martes, 6 de enero de 2009

88 miserables minutos

Servidor, que es aficionado al cine desde que tiene uso de razón, sitúa a Al Pacino como uno de sus referentes junto a Marlon Brando, Charles Laughton, Ben Gazzara, Gregory Peck, Edward G. Robinson, Spencer Tracy, Michael Caine, Ingrid Bergman, Simone Signoret, Sterling Hayden, Kirk Douglas, James Cagney, Orson Welles, Lino Ventura, Joseph Cotten, Shirley McLaine, Fanny Ardant, Isabelle Huppert, Peter Lorre, Joan Fontaine, Fernando Fernán Gómez, Katharine Hepburn, Lauren Bacall, Philip Seymour Hoffman, Toshiro Mifune, Paul Newman, Paco Rabal, Lee Marvin, Daniel Day-Lewis, James Stewart, Rita Hayworth, Jack Lemmon, Cary Grant, Clint Eastwood, Gena Rowlands, Ullrich Mühe, Gene Hackman, Bruno Ganz, Sean Penn, Alain Delon, John Cazale, John Cassavettes, Robert Ryan, Olivia De Havilland, Pete Postlethwaite, Susan Sarandon, José Sacristán, Takashi Shimura o Marcelo Mastroianni. Es por eso que, tras ver esta horrorosa película que atiende al nombre de “88 minutos” (Jon Avnet, 2007), no puedo más que reflejar mi inmensa tristeza ante los derroteros que está tomando la carrera del bueno de “Sonny”. ¿Qué necesidad había de participar en este bodrio compadre? ¿Tan mal tenemos las finanzas? ¿O es que Pacino ya está senil y no es capaz de diferenciar un buen papel de otro malísimo? Y es que no hablamos de una película mediocre, sino de una de esas que son malas de solemnidad. Si no es lo peor que ha rodado Pacino en su larga trayectoria cinematográfica. Y mira que en los últimos tiempos se ha lucido con cositas como La Prueba, o “Simone”

En la cinta, nuestro amigo hace de un docente universitario que además colabora como psiquiatra forense para el FBI. Al comienzo recibe una amenaza telefónica, anunciando que tan sólo le quedan ochenta y ocho minutos de vida. Y ese es el tiempo que tiene para desenmarañar la historia, encontrar al maloso y salvar el pellejo. Como veis se trata de la enésima película con una cuenta atrás. Y como ocurre en todas las de su especie, corre el riesgo de que comencemos a mirar nuestro reloj desde pronto. Que es exactamente lo que pasa aquí desde el minuto uno. Y cuanto más dura la cosa, tanto peor y más lenta se hace la condenada. Llega un momento en que solo tienes ganas de que se follen de una vez al profe de los cojones. Cosa que ocurre. Creo. ¡Toma destripe! O no.  

Lo cierto es que no hay por dónde cogerla. Todo resulta inverosímil. Está repleta de cabos sueltos que no hay manera de atar. Encima, para cabrearnos todavía más, a Jon Avnet no se le ocurrió otra cosa que introducir una conversación telefónica entre Pacino y el facineroso a modo de epílogo. Con ella pretende explicarnos lo que ha pasado y el porqué, como si fuéramos unos prementales incapaces de captar las sutilezas del guión. Como si importara, vaya. Porque esto no hay Dios que lo levante, ni con ni sin explicación. Y es que menuda mierda de película que te has cascao Jon... Toda ella. Ojalá algún día lo pagues. A poder ser con sangre. 

¿Que le vamos a hacer? ¿Y sobre todo que vamos a hacer con Pacino? Pues refugiarnos en el gran actor que encarnó a Frank Sérpico, a Michael Corleone, a Lefty Ruggiero, a Carlitos Brigante, a Ricky Roma, a Arthur Kirkland, a Tony Montana o Sonny Wortzik. ¡Poca broma! Así pues, permíteme darte un consejo Al: ¡Respétate un poquito! Pero sobre todo respétanos.

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