martes, 2 de julio de 2013

Sectas y otras cosas que se le parecen

No sé si fue por casualidad, o más bien a causa de mis insondables abismos interiores - ávidos de cuestiones que puedan generar malestar y mal rollo-, pero en un corto espacio de tiempo me he tragado unas cuantas películas cuyo argumento ronda en torno a las sectas y otros cultos minoritarios. Y me he dado cuenta de que ya son unas cuantas las pelis en las que se aborda, de mejor o peor manera, ese inquietante a la par que interesante mundillo. Y de eso es de lo que os quiero hablar en esta entrada, de como el cine ha plasmado a esos grupúsculos religiosos cuyas creencias generan un alto grado de tensión social. Obviamente me ciño a lo que he visto -y recuerdo-, pasando por alto los documentales -que haberlos haylos- y también las pelis de Cristopher Lambert -que haberlas haylas y sino las hay, pues las habrá-. Ahí va...
Advertencia: A pesar de que he tratado de evitar los spoilers, soy consciente de que no siempre ha sido posible. Especialmente en lo que concierte a la peli número 8 (Kill List). Avisados estáis.
1. “El sonido de mi voz (Sound of my voice)”, de Zal Batmanglij (2011)
La cosa va de una joven pareja que se infiltra en una secta para filmar un documental y así desenmascarar a su líder, una enigmática joven llamada Maggie que está fenomenalmente interpretada por Britt Marling. Señalo esto último porque sé que algunos de los habituales de este blog sois fans confesos de aquel extraño cuento de ciencia-ficción con hechuras de drama titulado “Otra Tierra”. Una película en la que, al igual que en esta, la Marling ejercía un doble papel de protagonista y guionista.
De ritmo lento y reposado, el debut de este director de apellido impronunciable - hermano de uno de los Vampire Weekend- no dejará indiferente a nadie. Reflexiones sobre el valor de la fe, el mesianismo y la salvación de los perdidos trufan un interesante film con un estrambótico y mejorable final.

Valoración: Entre el 6 y 7.

2. “Red State”, de Kevin Smith (2011)
Es esta la última entrega de la factoría Smith. Y sí, se trata de ese mismo Smith que nos sorprendió a mediados de los noventa con “Clercks” (1994), “Mallrats” (1995) y “Persiguiendo a Amy” (1997). También es el mismo que se ciscó sobre nuestras cholas con aquel cagarro titulado “Jersey Girl” (2004).
El film comienza con unos adolescentes que, atraídos por un anuncio que promete sexo en grupo con una MILF, caen en las garras de un grupo de fanáticos religiosos dispuestos a erradicar todo lo que según su ideario es pecaminoso. Como veréis “Red State” tiene un interesante punto de partida -además de una clara voluntad crítica para con la sociedad norteamericana y, en especial, con el fanatismo religioso tan expandido por aquellos pagos-, pero nada más. Y es que la cosa no acaba de funcionar. La película acaba por ser más interesante que buena. Un ejercicio fallido. Y eso que, según ha reconocido el propio Kevin Smith, se inspiró en la figura real de Fred Phelps, el conocido líder extremista de la Iglesia Baptista de Westboro. Un tipo que da muy mal rollo.

Valoración: Un 5 y siendo generosos.

3. “Martha, Marcy, May, Marlene”, de Sean Durkin (2011)
Articulada en base a flashbacks que llegan sin avisar, MMMM más que una historia de sectas es una peli de terror. Un film que nos habla del miedo al pasado y a las cicatrices que este nos deja o, parafraseando a un ilustre don nadie, ese que nos pone la pierna encima para no levantar cabeza. La prota, una sorprendete Elizabeth Olsen -de las Olsen de toa la vía- abandona una secta y se va a vivir con su hermana. Pese a que intenta adaptarse al nuevo estilo de vida se ve lastrada por la ansiedad y los dolorosos recuerdos de un pasado reciente. Acosada por constantes pesadillas, la vida de M se convertirá en un auténtico infierno.
Un gran acierto de la cinta es que nosotros, como espectadores, nunca lleguemos a saber cuanto hay de paranoia y cuanto de amenaza real en lo que se nos muestra. En todo caso da lo mismo, sin enseñar demasiado, Durkin consigue mantenernos acojonados durante todo el metraje. En este sentido, gran parte de culpa la tiene esa especie de Charlie Manson intelectualizado al que pone cara el siempre interesante John Hawkes.

Valoración: El 7 lo tiene.

4. “El fuego y la palabra (Elmer Gantry)”, de Richard Brooks (1960)
Clásico del género. Trufado de inolvidables personajes trazados de forma magistral por Richard Brooks (aprovechándose de la lúcida pluma de Sinclair Lewis, autor de la novela en la que se basa). Especialmente Burt Lancaster en el papel de Elmer Gantry, el predicador que protagoniza esta obra maestra. ¿Quien no le recuerda encandilando a las almas cándidas que se agolpan en cada poblacho para verle predicar? Porque Elmer predica con brío la palabra de Dios, pronunciado estremecedores sermones que no dejan indiferente a nadie. Así es como alcanza fama y fortuna, que es lo que al final cuenta. Y es que, en el fondo, Elmer Gantry no es más que un oportunista y un inmoral que tiene por único Dios al del dinero. Obviamente su ascenso no será sencillo ya que todos tenemos un pasado que nos acecha. Sobretodo siendo un pasado tan turbio como el suyo. 
Lo dicho, ópus magnum.

Valoración: Un merecido 9.

5. “El hombre de mimbre (The Wicker Man)”, de Robin Hardy (1973)
Película de culto de las de verdad. Provocadora, extraña y muy -pero que muy- sensual. Algo que llama muchísimo la atención teniendo en cuenta que hablamos de un producto de principios de los setenta. El protagonista es un conservador y súper religioso sargento de policía escocés que acude hasta la isla de Summerisle para resolver una desaparición. Una vez allí, el inspector descubrirá que en la isla se profesa una especie de culto pagano, al frente del cual está un líder religioso interpretado por Christopher Lee.
Magnífica y con un final de los que se recuerdan para siempre. 
Imprescindible verla subtitulada, sobretodo por las canciones, que son muchas y muy necesarias para entender de que va la cosa.
Por cierto que en el año 2006, Neil LaBute dirigió un vergonzante remake con Nicholas Cage a la cabeza. Huir de él como de la peste.

Valoración: Un 8'5. La del sobrinísimo de Coppola un 0,5 (¡por no cascarle un 0!).

6. “La noche del demonio (Night of the demon)”, de Jacques Tourneur (1957)
Película que promete mucho más de lo que da (Oh! Sacrilegio). Sobretodo si atendemos a quien anda tras las cámaras, ¡el puto Jacques Tourneur! Con todo reconozco que debería darle una segunda oportunidad, ya que la vi hace demasiado. Gentes de las que me fío me aconsejan una revisión. 
Recuerdo que la cosa iba de un psicólogo bastante escéptico en cuestiones de brujería y sectas que se topa con una investigación criminal en la que están presentes estas cosas. Un thriller con buena atmósfera, eso sí.

Valoración: A expensas de "revisitarla", entre el 3,5 y el 4, no más.

7. “El bosque (The Village)”, de M. Night Shyamalan (2004)
¿Que “El bosque” no va de sectas? ¿Y que son sino esa cuadrilla de iluminados que, inspirándose en la experiencia vital de H.D. Thoreau, se alejan de la civilización para vivir en consonancia con la naturaleza? Unos tipos que no dudan en mantener atemorizados a sus propios hijos con absurdas e incluso terribles reglas de comportamiento... Y mentiras, ¡muchas mentiras!
Magnífico cuento de terror injustamente tratado por crítica y público. Inteligente parábola sobre el poder del miedo. Visualmente maravillosa.

Valoración: 6,5

8. “Kill List”, de Ben Wheatley (2011)
Este film no va propiamente sobre cultos extraños, si bien, eso es lo que hay en el trasfondo de la historia (¡¡¡Hala!!! Si no la habéis visto ya os la he cagado). La cuestión arranca de forma borrosa: dos asesinos a sueldo reciben un encargo en forma de lista con objetivos a los que hay que eliminar. El dúo emprende viaje para liquidar a los liquidables, pero pronto nos damos cuenta de que la cosa no es tan fácil como parece. Lo que comienza torcido pasará rápidamente a la categoría de insano y de ahí a la locura total tras la aparición de un factor imprevisto y ¿casual? Algo que degenerará en un memorable descenso a los infiernos que nos acerca a un universo sórdido, mezcla de Haneke y Lynch. Unos infiernos que, como me señaló un amigo, recuerdan en alguna cosa a “El hombre de mimbre”. 
Mal rollo nivel fuckin' master.

Valoración: Un 6,5 o un 7.

9. “Los chicos del maíz (Children of the corn)”, de Fritz Kiersch (1984)
Aceptable película de serie B basada en la enésima novela de Stephen King llevada al cine. Vemos como una pareja que está de viaje llega hasta un apartado pueblo de la América profunda donde, para su sorpresa, no viven adultos. Pronto descubrirán que eso se debe a que han sido asesinados por los niños del lugar, que conforman una fanática comunidad religiosa que rinde culto a una extraña deidad de los campos de maíz.
A pesar de que no ha envejecido todo lo bien que debería, aún da para pasar un buen rato.
En su momento tuvo bastante éxito, lo que tristemente degeneró en la filmación de tropecientas secuelas a cada cual más chunga.

Valoración: Va, un 6 por lo que fue, pero no por lo que es. A todas las secuelas, precuelas e infracuelas, un bonito rosco (0).   ...sin acritud.

10. “Los sin nombre (Els sense nom)”, de Jaume Balagueró (1999)
A Claudia le matan a su niña. Cinco años después, adicta a los tranquilizantes y en fase de recuperación tras el mazazo, una llamada telefónica vuelve a sacudir su existencia: "Mamá, soy yo... Ven a buscarme". ¡Toma Jeroma pastillas de goma! 
Tras contactar con un ex-policía y un periodista experto en ocultismo y sectas, la señora buscará a su hija para descubrir que coño ha pasado. Al final de la carrera, lo que hay es una aterradora realidad que le ha sido ocultada: la existencia de un grupo de gente que se esconde, que rechaza su propio nombre, que conoce la ciencia empírica del mal y que disfrutan con esa maldad.
Basada en la novela homónima de Ramsey Campbell la película, una producción española de 1999, está bastante bien. En 2012 Paco Plaza dirigió una especie de segunda parte titulada “El segundo nombre”. También está basada en la obra de Campbell, pero es mucho más discreta.

Valoración: Un 8 para la primera. Un cinquito pelado (5) para la segunda.

11. “La ola (Die Welle)”, de Denis Gansel (2008)
A ver. Esta producción alemana no va exactamente de sectas, si bien, la cosa se parece demasiado como para dejarla correr. Para más inri está basada en hechos reales. En un experimento llevado a cabo por Ron Jones, profesor de historia de un instituto de California, en 1967. Al parecer su intención era demostrar que incluso las sociedades más democráticas no eran inmunes al atractivo que ejerce el fascismo y sus formas sobre los ciudadanos. Con esta premisa, Jones implantó un régimen de extrema disciplina militar en el aula al que llamó “The Third Wave”. Los alumnos se entusiasmaron hasta tal punto que a los pocos días empezaron a espiarse unos a otros y a acosar a aquellos que no querían formar parte del movimiento. Al final la cosa acabó desmadrándose y el profesor se vio obligado a acabar con el experimento antes de que sucediese algo irreparable.
Pues bien, más o menos esto es “La ola”, pero ubicándonos en un colegio alemán y más o menos en la época actual. ¿Se nos habla de una secta en esta película? Pues no ¿Y de un culto? Evidentemente sí. De eso y de la erótica de la pertenencia al culto de los elegidos. De aquellos privilegiados que forman parte del colectivo que es capaz de ver lo que los demás no vemos y señalarnos el camino a sangre y fuego.

Valoración: 6

12. “Ojos bien cerrados (Eyes wide shut)”, de Stanley Kubrick (1999)
[He traducido yo el título porque me sale del nabo]
La última obra del maestro Kubrick está consagrada al lucimiento de una pareja -Nicole Kidman y Tom Cruise- con las horas contadas más allá del celuloide (o más bien el triacetato de celulosa, o el poliéster, o yo que coño sé!!!). Él interpreta a un respetable médico cuya vida parece ir muy bien pero que, tras asistir a una fiesta, se da cuenta de que no era oro todo lo que relucía. Abrumado por los secretos conyugales revelados por su esposa, el tipo acaba enredado con una congregación secreta dedicada al hedonismo y al placer sin límites. A partir de ahí el despiporre, el misterio, la perturbación, las tetas y los culos.

Valoración: Entre el 8 y el 9. En serio.

13. “El Maestro (The Master)”, de Paul Thomas Anderson (2012)
Para algunos una verdadera obra maestra, para otros una enorme paja mental con más agujeros que un queso gruyere. Pues ni lo uno ni lo otro.
Estamos ante un trasunto de la vida de L. Ron Hubbard y los inicios de la Iglesia de la Cienciología, muy bien interpretada por el siempre correcto William Seymour Hoffman y el siempre excesivo Joaquín Phoenix. 
Lancaster (Hoffman), un intelectual brillante y de fuertes convicciones, crea una organización religiosa que empieza a hacerse popular en Estados Unidos a principios de los cincuenta. Freddie (Joaquin Phoenix), un joven vividor que está más loco que una cabra, se convertirá en la mano derecha de este líder religioso. Sin embargo, cuando la secta triunfa y consigue atraer a numerosos y fervientes seguidores, a Freddie le surgirán las dudas.
Desde mi punto de vista le sobra metraje y le falta historia. Eso y que, evidentemente, no es la gran película que su director pretendía rodar. Vamos, lo que viene en llamarse pretenciosidad, para que nos entendamos.

Valoración. Siendo tremendamente generosos, un 6. Sin serlo, un 5 y a huir.

14. “Humo sagrado (Holy smoke!)”, de Jane Campion (1999)
A ver, esta más que de sectas va de folleteo y me explico.
PJ (Harvey Keitel) es un especialista en ayudar a gente captada por las sectas que es contratado por la familia de Ruth (Kate Winslet). Con esta excusa se lleva a la muchacha hasta un apartado refugio en pleno desierto australiano donde sustituirá la “Terapia de los 3 días” por fogosas sesiones de sexo sin protección. El caso es que la cosa acaba funcionando y la niña despierta de su error, dejando de lado la influencia que sobre ella había ejercido el carismático gurú que originó todo el embolado. Eso sí, ninguno de los dos acaba del todo bien.
Irregular drama dirigido por Jane Campion que, quizás, podría haber dado más de sí. Buenas interpretaciones y poco más.

Valoración: Un 3 o 3,5.

15. “Los creyentes (The Believers)”, de John Schleisinger (1987)
Creo que esta fue la primera película sobre sectas que vi. O al menos la primera de la que tengo recuerdo. Tortuosa historia de ritos satánicos y demás florituras del más allá, en la que se ve involucrado un psiquiatra de la policía, interpretado por un imberbe Martin Sheen (sí, es el mismo que viste y calza). En el transcurso de la investigación criminal, nuestro héroe acabará enfrentándose a gente muy mala.

Valoración: Un 3 i prou.
16. “La semilla del diablo (Rosemary's baby)”, de Roman Polanski (1968)
Uno de los clásicos del director franco-polaco, de cuando aún podía pisar suelo estadounidense sin que lo metieran en el trullo. Mia Farrow y John Cassavettes son los Woodhouse, unos tortolitos que se mudan a un edificio situado frente al mítico Central Park de NYC. Una vez instalados se hacen amigos de sus entrañables vecinos, que los colman de atenciones. Cuando ella se quede embarazada descubrirá el motivo de tanta atención. Y es que, lastimosamente, en este mundo nadie da duros a cuatro pesetas.
Una película de terror sugerido, que siempre está presente aunque no se muestra jamás.
Basada en un best seller de Ira Levin que no he leído ni leeré.

Valoración: Un bonito 8.


...and that's all folks!!!

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