Sufjan Stevens tiene sólo un año más que Sulo, pero
es más famoso que él, a quien solo conocen en su casa cuando va a comer. Y es
que mientras el hispano-finlandés consumía su juventud en labrarse un futuro
como chupatintas en cualquier oficina pública, el de Detroit trataba
de convertirse en un cantautor reconocible. Para eso y de forma autodidacta, fue
interesándose en todo tipo de músicas e instrumentos. De hecho es habitual verle
sobre los tablaos y en videos del Youtube aporreando todo tipo de cachivaches. A la fin y a la postre, todo ese proceso le
sirvió para ir conformando un estilo y una personalidad musical, además de acumular
un buen puñado de canciones.
A pesar de que su nombre es de origen árabe, alusivo a una prominente figura dentro del Islam como Sufjan Ibn Abu Harb o Abu Sufyan -famoso porque en sus inicios se opuso al profeta Mahoma-, la formación de Stevens es profundamente cristiana. Y tiene un claro reflejo en muchas de las letras de sus canciones. De hecho, en ocasiones, su música ha sufrido el rechazo del público por el alto contenido de soflamas. Y vale, es cierto que el tipo le canta al cielo y al infierno, tirando de mitología bíblica, además de encomendarse al Dios todopoderoso y tal… Pero toda esa imaginería bien mezcladita con otros elementos propios de universos fantásticos –más que la Biblia, se entiende-, como espíritus, dragones o brujas, más una serie de reflexiones de carácter más terrenal, hacen que la música de este chaval sea muy especial. Vamos que ese batiburrillo made in Sufjan, tiene una complejidad que no se resume con una lectura simplista y en clave exclusivamente cristiana.
El caso es que con su tercer trabajo titulado “(Greetings from) Michigan (the Great Lake State)”, iniciará un ambicioso proyecto que debe conducir a Sufjan a dedicarle un álbum a cada uno de los cincuenta estados de los que se compone su país. Proyecto de enorme envergadura que no sé si llegará a concluir. Lo veremos. El tipo aún es joven.
A pesar de que su nombre es de origen árabe, alusivo a una prominente figura dentro del Islam como Sufjan Ibn Abu Harb o Abu Sufyan -famoso porque en sus inicios se opuso al profeta Mahoma-, la formación de Stevens es profundamente cristiana. Y tiene un claro reflejo en muchas de las letras de sus canciones. De hecho, en ocasiones, su música ha sufrido el rechazo del público por el alto contenido de soflamas. Y vale, es cierto que el tipo le canta al cielo y al infierno, tirando de mitología bíblica, además de encomendarse al Dios todopoderoso y tal… Pero toda esa imaginería bien mezcladita con otros elementos propios de universos fantásticos –más que la Biblia, se entiende-, como espíritus, dragones o brujas, más una serie de reflexiones de carácter más terrenal, hacen que la música de este chaval sea muy especial. Vamos que ese batiburrillo made in Sufjan, tiene una complejidad que no se resume con una lectura simplista y en clave exclusivamente cristiana.
El caso es que con su tercer trabajo titulado “(Greetings from) Michigan (the Great Lake State)”, iniciará un ambicioso proyecto que debe conducir a Sufjan a dedicarle un álbum a cada uno de los cincuenta estados de los que se compone su país. Proyecto de enorme envergadura que no sé si llegará a concluir. Lo veremos. El tipo aún es joven.
Para mí, su mejor disco es justo el que vino a
continuación, “(Come On Feel the) Illinoise”, dedicado precisamente a
ese estado. En él se incluyen algunas de sus mejores composiciones hasta la
fecha, como “Jacksonville” o “Chicago”, cuya interpretación en
directo incrusto a continuación.
Bueno, pues ya os he presentado a Sufjan Stevens,
un cantautor con un talento y una inventiva musical difícil de encontrar en los
tiempos que corren. Por eso es el grupo de la semana para TCBUP.
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