela, la primera de Vann traducida al castellano, era tan enorme, tan impactante, tan brutalmente desgarradora, que lo siguiente que escribiera, por fuerza, había de ser peor. Pero bueno, eso es lo que hay, avisados quedáis.
La narración transcurre en los alrededores de esa isla con nombre de mamífero artiodáctilo que da título a la novela. Los protagonistas de la misma son un matrimonio y sus dos hijos ya emancipados. La historia comienza con un hombre, el padre, que decide construir una cabaña en un remoto rincón de la isla para cumplir un viejo sueño. Para eso y para superar sus frustraciones, cuestión esta capital en el devenir de la cosa. Por otro lado su mujer sospecha que este no es más que el primer paso emprendido por su cónyuge para abandonarla y pronto comenzará a somatizar ese malestar. En ese proceso le asaltarán recuerdos de un trágico pasado familiar que amenaza con repetirse. Y cuando el duro invierno se presente… pues la cosa se joderá. A pesar de su hija que se lo ve venir e intentará evitarlo, sobreponiéndose a sus propios problemas conyugales. Y a pesar de su hijo que se mantiene cómodamente distanciado de todo, dedicado a la pesca, la sauna y el fumeteo.
Al igual que ocurría en la primera novela de Vann, “Caribou Island” está ambientada en su Alaska natal, una tierra salvaje a la vez que grandiosa. El autor tira de ese hilo vital que es la comunión hombre - naturaleza y sitúa a los personajes en un auténtico paraje animado. Pero ni siquiera esa idílica alianza con el entorno les ayuda a escapar de sus miserias, elevadas a la categoría de amenaza constante. Como intuiréis un actor fundamental de la historia es la propia Alaska, pero vista como un territorio hostil, inhóspito y oscuro… ¿he dicho oscuro? ¡muy oscuro! lo suficiente como para enmarcar un sórdido retrato familiar. Sin embargo a diferencia de lo que ocurría en “Sukkwand Island”, la historia central gira en torno a varios personajes. Todos ellos -algunos más que otros- están abonados a un proceso de autodestrucción que de ninguna de las maneras puede acabar bien. Y pensareis “coño, lo mismo que en su primera novela pero ahora en plan coral”… ¡pues no! Contra lo que pueda parecer “Caribou Island” no es un más de lo mismo, si bien sí que persisten muchos de aquellos elementos que tanto impactaban en su ópera prima y que, a falta de ver como evoluciona la trayectoria literaria del escritor alasqueño, parecen ser marca de la casa. Y hasta aquí puedo leer.
Supongo que es esta una novela de consagración y como recogía con júbilo gran parte de la crítica, con ella el señor Vann ha demostrado su valía. Estoy de acuerdo, pero me ratifico en lo dicho anteriormente, “Caribou Island” no es “Sukkwand Island”, para su desgracia y la de los lectores iniciados en el universo Vann (entre los que me incluyo).
Por cierto, de "Sukkwan Island" ya os hablé aquí.
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