Anteayer me terminé “El Eternauta”,
gran clásico de la literatura de ciencia ficción y para muchos la mejor novela
gráfica argentina de la historia. Reconozco que no hubiera procedido a su
lectura de no ser por el magnífico artículo “El desaparecido HGO (una historia argentina)”, escrito por Manuel Rivas para El País Semanal.
La obra, que narra las peripecias de un grupo de supervivientes ante a una
invasión alienígena, se publicaría por vez primera en la revista argentina Hora
Cero. Lo haría por entregas semanales, la primera de las cuales saldría el 4 de septiembre de 1957, mientras que la última lo haría el 9 de
septiembre de 1959, ciento cinco semanas después. La versión original, que es
la que yo tengo, está escrita por Héctor G. Oesterheld e ilustrada por Francisco Solano López. Diez años después se realizaría un remake de la misma con
Alberto Breccia como encargado de diseñar las viñetas.
Al
comienzo de la historia, el eternauta se le aparece al
guionista en la buhardilla donde trabaja y le relata lo que está por venir. Todo comenzará con una misteriosa nevada que arrasa Buenos Aires, algo ciertamente extraño por aquellas latitudes. Este último, que no es otro que el propio Oesterheld, escucha atentamente el relato de la
tragedia y la aparición de un horror sin rostro definido. Tras más de trescientas páginas vemos como el eternauta acaba y regresa al hogar con su mujer e hija. Y eso a pesar de que el guionista, al que
acaba de hacer partícipe de su historia, trata de disuadirlo. Pero es que una vez se
ha reencontrado con los suyos, ya no recuerda nada. El guionista es ahora el
único que conoce lo que está por venir, incluyendo la nevada mortal, la
invasión, lo de los Cascarudos, los Hombres - Robot, los Manos, los
Ellos... Así pues la memoria del eternauta ha sido transferida
al guionista, quien ahora es el nuevo eternauta.
“El Eternauta, inicialmente, fue mi versión de Robinson (Crusoe)”,
comentaba Oesterheld en su momento. Pero por la época que le tocó vivir, se le aplicó una relectura claramente política, más aún a partir de la segunda
versión del libro claramente enfocada a ese objetivo. Lo cierto es que más
adelante, Oesterheld pasaría a formar parte de la lista de desaparecidos
durante la dictadura de Videla. De hecho el trágico final del autor y el de miles de argentinos, confirman a esta obra como una
estremecedora ficción premonitoria.
Por cierto que se anuncia una versión cinematográfica que, según parece, estaría
dirigida por la interesante realizadora Lucrecia Martel. Esperaremos acontecimientos.
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