Sólo
diré una cosa, este libro de Alexandr Solzhenitsyn es precioso. Y no sólo es por lo que cuenta, una de tantas terribles historias que debieron suceder en la
URSS durante el estalinismo, sino por como se nos cuenta. También lo es por
algo que, supongo, no es responsabilidad directa del Nobel ruso. Me refiero a
esa maravillosa fotografía tomada en Siberia por Natalie B. Forbes para el National
Geographic con la que se ilustra
la portada y que le va que ni pintado.
Como
indica el propio título, la novela relata un día cualquiera en la vida del
preso Iván Denísovich Shújov, que lleva encerrado ocho años en un campo de
trabajo situado en algún lugar de la estepa siberiana. Aunque en teoría se
halla allí por traición a la patria, la realidad es mucho más amarga: durante
la guerra contra Alemania, Denísovich fue capturado por los nazis, pero logró
escapar junto con un compañero de brigada y se reintegró en las filas
soviéticas. Se le acusó entonces de haber huido del Ejército Rojo con la
intención de traicionar, y de regresar para ejercer de espía para los alemanes.
A fin de evitar la condena a muerte, Denísovich reconoció los hechos de los que
se le acusaba y fue mandado al Gulag.
Una
vida, la del protagonista Iván Denísovich, con evidentes guiños a la del propio
autor, que fue detenido en 1945 por delitos de opinión y deportado a un campo
de trabajo, donde permaneció hasta 1956 y en donde vivió gran parte de la
experiencia relatada en “Un día en la vida de Iván Denísovich” - o en su obra más
célebre “El archipiélago Gulag”-.
Aunque,
como he dicho al comienzo, lo más impactante es la forma en que Solzhenitsyn nos narra la
historia. Por boca de su alter ego Iván Denísovich y a través de sus ojos,
asistimos a la tragedia humana que es vivir el día a día dentro de un campo de
trabajo soviético, en donde existen dos constantes: terribles condiciones
de vida para los presos y continuas vejaciones al cargo de los vigilantes que los degradan como seres
humanos. Con todo, el bueno de Iván no se queja mucho y si lo hace es con la boca pequeña, no sea cosa que le oigan. Aunque no es tanto por el miedo a las consecuencias que
ello le acarrearía, sino justamente por haber asumido su triste realidad - por estar "institucionalizado" en el sentido que le da Brooks dentro del penal de Shawshank-. Una
realidad de la cual ya no concibe salir y en la que existe un único objetivo, la
supervivencia.
En fin, un libro recomendadísimo este “Un día en la vida de Iván Denísovich”. Una de las denuncias más feroces al extinto régimen soviético que yo he leído y que, porque no decirlo, se puede hacer extensible a los regímenes
autoritarios de todo tipo y condición que aún existen hoy día. Lo dicho, una gratísima sorpresa. Gracias Ivanrojo.
Ya lo sé, al final he dicho más de una cosa...
Ya lo sé, al final he dicho más de una cosa...
Lo celebro, Camarada Sulov.
ResponderEliminarpreciosa la foto y la recomendación me la apunto. lo único que ahara que por fin parece que retomo la lectura voy a aprovechar ese saborcillo American que aun me queda, y luego a ver si empiezo con éste,
ResponderEliminaroye.. eres un devora-libros,no? bueno, mejor eso que ser un devora-niños,jeje
chao.gracias. bss
Me too, tovarich.
ResponderEliminarSe hace lo que se puede Lapor... ja ja ja
ResponderEliminarGracias a ti...