Llegó
al puesto hace tres años y como segundo plato, tras sendas renuncias de Aíto
García-Reneses y del entonces seleccionador croata Jasmin Repesa. Después del
enésimo fiasco del proyecto madridista en ACB, el club de Concha Espina se vio obligado a dar los galones de mando a Joan Plaza, hasta ese
momento segundo de a bordo de Boza Maljkovic. Y ello pese a no ser hombre de la
casa, porque Joan Plaza (Barcelona, 1963) se formó en las categorías
inferiores del Joventut, donde llegaría a formar parte
del cuerpo técnico de Aíto García-Reneses. Esa confianza en él, forzada o no
por las circunstancias, obtuvo frutos de forma inmediata. Tras varios años sin
catar las mieles del triunfo, la sección de baloncesto del Real Madrid se
alzaría en una sola temporada, la 2007, con el título de Liga ACB, el
de Copa ULEB, además del subcampeonato en la Copa del Rey.
Sin embargo, ese enérgico comienzo de ciclo no tuvo la continuidad deseada. Pese a no perder un ápice de garra y competitividad, bien por una mala planificación deportiva, por el mal rendimiento de los fichajes estrella, o por una mezcla de ambas, el equipo no se volvió a asomar por una final.
El caso es que a finales de la semana pasada, se escenificó el final de la era Plaza y el comienzo de un nuevo ciclo. Capitaneado por Antonio Maceiras en la dirección deportiva y Ettore Messina como entrenador, el nuevo proyecto es, cuando menos, ilusionante. Más aún si se concretan algunos de los fichajes que parecen estar en marcha, como el de Novicka Velickovic, una debilidad personal para quien suscribe estas líneas. Pero no es este un post para analizar la actualidad del conjunto blanco, sino más bien para homenajear a un hombre sencillo que, pese a no acabar de triunfar en Vistalegre, ha dejado una gran impronta entre los aficionados.
El bueno de Joan se acercó hasta las oficinas del Bernabéu el pasado viernes, donde le comunicaron que no seguiría, pese a tener una campaña más de contrato. Y lejos de marcharse de malas maneras, achacando los malos resultados a una mala gestión de los de arriba –cosa evidente-, echando pestes de algunos de sus jugadores –varios rindiendo muy por debajo de las expectativas-, incluso criticando que se prescinda de él cuando no hace mucho se le renovó, aceptó su destino con generosidad. Joan Plaza, gran aficionado a la literatura y con tres novelas publicadas, debe conocer aquella máxima bretchtiana que establece “cada uno que hable de su responsabilidad que yo sólo hablaré de la mía”. Así que asumió la suya y comunicó a la prensa que, si bien estaba triste por dejar un club y una ciudad en la que había trabajado durante los últimos tres años, a la vez se sentía feliz por la oportunidad y los bonitos recuerdos que se llevaba. Y es que Joan Plaza además de buen entrenador parece buen tipo. Una pena que no tuviera un pelín más de suerte, o que hubiese acertado más en sus decisiones. En todo caso una lástima perderlo para la causa. Que tingues sort Joan. La mereces.
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¡Última hora!
Sin embargo, ese enérgico comienzo de ciclo no tuvo la continuidad deseada. Pese a no perder un ápice de garra y competitividad, bien por una mala planificación deportiva, por el mal rendimiento de los fichajes estrella, o por una mezcla de ambas, el equipo no se volvió a asomar por una final.
El caso es que a finales de la semana pasada, se escenificó el final de la era Plaza y el comienzo de un nuevo ciclo. Capitaneado por Antonio Maceiras en la dirección deportiva y Ettore Messina como entrenador, el nuevo proyecto es, cuando menos, ilusionante. Más aún si se concretan algunos de los fichajes que parecen estar en marcha, como el de Novicka Velickovic, una debilidad personal para quien suscribe estas líneas. Pero no es este un post para analizar la actualidad del conjunto blanco, sino más bien para homenajear a un hombre sencillo que, pese a no acabar de triunfar en Vistalegre, ha dejado una gran impronta entre los aficionados.
El bueno de Joan se acercó hasta las oficinas del Bernabéu el pasado viernes, donde le comunicaron que no seguiría, pese a tener una campaña más de contrato. Y lejos de marcharse de malas maneras, achacando los malos resultados a una mala gestión de los de arriba –cosa evidente-, echando pestes de algunos de sus jugadores –varios rindiendo muy por debajo de las expectativas-, incluso criticando que se prescinda de él cuando no hace mucho se le renovó, aceptó su destino con generosidad. Joan Plaza, gran aficionado a la literatura y con tres novelas publicadas, debe conocer aquella máxima bretchtiana que establece “cada uno que hable de su responsabilidad que yo sólo hablaré de la mía”. Así que asumió la suya y comunicó a la prensa que, si bien estaba triste por dejar un club y una ciudad en la que había trabajado durante los últimos tres años, a la vez se sentía feliz por la oportunidad y los bonitos recuerdos que se llevaba. Y es que Joan Plaza además de buen entrenador parece buen tipo. Una pena que no tuviera un pelín más de suerte, o que hubiese acertado más en sus decisiones. En todo caso una lástima perderlo para la causa. Que tingues sort Joan. La mereces.
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¡Última hora!
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Addenda.
Parecido razonable al canto. Me acabo de percatar que Joan Plaza se
parece de la hostia a Steve Carell, el tío gay y
suicida de la magnífica “Pequeña Miss Sunshine”. También, aunque quizás sea más rebuscado, al gran Nanni Moretti. Aunque Joan tiene la tocha más grande que
el director romano.
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