Sobre estas líneas el celebérrimo
“Grito” de Edvar Munch. Junto al óleo vemos una momia de la cultura Chachapoyas
exhibida en el Museo de la Nación de Perú. La comparación viene a
cuento porque en fechas recientes, el Instituto Americano de Arqueología, ha
manifestado que muy posiblemente el pintor noruego realizó un retrato de una
momia boquiabierta que había contemplado en el Museo del Hombre de
París de 1889. Así que, lo que representaría “El Grito” no es tanto un grito sino
una cara desecada con la mandíbula desencajada. Efecto común en las momias
humanas que ven como esta se les desploma cuando los músculos se descomponen con
el rigor mortis.
Con todo, la versión oficial sobre la gestación de esta obra maestra sigue siendo
la misma. Se encuentra recogida en una anotación que Munch hizo en su diario en
enero de 1892: “Estaba dando un paseo con dos amigos, atardecía, y de
repente el cielo se volvió rojo como la sangre [...], me quedé quieto,
temblando por la ansiedad, y sentí un grito infinito atravesando la naturaleza”. El
pintor achaca así la gestación de su obra a un ataque de ansiedad. Lo gracioso
es que esta explicación, elevada a la categoría de leyenda, desde muy pronto ha
sido objeto de interés prioritario para los científicos. Especialmente los de
la universidades americanas, que ocupados en su empresa de investigar todo lo
investigable, se descolgaron en 2003 con la teoría de que el “cielo
rojo como la sangre” no surgió de la imaginación de Munch, sino de los
extraños crepúsculos que provocó en Oslo la erupción del volcán Krakatoa en 1883.
El caso es que pese a los nuevos estudios y revelaciones, la obra de Munch
mantiene intacta toda su fuerza expresiva. Siendo todo un referente no sólo del
expresionismo, sino de la pintura universal -incluso de la cultura popular-.
Mientras tanto, los Chachapoyas seguirán siendo una tribu precolombina semidesconocida
con un curioso nombre que, por qué no decirlo, da para muchas bromas. Eso sí,
independientemente de las explicaciones científicas que se den, las muecas de
la momias acojonan de la hostia.
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