miércoles, 26 de junio de 2019

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Viene de aquí

Faraón & Los Sarcófagos, “La maldición”
No sé quiénes son esta peña y ni siquiera cuantas molondras computan en total. Tampoco tengo claro si son jienenses o benidormers ya que he leído las dos cosas. Solo sé que llevan una onda entre la cosa punk, el pop oscurete y una suerte de revival de Los Nikis que mola bastante. Eso y unas referencias a la hoy denostada Movida que no se agotan con la mención a los perpetradores de “Marines a pleno Sol” o “La hormigonera asesina”. Los ecos a La Mode, o incluso al Aviador Dro, son hasta más evidentes. El caso es que han parido esta cosa titulada “La maldición”, que creo es su debut largo. Un álbum adictivo y que se consume en un plis plas, con esos catorce temas que dan para escasos veintiséis minutos de música. A menos de dos por canción de media. Échale… Con una temática predominantemente espacial, futurista y con unas gotitas de surrealismo cañí. Alcanzando cotas superiores de frikez con sendos homenajes, bien particulares, a Burt Lancaster y a la mismísima Faraona. De parte del Faraón, que la cosa tiene su aquel.

The Proper Ornaments, “6 Lenins”
Me enganché a este álbum porque encontré en él algo de lo que se perdió con la ruptura de mis añorados Ultimate Painting (no te lo perdonaré jamás James Hoare. ¡Jamás!). Bueno, de hecho estos Proper Ornaments son básicamente el amigo James y su colega Max Claps, así que no es difícil que suenen a lo que suenan. Parece ser que el rompebandas de cabecera, una vez disuelta su asociación con Jack Cooper, centró esfuerzos en la creación de este trabajo con de The Proper Ornaments. Y he de reconocer que me he tenido que tragar el cabreo y medio perdonarle. Porque le ha quedado un trabajito bien chulo. El nuevo álbum se titula “6 Lenins” y, a diferencia de toda su discografía anterior, viene con el sello de confianza de Tapete Records. Un valor seguro. No hay desperdicio alguno en el catálogo ofrecido por los alemanes. Incluye una decena de temas de folk pop psicodélico, bastante calmo, que destacan por sus guitarras cristalinas. Cierto es que, en sus momentos más ruidosos, recorren vías que les acercarían a la Velvet. Pero son los menos y la referencia obvia continua siendo The Beatles y los Byrds. Para no perder la costumbre, vaya.

Billie Eilish, “When we all fall asleep, where do we go?”
¿No encontraste nada más comercial, Suloki? ¿El año pasado la Rosalía y ahora esto? Altra vegà fideus, mante??? Pues sí… ¿Y qué pasa? Como os pongáis chulitos todavía os cuelo al Tangana ese… Ahora en serio (¿?), me gusta mucho lo que ofrece esta niña. Y me alucina que, con tan solo diecisiete añitos, haya sido capaz de parir esto. Que sea un fenómeno mundial me da lo mismo. Por mucha promoción que reciba, que lo sé y sino el Spotify ya se encarga de recordármelo cada diez minutos. Pero que lo sea con un debut en el que pasa de un género a otro con total libertad, transitando entre el R&B, el pop, el soul, la cosa electrónica y lo que se le ocurra, con esa naturalidad, no deja de sorprenderme. Por no hablar de ese bonito halo de oscuridad que lo envuelve todo y que, de alguna forma, le aproxima a lo ofrecido por la neozelandesa Lorde en su debut. Pero mucho mejor que esta última, vaya. El caso es que el disco me parece buenísimo. Y sorprendentemente maduro. Dicen que es por el hermano, quien anda al cargo de la producción. ¡Pero es que el gachón también es un crío de veintiuna primaveras! En fin… Ella misma ha declarado que “When we all fall asleep, where do we go?” está inspirado en las pesadillas, las suyas, en el insomnio, el suyo también, y en ese mundo de nuestro subconsciente que existe entre el sueño y la vigilia. Y los enteraos de la cosa musical comentan que lo que ofrece Billie entronca con la sensibilidad musical de las nuevas generaciones. Pues mira, si a la chavalada le da por escuchar esto y descartar a toda la purria de chatarreros que pululan por los senderos del trap, ya me doy por satisfecho. ¡Y pago cubata! No, en serio, el disco es cojonudo. Insisto. ¡Y yo no bebo cubatas leñe! 

Henryk Gorécki, Beth Gibbons and the Polish National Radio Symphony Orchestra, “Symphony Nº 3 (Symphony of Sorrowful Songs)”
Me metí en esto porque de un tiempo a esta parte me ha dado por lo clásico. Mejor dicho por lo clásico moelno. Y ahí destaca sobremanera lo que hacía este compositor polaco ya fallecido, o su paisano aún vivo Krzysztof Penderecki, quién dirige aquí a la Orquesta Sinfónica de la Radio Nacional Polaca. Lo cierto es que esta onda me sienta la mar de bien en este momento vital. Que no es que sea malo, pero requiere de estos ambientes etéreos en algunos instantes. Estamos ante un lanzamiento de este año pero no es una obra original. De hecho la pieza tiene los mismos años que un servidor –telita-. Y creo que es la pieza clásica más vendida en la historia. Vaya, que Henryk Gorécki no es cualquier descubrimiento sacado de un blog de tercera o directamente desde el bandcamp. Así que valiente reto el de Beth Gibbons metiéndose en este fregao como soprano. Y yo que se lo agradezco. Le/s ha quedado una sinfonía de canciones que se sienten no solo tristes, sino también oscuras. Hasta peligrosas. Una auténtica delicia. Y es que no solo de rock vive el homo suliens. Aunque no le haría ascos a algo nuevo de Portishead. Que ha pasado demasiado tiempo desde "Third"

Peter Doherty & the Puta Madres, s/t
No sé si llamar a esto resurrección ya que ni Pete Doherty, ni sus Babyshambles, ni siquiera los Libertines anduvieron nunca en mi radar. Vamos, no pasaron ni cerca. El tema es que, lo califique como lo califique, me está gustando mucho el regreso discográfico de este ilustre poeta, músico, compositor, pintor, actor, modelo y ex novio de Kate Moss. Además de protector de los erizos. Si bien, por encima de todo, Pete siempre fue un pintamonas y un farlopero de tres al cuarto. El tema es que, fruto de la extraña conjunción entre Pete y el combo The Puta Madres, a quienes no tengo el gusto de conocer, tenemos este tratado de garage a bajas revoluciones con una mijita de psicodelia. Lo mejor que se puede decir de las once canciones que lo integran, es lo bien que homenajean a don Johnny Thunders. Otro ilustre amigo de la dronja. Este sí un puto genio de la cosa musical, con una trayectoria intachable. Pero vaya, que todo el mundo tiene derecho a segundas oportunidades. Y hasta a terceras. Me parece un gran trabajo el que ha firmado Pete. Obra de un artista que, al fin, parece haber madurado. Say Hallelujah!!!

Business of Dreams, “Ripe for Anarchy”
El segundo álbum en la trayectoria de Corey Cunningham es un brillante ejercicio de pop luminoso repleto de melodías y estribillos. De esos que se nos quedan pegados a las primeras de cambio. Once bonitas canciones, con su justa dosis de nostalgia y ensoñación, que transitan por los senderos marcados por Grant McLennan y sus Go-Betweens. Aunque en el caso del single “Keep the Blues Away” el camino parece marcarlo el mismísimo Ian Curtis. Indie pop con pedigrí, como lo define el Crespo en una magnífica entrada a la que me remito tras invocar la ley del mínimo esfuerzo.

Foxygen, “Seeing other people”
A ver, el principal problema de este disco y de los que vengan detrás, es que nunca llegarán a ser tan buenos como lo fue “Hang”. Y ya está, no le deis más vueltas. Eso no quita que, cómo buenos dealers de la costa oeste, sigan vendiendo buena mierda. Y que siempre resulta agradable reencontrase con las sinfonías tarareables del dueto de San Francisco. Pero es que además saben reinventarse con cada entrega. Con este “Seeing other people” nos llevan a  explorar los confines del funky ochentero y el disco más hortera, siempre desde su perspectiva y sin dejar de lado ese pop de tintes barrocos que les es tan propio. Un álbum arriesgado que podría haber caído en la parodia, pero nada más lejos de la realidad. Además cuenta con esas letras intrigantes, seguramente autorreferenciales, que tan bien suenan en boca de Sam France. Nueve temas con los que probablemente no expandirán fronteras, pero oye, ni falta que hace.

AA Bondy, “Enderness”
Ocho años han pasado desde que Auguste Arthur publicara el inspiradísimo “Believers”. Y cuando ya casi le dábamos por amortizado, el chacho nos sorprende con este fantástico “Enderness”. Digo esto porque, en algún momento, se filtró que quien fuera líder de los maravillosos Verbena, estaba gravemente enfermo. Si a eso añadimos la desaparición de toda escena pública y una absoluta parálisis en sus redes sociales, parecía justificado ponerse en lo peor. Se ve que andábamos mal encaminados y muy desinformados. O no tanto, pero si lo suficiente como para no darnos cuenta de que hace falta algo más para taparle la boca. Y no te digo nada para bloquearle los conductos por donde emanan las ideas... Ni siquiera los graves incendios que asolaron California y arrasaron su casa, pudieron con él. Y menos mal. Nos hubiésemos perdido este precioso álbum repleto de formas alucinógenas, que transita en algún lugar entre el folk cálido de Chris Isaak, los pasajes etéreos de Brian Eno, el pop minimalista de Timber Timbre…. Y con esa dicción tan sexy a lo Sade Adu, ¿Por qué no? Y es que escuchar el cuarto álbum en solitario de este nativo de Alabama, es dejarse llevar por un ritmo adictivo y feérico. Un disco que no tolera interrupciones, hallando su sentido en una seguida de canciones que obligan a escucharlas una y otra vez. Diez temas aparentemente simples, elaborados a base de sintetizadores, más una batería rudimentaria. La guitarra de quien fuera un guitar hero de los noventa ni está ni se le espera. Debió quemársele con la casa. Ningún problema por mi parte.

Michel Cloup Duo, “Danser danser danser sur les ruines”
Mentiría si os dijese que le he seguido la pista a Michel Cloup (Peter), o a su partner en Diabologum Arnaud Michniak (Tadz), tras aquel fantástico “#3” que los de Toulouse publicaran en el lejano 96. Y eso que, por lo menos Peter, ha sido fiel al legado. Primero con Experience y después, aunque en menor medida, con Panti Will. Si bien, nunca de forma tan brillante como cuando lo hace bajo el paraguas Michel Cloup Duo junto a Julien Rufié. Proyecto con el que ha grabado ya cuatro álbumes, incluyendo este “Danser danser danser sur les ruines”. Un trabajo fantástico que me hace cuestionar porque carajo no le presté más atención a los tres anteriores. Y es que desde que empieza a sonar “Gagnants” te das cuenta de que esto es un pepino. No te digo con “Les invisibles” o “Et bien au-delà”… Hete aquí con esa poesía revestida de electricidad, con Michel cual maestro de ceremonias, recitando malestares y ahogando penas, tan reconocible. Como antaño, componiendo esos mantras de sonidos raros, en el marco del particular universo que comenzara a construir a principios de los noventa y que ha ido ampliando desde entonces. Tremendísimo. Confirmando aquello que me dijo un amigo hace demasiado tiempo: “A este menda Francia le queda muy chica”. I tant, xicon…

Bill Pritchard, “Midland Lullabies”
Acabaré mi listado con lo último de este cantautor. Uno de esos artistas enormes a los que casi nadie escucha. Bueno, descontando en Francia donde, según parece, es una verdadera celebridad. Eso a pesar de los treinta añazos de trayectoria en la chepa, que se dice pronto. Y después de haber publicado discazos como aquel “Mother Town Hall” de hace tan solo un par de años, o este mismo, que lo digo ya, es una gozada. También es verdad que no soy quien para criticar estas cosas, siendo como soy de esos que suelen llegar a los sitios tarde y mal. Que le vamos a hacer…  Lo maravilloso de las trece canciones de cuna facturadas por esta suerte de crooner con sombrero pork pie y gafas de pasta, es que están bañadas de esa sustancia que nutre las almas e hincha los corazones. Sobresaliendo  por un sonido sencillo pero impetuoso en el que destacan sobremanera los maravillosos pianos. Algo que, de algún modo, le emparenta con las últimas cositas que ha ido sacando Robert “el magnífico” Forster. Así pues, como nunca es tarde si la dicha es buena y es mejor llegar tarde que no llegar, pues aquí estoy disfrutando del J.D. Salinger del pop (Rolling Stone Francia dixit). Como un auténtico enano, vaya.

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Y hasta aquí hemos llegao.Que no está nada mal. 
¿Podría haber estado mejor? Pues también.  
Al menos espero que os guste alguno.

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