lunes, 2 de junio de 2008

Nikola Tesla, entre el mito y la realidad


No hace mucho vi “El truco final: El Prestigio” del siempre interesante Christopher Nolan y en la que Christian Bale y Hugh Jackman interpretan a dos profesionales de la magia de comienzos del siglo XX. Un personaje importante en el desarrollo de la película es Nikola Tesla, interpretado por el camaleónico David Bowie. Un ingeniero e inventor desconocido por muchos y que en la vida real realizó una serie de aportaciones al mundo de la electricidad de alcance similar a las de Marconi o Edison. De hecho su principal descubrimiento fue la teoría de la corriente eléctrica alterna allá por el 1882. Su carácter excéntrico y la mala relación con Edison, no le ayudaron en su proyección. Lo que explica que su figura fuese orillada durante mucho tiempo, aun siendo un pionero en su campo. Eso sí, lo de personaje de culto le viene que ni pintado.

Tesla nació en 1856 en el seno de una familia serbia en territorio de actual Croacia,  cuando aquello formaba parte del Imperio Austro-Húngaro. Tras formarse en físicas, matemáticas e ingeniería en Graz y Praga, marchará a Budapest para trabajar en la compañía de teléfonos de los EEUU. Ahí entrará en contacto con Edison, al servicio de cuya empresa irá a trabajar a París. No tardarían ambos en tensar la relación, enemistándose de forma irreparable. Y es que, según cuentan, el inventor de la bombilla eléctrica tenía facilidad en aquello de “aprovecharse de angustias ajenas”*. El caso es que Tesla se trasladará a Nueva York para crear su propia compañía. Con ella construirá el primer motor de inducción de corriente alterna y el primer radiotransmisor sin cables.

A parte de sus inventos, varias circunstancias determinaron la creación del mito de Tesla. La primera tiene que ver con la construcción de la primera central hidroeléctrica gracias a sus investigaciones en este campo. El científico se desplazó a la zona de las cataratas del Niágara donde sitúo su estudio y estuvo trabajando en condiciones de absoluto aislamiento, durante años. Y tenía que pasar. En torno a él surgieron toda clase de habladurías que le señalaban como inductor de turbios experimentos realizados de forma secreta. No me extrañaría que hubiera gente que, presa del puritanismo de la época, insinuara pactos con el diablo y tonterías por el estilo.

La segunda circunstancia se produjo tras su muerte en 1943. El Gobierno de los EEUU decidió incautar todos los documentos referidos a sus estudios e investigaciones y los clasificó. Os podréis imaginar la sarta de teorías y fabulaciones sobre lo que contenían que vinieron a continuación.
 
También mitifica la figura de Tesla el conocido como el suceso de Tungunska y que hace referencia a un hecho sucedido en Siberia en 1908. Se trata de una explosión aérea de gran potencia que alentó numerosas hipótesis y teorías. La más aceptada es la de un pequeño cometa formado por hielo que estalló al rozar la atmósfera terrestre, produciendo el efecto de una bomba de hidrógeno natural de 12 megatones. Como el suceso fue ocultado por el gobierno zarista durante años y en ese tiempo Tesla había avisado a su círculo de amigos de la producción de un “destello de luz”, acabaron relacionándolo con el misterioso evento. De forma bastante rocambolesca, la verdad.

Y hasta aquí la figura de este importante científico, conocido tanto por sus excentricidades como por sus importantes descubrimientos en el campo de la electricidad. Por eso y también por dar nombre a una banda de jardroqueros de Sacramento que, mira qué casualidad, están sonado ahora en un programa de la tele pública.


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* Palabras que el arquitecto del barroco italiano Francesco Borromini dirigió a su compañero y rival Lorenzo Bernini, señalando las malas artes empleadas por este último.

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