Tengo por costumbre darle una
oportunidad a todas aquellas cintas dirigidas por realizadores cuyas obras
previas me hayan gustado. Supongo que no es ninguna rareza. Me consta que a
muchos cinéfagos les pasa tres cuartos de lo mismo.
En estas que Richard Kelly, cuya ópera prima fue la estimulante “Donnie Darko”, presentó en 2006 y en Cannes su última producción titulada “Southland Tales”. Y aquí el amigo se dispuso a verla. Si lo llego a saber me paso el estreno por el forro de los cojones. ¡Qué cosa más mala mon dieu! Os aconsejo no perder ni un segundo viendo semejante paja mental con pretensiones de profundidad. De traca no, lo que va después.
En estas que Richard Kelly, cuya ópera prima fue la estimulante “Donnie Darko”, presentó en 2006 y en Cannes su última producción titulada “Southland Tales”. Y aquí el amigo se dispuso a verla. Si lo llego a saber me paso el estreno por el forro de los cojones. ¡Qué cosa más mala mon dieu! Os aconsejo no perder ni un segundo viendo semejante paja mental con pretensiones de profundidad. De traca no, lo que va después.
Me debería haber escamado que esta cosa no llegara a estrenarse en nuestras
pantallas tras participar en el mencionado festival. Tal vez porque nuestras
distribuidoras se asustaron ante el cúmulo de malas críticas y vaya, que por
una vez estaré de acuerdo con su proceder. Y es que no es para menos. Este
engendro de diarreico argumento no se puede soportar. Consigue que nos
replanteemos el supuesto buen hacer del director en su película anterior. Yo,
por si acaso, paso de revisar “Donnie Darko”, no sea cosa que constate que el
cuelgue de Kelly viene de lejos.
Joder y es que da rabia, porque mira que la peli tenía mala pinta, pero aun así
me arremangué e hice el esfuerzo de tragarme las dos horas largas de infumable
metraje. Estaba advertido. La peli no es que sea mala sino muy mala. Me lo
habían dicho. Lo había leído. Sin ir más lejos a Carlos Boyero, por aquel
entonces aún en El Mundo, quien en su columna semanal afirmaba cosas como que
“es imposible describir la empanada mental del tal Kelly, su facilidad para
empalmar tonterías con pretensiones alegóricas y simbolistas”. Y a mí que
me dio igual. Que si Boyero está loco y/o es un hater y tal y Pascual…
Pero es que encima la película está protagonizada por un saco de músculos otrora
estrella del Pressing Catch. Y entre los secundarios aparece peña como
la médium enanizada de “Poltergeist”, “Buffy la Cazavampiros”, el tío que le hacen pajas metiéndole dos dedos en el ojete en “El Viaje de Pirados”,
Christopher Lambert -el anti-actor-, el alguacil mayor de Juzgado de Guardia, Justin Timberlake con chotilla y cicatriz taleguera y… tarara
tatá… ¿Alguien da más? Pues sí… Hay más. Mucho más. Cómo que la peli
se anuncie como comedia de ciencia-ficción, con elementos de thriller
político y cine de catástrofes. O traducido al idioma de la calle, una
suerte de Chris Marker empanado tras fumarse un porraco XXL con alguno de los hermanos Wayans, adaptando una historia de Graham Greene y montada por el puto James
Cameron… ¡Toma Jeroma pastillas de goma!
A ver cómo lo veis.
La trama, o lo que quiera que sea eso, se sitúa en Los Ángeles durante el año
2008. Se ha producido un ataque nuclear en Texas, que tiene como consecuencia
una carestía generalizada de electricidad y carburante. Pero mira tú por donde
una empresa alemana dirigida por paranoicos, descubre una energía alternativa
que solucionará el problema. El Fluid Karma™ procedente del
océano y que altera la rotación de la tierra (y que algunos pensamos es la
droga que se chutó el director para filmar tamaño bodrio). Ante ello, un
amnésico director de cine que es a la vez un alto cargo del Partido
Republicano (¿?), una reina del cine porno reconvertida en popstar,
dos hermanos gemelos policías a cada cual más inútil, una directora de cine que
financia su obra chantajeando a peña y un colectivo guerrillero de
ideología neo –marxista, deciden enfrentarse a una gran conspiración
mundial de no se sabe muy bien quien o qué, para instaurar el caos. Conclusión,
por h o por b pero el fin del mundo está al caer. Todo ello contado con muy
poca gracia, si es que esto es una puta broma del señor Kelly. Y envuelto en
una retórica filosófica y pseudo-intelectual que da como fruto un film muy, pero
que muy ridículo. En este sentido no tiene precio aquella escena en la que la
señorita zampabollos amenaza con suicidarse si el personaje al que pone cara y
poco más Dwayne “the Rock” Johnson no se saca la chorra en medio
de Venice Beach, para practicarle una felación. Como lo oyes.
¿Pero hay algo bueno en la
película? Pues no sé qué decir. Tal vez que algunas de las canciones que suenan
son chulas: algo de Moby, de los Pixies, The Killers y
algún esbozo de Sigur Rós, pero poco más. Bueno sí, la aparición relámpago
de George W. Bush creo que para criticarlo. Aunque ahora que lo pienso, no lo
tengo tan claro. Que las chicas que salen son guapas y los tipos están mazaos,
si es que eso es un valor cinematográfico, que no lo creo, pero vete tú a saber…
Y
esto es “Southland Tales”, un tremendo cagarro. Una mierda como un castillo.
Un ñordo catedralicio. Un cerro de mojones de vaca apilados. Eso si es que se
la puede calificar de película. Más bien sería un delirio psicotrópico que
sirve para confirmar que los efectos de las drogas sobre las personas son siempre
devastadores. Ejemplificado en la figura de su perpetrador Richard Kelly, hasta
las cejas de Fluid Karma™.
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