La frase
original es atribuible a un poeta del siglo I d.c. “Quis custodiet ipsos
custodes?” escribía Décimo Junio Juvenal en su “Sátira VI” en referencia
a los vicios de los que adolecía la sociedad romana de la época. Suponemos que también
es ese el significado que quiso darle a la frasecita Alan Moore en su ópus
magnum “Watchmen”. Es más, de ahí su título y la insistencia en la
cuestión a lo largo de la novela. De diferentes formas. Por ejemplo a través de
ese grafiti neoyorquino que se repite en varias de las viñetas.
Comento esto para introducir uno de los estrenos cinematográficos más esperados
de los últimos tiempos. Especialmente para los millones de fans que
atesora “Watchmen” entre los que, no tengo muy claro si me incluyo. Por
fin y tras varios proyectos cancelados, llega hasta nuestras pantallas la
adaptación del considerado por algunos como el mejor cómic de la historia. La
película, dirigida por el norteamericano Zack Snyder, se basa en la mencionada novela
gráfica, publicada por entregas entre los años 1986 y 1987 por DC Comics.
Como ya he comentado, la historia fue ideada por el gran historietista
británico Alan Moore, autor también de otras joyitas del género como “V deVendetta” o “From Hell”. El dibujo estuvo a cargo de su compatriota
Dave Gibbons.
El gran impacto que causó se demuestra en el hecho de que estamos ante la
primera novela gráfica en conseguir un Premio Hugo, concretamente en el
año 1988. Recordemos que este galardón se otorga a escritores del género de
ciencia ficción. También tiene el honor de ser la única de su especie que
aparece en la lista de las 100 mejores novelas en lengua inglesa elaborada por
la revista Time.
La historia de “Watchmen” es una especie de distopía futurista con rasgos que
evocan a unos EEUU en plena guerra fría. Asistimos a un momento histórico en
el que los superhéroes, tras cometer una serie de desafortunados incidentes, pasan
de la admiración general a convertirse en una suerte de personajillos que se
mantienen en la clandestinidad tras ser prohibidos por la administración Nixon.
Pasados unos años y con todos ellos llevando vidas anónimas, un terrible suceso
ocasionará su vuelta al ruedo: El asesinato de “El comediante”, integrante de
los Minutemen y posteriormente de los Vigilantes. Es aquí cuando su amigo Rorschach, un
sociópata con planteamientos autoritarios y ultraconservadores que también formó
parte de los Vigilantes, comienza a investigar. Convencido de que alguien se
está ocupando de aniquilar a los antiguos miembros del grupo, se
dispone a avisarles antes de que sea demasiado tarde.
Cuando leí la novela gráfica -¡ya ha llovido desde entonces!-, me impactó por
la complejidad de la trama, con diferentes líneas argumentales que se
entrecruzan. Y como no, por la deconstrucción del arquetipo convencional del
superhéroe, acostumbrado como estaba a los infalibles Superman, Spider-Man y
otras gentes de mal vivir de quienes, por cierto, nunca fui muy fan. Todo eso, junto con la presencia de elementos de
crítica social, de política internacional y su mensaje claramente
antimilitarista, hicieron que mi impresión fuese la de estar ante un libro de categoría superlativa.
Respecto a la película, tan sólo puedo decir que es una adaptación correcta. Bastante
fiel al original, de una factura técnica impecable y que, no creo decepcione a
la mayoría de fans. Sin embargo, confirmando aquella profecía que
establece que “Watchmen” es la única novela gráfica inadaptable al
mundo del celuloide, la cinta ha tenido que simplificar su argumento y alargar
el metraje. Motivos que me impiden calificarla de excelente. Sobre todo porqué
entre las cosas que no incluye están los “Relatos del navío negro”, tan
importantes para trasladar el mensaje final de Moore. En la novela, las viñetas
mostrando los intentos desesperados de un náufrago para regresar a casa y
advertir a su familia de la inminente llegada de un barco pirata tripulado por
las almas de los muertos, se yuxtaponen a otras en las que se desarrolla la narración
principal. Dotándola de un fuerte contenido simbólico del que carece el film de
Zack Snyder.
Así pues y a modo de conclusión, decir que tanto seguidores, como aquellos no
familiarizados con la novela gráfica, pueden pasar un buen rato en el cine. Pero
estos últimos se perderán muchos de los elementos fundamentales que el original
contenía y que la película ha decidido obviar. Como le escuché a algún crítico radiofónico,
es todo un triunfo que sea una adaptación más que decente del original, pero
también es una lástima que no sea mucho más que eso.
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