- Chien! Andalusia.
- Chien! Andalusia.
En la canción la chica es guapa. El cantante, no. Es gordo y suda mucho. También es calvo. Demasiado calvo, demasiado gordo y demasiado sudado para sus veintipocos años. Gotas en la camiseta. En las axilas, en los pliegues del pecho. Minúsculas partículas en su calva. Él la invitó al cine. La quería impresionar. Ella está incomoda. Sabe que no debería haber aceptado esa cita pero no supo cómo decirle que no mil veces seguidas. Los hombres consiguen a las mujeres por inundación. Eso es algo que sabe cualquiera.
- Chien! Andalusia.
- Chien! Andalusia.
Él sabe que no conseguirá nada de esa cita. Que pagará cine y refresco y nada más. Que ella no se dejará besar. Ni mucho menos conseguirá tocarle las tetas, conseguir su pastel de dedo. Que la acompañará a casa y verá cómo se mete en la portería y sanseacabó. Una vez más. Él es gordo, calvo, feo. Y suda. Mucho. Pero antes se lo hará pasar mal. Lo ha recreado en su habitación cientos de veces. Llevará a la chica bonita a ver una película que no le va a gustar. Una en la que cortan globos oculares con una navaja de barbero. Porque, nena, quiero crecer para ser algo que te haga daño, que no puedas apartar como si nada. Quiero crecer para montar una banda que se llamará Pixies y compondré una canción sobre chicas bonitas que no se dejan follar y a las que llevan tipos gordos, calvos y sudorosos a ver películas donde estallan globos oculares y la titularé:
- Debaser!!!
Sólo
por ese fragmento ya os debería picar la curiosidad y leer esta
novela.
Está
firmada por Carlos Zanón y no me importa reconocer que, hasta que
“Yo fui Johnny Thunders” cayó en mis manos, no le conocía ni de
oídas. A él, que no a los Pixies, aunque
eso da lo mismo. No
es necesario profesar devoción
por los de Boston para
disfrutarla. Y
es que la novela es muy buena, sobretodo
por que está escrita de una forma
portentosa. Por eso y por incluir un
relato vibrante
de la otra Barcelona, la
que no sale en las guías turísticas, la
de los losers,
la de las gentes
del extrarradio,
la de quienes tienen suficiente
consagrando su vida a la mera supervivencia. Ese
es el paisaje por el cual deambula Mr.
Frankie, un ex-yonki que,
persiguiendo su sueño de ser una estrella del rock, llegó a ser
Johnny Thunders. Aunque la ilusión tan
solo le
duró un ratito.
Y
que no os despiste el que esté editada
dentro de la Serie Negra de RBA. No creo que eso sea lo más
importante. Aunque bueno, por estas tierras solemos decir que
“quan més sucre, més dolç”.
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