viernes, 28 de mayo de 2010

Canino, cine griego

Con pocas referencias a las que agarrarme y algún que otro prejuicio ocasionado por la nacionalidad de su director, acudí a principios de semana a ver el film “Canino” (Kynodontas – 2009) del realizador griego Yorgos Lanthimos. No voy a abundar sobre el tema, puede que más adelante dedique algún post al respecto, tan sólo diré lo siguiente: ¡cuánto daño le ha hecho al cine griego el plasta ese de Angelopoulos y sus películas de tres horas! 
Además, justo un par de días antes, le había leído al crítico cinematográfico del ABC que la película podía parecer tediosa y exagerada “pero espere un par de días y verá cómo le ha mutado la criaturita en alguna cavidad interna oscura y húmeda. Dos consejos, pues: no se la pierda, y ojo a quién se la recomienda”. Aunque la crítica es buena, reconozco que a mí eso de “tediosa y exagerada” no me había hecho ni puta gracia, más aún teniendo en cuenta que apenas sobrepasa los noventa minutos de duración. Pero mira tú por dónde que el hecho de ser una peli cortita fue lo que me decidió en ir a probar suerte. ¿Lo peor que podía haber pasado?, tirar hora y media a la basura, ¿asumible, no? Pues bien, “Canino” me ha gustado un huevo. No en el momento de terminarla, ya que salí del cine un poco desconcertado, sino transcurridos un par de días, confirmando así la predicción del amigo periodista. 
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¿Y de que va “Canino”? Vale, os pongo en situación. Digamos que tenemos una familia griega, de clase media alta, que vive en un chalet a las afueras de no se sabe que ciudad. Vemos como esa casa está rodeada por altos muros que los tres hijos de la familia nunca traspasan. Y cuando digo nunca, es nunca. O sea, ni para acudir al colegio, ni para ir al médico, ni para cualquier otra cosa. Su vida se desarrolla íntegramente encerrados sin tener ningún contacto con el exterior. Además la convivencia dentro de la casa se ajusta a unas estrictas y estrambóticas reglas impuestas por sus padres que buscan mantener un espacio puro, casi mágico, ideal para educar a unos niños. Un sitio a salvo del corrompido mundo exterior. El problema es que ese idílico enclave no es más que una gran mentira, un gigantesco engaño orquestado por dos adultos que se afanan en ocultar ciertos detalles de la vida, para lo cual incluso llegarán a crear una jerga propia. Un idioma no contaminado por el mundo exterior en el cual un avión no es más que un juguete, una autopista un viento fuerte, una carabina un ave blanca, el mar es una butaca de cuero, un coño es una lámpara, el teléfono es el salero y un zombie una pequeña flor amarilla. Con todo, el montaje se irá a la mierda, cuando la única persona proveniente del mundo exterior con permiso para entrar a la casa, cometa una imprudencia. 
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Áspera, fría, extraña, enfermiza y desconcertante. He leído por ahí que es deudora del mundo de Buñuel. Probablemente sí, pero a mí también me ha recordado un poquito al gran Haneke. Confirmado, la criatura mutó. 
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¡¡¡Puto Angelopoulos!!!

1 comentario:

  1. Gran entrada! creo que la vi en su día y desde entonces tenía apuntada esta peli para verla (no la vi hasta hace tres días, así que a mi también me penetró la piel dos días después de su visionado, jeje). Lo sé porque me ha venido un flashback a la cabeza de mi mismo observando esa imagen de la piscina.
    Tuve el mismo temor que tú, que fuera larga, ya que había olvidado lo que escribiste aquí en su día, pero el hecho de que durara hora y media me animó. La peli es magnifica, un sorpresón. No me había impactado tanto un filme desde 'Solo contra todos', remendación tuya también, por cierto.
    Y si, es muy Haneke, que razón tienes. Lo que no entiendo es como pudo ser candidata al Oscar a la mejor película de lengua no inglesa, siendo que salen cimbreles y potorros. Señal de que la cosa es de notable alto.
    A sus babuchas, Ayatolah!

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