jueves, 4 de septiembre de 2008

¡¡¡El vasco voladoooorrr!!!


Anoche, buceando entre los canales del cable, me topé con la mítica película “El desfiladero de la muerte”, dirigida por Russell Rose en 1959 y protagonizada por la oscarizada Susan Hayward o el mallorquín Fortunio Bonanova. No sé si la habéis visto, pero de no ser así intentad localizarla. Os lo recomiendo. “El desfiladero de la muerte” o “Thunder in the sun”, que así se llama originalmente. Buscadla. Me lo vais a agradecer. Una historia de cowboys vascos, como lo oís. Una marcianada única. Primero por tratarse de un tema nunca visto en el cine, al menos que yo sepa. Después por el retrato tan peculiar que Hollywood hizo de estos representantes del pueblo sobre el que tanto fabuló Sabino Arana. La verdad es que se me escapa de qué fuentes bebieron para documentarse, si es que lo hicieron y no tocaron de oído como parece. Y es que, como ya he dicho, la cinta narra las desventuras de un grupo de emigrantes vascos que, huyendo de las Guerras Napoleónicas, pretenden atravesar el territorio estadounidense para asentarse en California. Es por ello que se verán obligados a pasar por el peligroso territorio de Missouri, dominado por unas tribus indias que no están dispuestas a ponerles las cosas más fáciles de lo que se las puso Napoleón. Con todo, en un Happy End digno de otra época, la caravana conseguirá doblegar a los salvajes alcanzando así su destino. A pedrada limpia. Y esto último es literal.

El esquema es el tradicional de cualquier western malo. Lo único diferente es que los protas no proceden de las áridas tierras de Arizona o Texas, sino de un poco más arriba del Gran Bilbao. Es por eso que los actores que hacen de vascos, para diferenciarse de un vaquero a la clásica, van ataviados con boina, trajes típicos y guantes de cesta punta con los que hacer frente a los malosos. Encima combaten como saltimbanquis lanzadores de ripios y utilizando un curioso grito de guerra: el tradicional irrintzi tan característico de sus fiestas y bailes populares. Pero esto no es lo peor, que tiene narices la cosa. Las victorias son celebradas por toda la cuadrilla bailando sevillanas y dando palmas en torno a un fuego -¿?-. No tiene desperdicio.
Y vaya, que “El desfiladero de la muerte” como película, pues es bastante flojita. O directamente un truñaco, ¿para que ser suave en los calificativos? Ahora, ver a una panda de garrulos dando piruetas circenses, pegando alaridos como dementes y follándose a media nación india en una versión diabólica del jai alai es un descojone digno de ser visto. Más aún cuando parece evidente que no es una sátira, ni una burla, ni siquiera una coña filmada por algún antepasado de los hermanos Wayans, aunque lo parezca. Simple y llanamente es una supina muestra de ignorancia al cargo de quien se atreve a filmar cualquier cosa sin saber de lo que habla. Al fin y al cabo, el tarugo medio a quien iba dirigido tampoco se iba a dar cuenta. Y supongo que eso es lo que la hace tan divertida… Bueno eso y un cúmulo de escenas memorables. Como esa en la que, ante el inminente ataque de los indios, un aizkolari transmutado en Wyatt Earp anima a sus compañeros a combatir “como antiguamente en Roncesvalles. Tremenda emoción. O cuando al final la Hayward se abraza al lehendakari de la tropa, con ese gesto entre afectado y estreñido… Bufff… Pell de borró!  Y cualquiera de esas escaramuzas que parecen cuadros de Goya protagonizados por aprendices de Bud Spencer y Terence Hill… ¡Joder, es que es mu grande todo! ¡A posta no te sale tamaña genialidad!
Lo gracioso es que varios años después y no sé si inspirados por esta obra maestra, los creadores de la serie “MacGyver” dieron su propia versión del pueblo vasco. Sería en 1985 y durante la primera de sus siete temporadas. En un episodio llamado “El Mundo de Trumbo” y que comenzaba en un Euskadi selvático poblado de guerrilleros bigotudos recolectores de bananas. Si bien, lo más impresionante es la bajada en Zodiac por las encabritadas aguas del río Nervión. Pa'mear y no echar gota... Pero vaya, que esta sí parece una coña filmada ex profeso…
Y es que los americanos son unos putos jachondos, además de bastante ignorantes de toda aquella realidad que se aleje un milímetro de sus fronteras. Lancemos pues un irrintzi a su salud. Si no existieran habría que inventarlos.

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