El talento, esa cosa de la que tanta
gente alardea pero que tan pocos tienen realmente... ese gran desconocido… definido
como la capacidad para desempeñar o ejercer brillantemente una actividad, se le
puede (y se le debe) considerar como un potencial. Al menos eso he leído en la Wiki, fuente de sabiduría
inagotable. Por lo tanto un tipo talentoso es aquel que dispone de una serie de
características, aptitudes o destrezas sobresalientes respecto al grupo, para
realizar una tarea determinada en forma exitosa. Okay. Lo apuntare en mi libreta de cosas que me importan una mierda. Ahora hablemos de música.
Anoche y casi por obligación, acudí con
unos amigos para presenciar el soberbio espectáculo ofrecido por un blanquito
de Boston, que por su forma de cantar más bien parece un negro de Harlem.
Responde al nombre de Eli “Paperboy” Reed y junto a los True Loves, su
banda de acompañamiento, nos regaló a los allí presentes una de las mejores
actuaciones que yo recuerde. Y sí, ya lo habréis deducido, Eli es uno de esos escasos músicos que pueden
vanagloriarse de tener talento. No sé como se lo habrá agenciado, si esa
maestría es hereditaria o adquirida, ¿el artista nace o se hace?, ¡y yo que
coño sé! ahora, es evidente que nuestro amigo tiene mucho de eso y no como los
cantamañanas que participaban en el programita de Cuatro. Talentoso,
carismático y con esa cosa que los anglosajones llaman feeling, ¡a raudales! Magnetismo sobre el escenario y fuera de él. Lo digo porque previamente a comenzar la
actuación nos lo encontramos en el baño afeintándose y ya transmitía algo…
¡puto crack!
El conciertillo comenzó temprano, lo
cual se agradece al ser el domingo un día poco indicado para la comisión de
excesos, por lo que terminó pronto. Incluso demasiado. En primer lugar porque
el telonero anunciado, un tal Harper Simon, no concurrió. No sé porqué, nadie
dio explicaciones. Pero principalmente por enfermedad del baterista, un negro
de enormes rastas y sonrisa Profidén
que le pegaba a los toms y a la caja como si le debieran dinero. Una lástima,
porque la escasa hora y cuarto que duró la actuación fue fantástica. Un magnífico
espectáculo musical para goce y disfrute de los sentidos. Así que cortito, pero
intenso. Suficiente para confirmar
todo lo bueno que se había dicho y escrito sobre él y que le ha convertido en
el hombre del momento para todos los amantes de la música negra. Y eso que, a
día de hoy, tan sólo cuenta con dos discos publicados, Roll with you y el que vino a
presentarnos Come and get it.
En fin, que vimos un concierto estupendo. Un regreso
al pasado por un presente llamado Eli “Paperboy” Reed, un genio de la música. Decir recomendable
sería quedarse corto. No os lo perdáis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario