martes, 16 de diciembre de 2008

Quemar después de leer

A puntito de que la retiraran de la cartelera, me acerqué a una de esas multisalas que han proliferado como setas en mi ciudad para ver “Quemar después de leer”, última creación de los hermanos Coen. Por qué me ha costado tanto tiene relación con gente de mi entorno, personas de total confianza en asuntos fílmicos, que me insistían en que la película no valía un peo. Pero es que además leí en algún suplemento cultural que esta producción era tan mala como para postularse a los Razzie 2008. Si a eso le unimos que soy más aficionado a la faceta “seria” de los hermanos, aun no sé cómo al final acudí al cine.

Y oye, que se jodan todos. Eso y que, como dicta el refrán, más vale tarde que nunca. Pese a los malos augurios, o quizás gracias a ellos, la película me gustó un montón. Sobre todo me hizo pasar un buen rato, cuestión esta que yo valoro mucho cuando voy al cine ya que, por desgracia, sucede de uvas a peras. Lo de divertirme, se entiende. Es más, no recuerdo la última vez que me reí tanto en una sala como anteayer. Especialmente con esa hilarante conversación que, a modo de cierre, mantienen los dos agentes de la CIA en el despacho del superior. Un delicioso crescendo de burradas que no desvelaré para que la disfrutéis sin spoilers.

El planteamiento de la historia se sitúa en torno a la figura de Ozzie Cox –personaje interpretado por John Malkovich-, un agente retirado de la CIA que está redactando sus memorias. El problema surge cuando su mujer -Tilda Swinton- le plantea el divorcio y, en connivencia con su abogado, le roba una copia del cedé en el que almacena los avances en el borrador, creyendo que contiene información interesante en aras a un futuro proceso judicial. Todo se enreda cuando el disco compacto cae en las manos del aturdido personal de un gimnasio al cual acude habitualmente una de las secretarias del abogado. A partir de aquí, dos empleados del mismo-Brad Pitt y Frances McDormand-, intentan chantajear a Ozzie. Y en esas andaban cuando la CIA, enterada del asunto, decide tomar cartas en el asunto.

Divertidísima comedia cuya virtud principal consiste en conciliar una trama enrevesada, con el divertimento a la manera de los Coen y sin que por ello perdamos el interés por conocer el desenlace. Todo amenizado por una retahíla de situaciones absurdas en las que se parodia a los servicios de inteligencia norteamericanos y su supuesta eficiencia. Sólo puedo recomendaros que no la dejéis pasar. En el cine, si aún llegáis, o recurriendo al videoclub o a la siempre socorrida mula. Y es que “Quemar después de leer” supone otra muesca más en el revolver de unos Joel y Ethan Coen que rara vez erran el tiro. Por cierto, muy bien el señor Pitt en su papel de atontado.

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