Como
os decía en la entrada que colgué ayer, muy mal titulada “El Roto vs
Kapuscinski”, hoy toca hablar de este último. El motivo es
obvio: la muestra fotográfica que actualmente y hasta finales de
mes, se expone en el MuVIM (Museu Valencià de la Il.lustració i
la Modernitat). La exposición, que se ha titulado aquí
“Kapuscinski (Ryszard) - L'Ocàs de l'Imperi”,
está compuesta por una serie de fotografías tomadas en diferentes
repúblicas de la ex- URSS por el propio Kapuscinski durante el
periodo 1989-1991. Parece ser que el mítico reportero tenía en
proyecto organizar una exhibición con esas imágenes, tomadas en el marco de todos aquellos viajes magistralmente narrados en su obra magna “El
Imperio”. Pero el hombre se murió sin concretar nada. Unos
años después, algunas de las instantáneas seleccionadas fueron
halladas entre su extenso archivo personal. Y de ahí salieron las
cincuenta que se expusieron en la Galería Nacional de Arte
Zacheta de Varsovia, reducidas aquí a treinta y cinco. Se ve que cincuenta aún les pareció demasiado a los encargados de esta cosa.
Como
habréis deducido ya, la exposición me supuso una decepción
mayúscula. Y es que quien suscribe estas líneas es muy fan
del periodista polaco y se ha leído la mayoría de sus libros.
Curiosamente el primero fue “El Imperio”, justamente en el
proceso de “ambientación” que precedió a un bonito viaje que me
llevaría a transitar por entre las tierras de los zares, hace la tira de años.
Se supone que con la
exhibición de estas fotografías se pretendía dotar de una
dimensión personal a todo aquello que tan bien se contaba en el
libro. Pero no. Y es que treinta y pocas imágenes, la mayoría de
ellas sobre la marcha que tuvo lugar en Moscú frente al intento de golpe de Estado perpetrado por Guennadi Yanáyev, no dan para dimensionar nada. Y lo que es peor, no
le hace justicia a un magnífico libro que cuenta como ninguno el
como y los porqués del desmembramiento de la URSS. Porque “El
Imperio”, pese a no ser más que un librito de viajes y anécdotas, cuenta ese periplo mejor de lo que hacen la mayoría de manuales de historia. Nunca
un relato personal me había ayudado tanto a comprender un proceso histórico tan complejo. Bueno, matizo lo anterior, rayando a ese
nivel de excelencia, aunque referido a otros procesos y localizaciones,
también están los libros que Kapuscinski dedicó al Sha de Persia
(“El Sha o la desmesura del poder”) y al puzzle africano
(“Ébano). Y es que, como comentó en su día Salman Rushdie, “un
Kapuscinski vale más que mil chupatintas
con sus gimoteos y fantasías”.
En fin, ¡lástima de exposición!
Por cierto que del genio de Pinsk ya os hablé aquí y también aquí. Y de la peligrosa moda instaurada en Valencia de montar exposiciones de mierda, justo aquí.
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