Muchas
reseñas de libros de Murakami comienzan con grandilocuencias del estilo “esta
novela me cambió la vida”. Ese es el motivo por el que siempre me echó para
atrás acercarme a la obra de este autor. No es un caso único, también he leído cosas
similares en relación a novelas de otros autores que poco o nada tienen que ver
con el japonés. Es el caso de mi admirado Cormac McCarthy, cuyo
descubrimiento supuso un hito para el señor Resmes. Ahora, de ahí a afirmar que me
cambió la vida hay un largo trecho. Cuento todo esto para introducir la última novela que me he leído y
disfrutado, “Al sur de la frontera, al oeste del Sol”. La primera que
devoro de este tokiota que, en poquísimo tiempo, ha pasado de ser un autor para minorías
selectas, a un consumado facturador de best-sellers.
El libro nos habla del amor, la adolescencia
y la renuncia. Su protagonista es el único hijo de una familia de clase media algo extraño en su comportamiento. A su clase llegará una niñita, hija única también, con la
que entabla una relación de amistad. Pero cuando llega el momento de ir al
instituto, sus caminos se separan y pierden todo contacto. El chaval crecerá, experimentará los típicos cambios de la adolescencia y mantendrá una relación
frustrante con una primera novia a quien abandona causándole un daño irreparable. Años después, ya casado y con dos hijas, dueño
de un par de locales de jazz en Tokio, se reencuentra con su amiga de la infancia y redescubre aquellos deseos y esperanzas que dejó pasar. Y aunque parece decidido a
abandonarlo todo para recuperar la ilusión perdida, la cosa no es fácil por
circunstancias que os podéis imaginar y otras que no pero no desvelaré. Y sí, ya me he dado cuenta que esto suena a
folletín romántico a lo Corín Tellado, pero os
aseguro que nada que ver. Es más, me parece una historia bellísima.
“Si te busco y no te hallo; si te pierdo y no me encuentro; si ando una ruta que no es la mía; si mi aliento no siente tu cuello; si no estamos construyendo juntos una vida en común, entonces, ¿de qué sirve estar vivo?”
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PD. Es
obvio que “Al sur de la frontera, al oeste del Sol” no me ha cambiado la vida, pero repetiré con Haruki. Es bien.
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