Por fin
he acabado los exámenes y, una vez liberado del yugo del estudio, puedo
centrarme en una de mis principales pasiones - sino la principal- que es ver
pelis. No es que durante esta época me haya privado de acudir esporádicamente al
cine, pero basta que tenga alguna obligación para querer ir muchas más veces de
las que me puedo permitir. Es siempre la misma historia. El desquite comenzó
con el visionado de uno de los estrenos de la temporada: “Antes que el diablo sepa que has muerto”
del veterano director neoyorquino Sidney Lumet. Y la verdad es que ha
respondido a todo lo bueno que de ella había leído. Un interesantísimo thriller
facturado con maestría por alguien que conoce bien el oficio, con un excelente
guión y mejores interpretaciones. Mención aparte para Philip Seymour Hoffman y esa
manía de ofrecer un máster de interpretación en cada película.
La historia se centra en dos hermanos de clase media: Andy –el mencionado P. S. Hoffman-, un ambicioso hombre de negocios casado con una mujer florero -Marisa Tomei- y adicto a la heroína; Y Hank -Ethan Hawke-, cuyo sueldo se va íntegro en pagar la pensión a su ex mujer e hijo. Desesperados por conseguir dinero fácil, conspiran para llevar a cabo el crimen perfecto: atracar la joyería de sus padres en un pueblecito próximo a Nueva York. El planteamiento es sencillo, nada de pistolas, nada de violencia y nada de problemas. Pero la cosa se va a enredar cuando Hank decide utilizar a un cómplice incapaz de cumplir con lo acordado.
La historia se centra en dos hermanos de clase media: Andy –el mencionado P. S. Hoffman-, un ambicioso hombre de negocios casado con una mujer florero -Marisa Tomei- y adicto a la heroína; Y Hank -Ethan Hawke-, cuyo sueldo se va íntegro en pagar la pensión a su ex mujer e hijo. Desesperados por conseguir dinero fácil, conspiran para llevar a cabo el crimen perfecto: atracar la joyería de sus padres en un pueblecito próximo a Nueva York. El planteamiento es sencillo, nada de pistolas, nada de violencia y nada de problemas. Pero la cosa se va a enredar cuando Hank decide utilizar a un cómplice incapaz de cumplir con lo acordado.
El
filme se va construyendo a través de flashbacks y saltos hacia
delante que nos explican los detalles del cómo y el por qué se gesta la
operación, además de las fatales consecuencias que se derivan. Con un guión
enrevesado, pero perfectamente hilado por el semi-desconocido Kelly Masterton, la
película se convierte en una suerte de tragedia clásica tamizada por los
valores del mejor noir. Dos horas de
buen cine que te mantiene aferrado a la butaca hasta ver como los dos hermanos
logran salir del entuerto… Si es que lo logran...
Altamente recomendable.
Altamente recomendable.
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