jueves, 12 de marzo de 2009

¿Quién vigila a los vigilantes?


La frase original es atribuible a un poeta del siglo I d.c. “Quis custodiet ipsos custodes?” escribía Décimo Junio Juvenal en su “Sátira VI” en referencia a los vicios de los que adolecía la sociedad romana de la época. Suponemos que también es ese el significado que quiso darle a la frasecita Alan Moore en su ópus magnum “Watchmen”. Es más, de ahí su título y la insistencia en la cuestión a lo largo de la novela. De diferentes formas. Por ejemplo a través de ese grafiti neoyorquino que se repite en varias de las viñetas. 

Comento esto para introducir uno de los estrenos cinematográficos más esperados de los últimos tiempos. Especialmente para los millones de fans que atesora “Watchmen” entre los que, no tengo muy claro si me incluyo. Por fin y tras varios proyectos cancelados, llega hasta nuestras pantallas la adaptación del considerado por algunos como el mejor cómic de la historia. La película, dirigida por el norteamericano Zack Snyder, se basa en la mencionada novela gráfica, publicada por entregas entre los años 1986 y 1987 por DC Comics. Como ya he comentado, la historia fue ideada por el gran historietista británico Alan Moore, autor también de otras joyitas del género como “V deVendetta” o “From Hell”. El dibujo estuvo a cargo de su compatriota Dave Gibbons.

El gran impacto que causó se demuestra en el hecho de que estamos ante la primera novela gráfica en conseguir un Premio Hugo, concretamente en el año 1988. Recordemos que este galardón se otorga a escritores del género de ciencia ficción. También tiene el honor de ser la única de su especie que aparece en la lista de las 100 mejores novelas en lengua inglesa elaborada por la revista Time.

La historia de “Watchmen” es una especie de distopía futurista con rasgos que evocan a unos EEUU en plena guerra fría. Asistimos a un momento histórico en el que los superhéroes, tras cometer una serie de desafortunados incidentes, pasan de la admiración general a convertirse en una suerte de personajillos que se mantienen en la clandestinidad tras ser prohibidos por la administración Nixon. Pasados unos años y con todos ellos llevando vidas anónimas, un terrible suceso ocasionará su vuelta al ruedo: El asesinato de “El comediante”, integrante de los Minutemen y posteriormente de los Vigilantes. Es aquí cuando su amigo Rorschach, un sociópata con planteamientos autoritarios y ultraconservadores que también formó parte de los Vigilantes, comienza a investigar. Convencido de que alguien se está ocupando de aniquilar a los antiguos miembros del grupo, se dispone a avisarles antes de que sea demasiado tarde.

Cuando leí la novela gráfica -¡ya ha llovido desde entonces!-, me impactó por la complejidad de la trama, con diferentes líneas argumentales que se entrecruzan. Y como no, por la deconstrucción del arquetipo convencional del superhéroe, acostumbrado como estaba a los infalibles Superman, Spider-Man y otras gentes de mal vivir de quienes, por cierto, nunca fui muy fan. Todo eso, junto con la presencia de elementos de crítica social, de política internacional y su mensaje claramente antimilitarista, hicieron que mi impresión fuese la de estar ante un libro de categoría superlativa.

Respecto a la película, tan sólo puedo decir que es una adaptación correcta. Bastante fiel al original, de una factura técnica impecable y que, no creo decepcione a la mayoría de fans. Sin embargo, confirmando aquella profecía que establece que “Watchmen” es la única novela gráfica inadaptable al mundo del celuloide, la cinta ha tenido que simplificar su argumento y alargar el metraje. Motivos que me impiden calificarla de excelente. Sobre todo porqué entre las cosas que no incluye están los “Relatos del navío negro”, tan importantes para trasladar el mensaje final de Moore. En la novela, las viñetas mostrando los intentos desesperados de un náufrago para regresar a casa y advertir a su familia de la inminente llegada de un barco pirata tripulado por las almas de los muertos, se yuxtaponen a otras en las que se desarrolla la narración principal. Dotándola de un fuerte contenido simbólico del que carece el film de Zack Snyder.

Así pues y a modo de conclusión, decir que tanto seguidores, como aquellos no familiarizados con la novela gráfica, pueden pasar un buen rato en el cine. Pero estos últimos se perderán muchos de los elementos fundamentales que el original contenía y que la película ha decidido obviar. Como le escuché a algún crítico radiofónico, es todo un triunfo que sea una adaptación más que decente del original, pero también es una lástima que no sea mucho más que eso.

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