Después de la machacona
campaña promocional que a través de prensa, radio, los blogs y las webs especializadas
en música o cultura e incluso el Facebook,
realizaron los responsables de la gira española de Eilen Jewell, decidimos
acercarnos a ver que nos ofrecía el directo de esa menuda rubia de porcelana,
provista de una portentosa voz. En esta segunda aparición por nuestro país en
poco más de un año, la Jewell traía bajo el brazo su último disco de homenaje a
la gran figura del country Loretta
Lynn, titulado “Butcher Holler”. Los
cortes de este último álbum, publicado a finales de julio, junto con las
canciones incluidas en su anterior y exitoso “Sea of tears”, constituyeron el tracklist de una velada mágica en la cual la cantautora de
Cambridge, Massachussets, destapó el tarro de las esencias. Un country rock elegante y armonioso, incluso grandilocuente por momentos,
interpretado por una artista en estado de gracia con la inestimable ayuda de
una maravillosa banda de acompañamiento compuesta por un guitarrista
espectacular – que físicamente se parece al líder de los Midnight Oil-, un buen baterista – el enamoradísimo marido de
Eilen- y un fantástico y feliz contrabajista – con un porte entre aristocrático
y rockabilly que me recordaba al actor británico Ralph
Fiennes-. No es extraño que, recientemente, el primer ministro británico la citase entre sus artistas favoritas. Ya sabemos de David Cameron que, pese a
ser un facha, no tiene mal gusto musical.
Como he comentado al
comienzo, el show se basó en la
interpretación de las canciones incluidas en sus dos últimos álbumes. Más
country y más bailables añadiría yo (y unos borrachos que tenía situados justo a
mi vera), las versiones de Mrs Lynn, más sobrios y relajados los cortes
compuestos por Mrs Jewell. En ellos, además de la influencia de la country woman homenajeada, se aprecia
como el abanico de influencias de la artista norteamericana ampara a gente tan
diversa como Woody Guthrie,
The Kinks, Willie Nelson o el mismísimo Bob Dylan, al cual versionearon hacia
el final de la velada.
Encima
la tipa estuvo simpatiquísima con el público, interactuando constantemente con
las primeras filas y dirigiéndose al respetable en un más que aceptable
español. Se notaba que la chica estaba contenta de estar aquí, o al menos de
actuar esa noche y más que hacernos disfrutar daba la impresión que es ella la
que se lo estaba pasando en grande. De ahí que la actuación se alargara en
demasía. Lo cual no hubiera estado mal si el concierto
se celebrase durante el fin de semana, pero dos horas de actuación un jueves por la noche
cuando, encima, la música había comenzado a sonar a las 23:30, pues como que no
le viene muy bien al currela medio allí presente. Y esa es la única pega que le
puedo poner. Por lo demás, chapeu.
Gran velada musical sí señor…
Heyyy!!!… waaait!!!...,
I got a new complaint ♪ ♫... El merchandising demasiado caro, tíos. Vinilos a 20 napos y cedés a
15, cuando en los Estates te los venden a 15 y 10 DÓLARES respectivamente, ¿estamos locos o qué?
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