Ayer fue día de celebraciones para los integrantes de la selección
española de baloncesto. Después de la farra post-victoria que debieron de
correrse en su hotel de Katowice, con evidentes signos de cansancio y aún
perjudicados por el alcohol en vena, los chicos del “gomina” Scariolo aterrizaron
en Torrejón de Ardoz para, a continuación, hacer las visitas de rigor a las
principales instituciones del país y ofrecerle el trofeo a los aficionados.
La verdad es que estos tíos se merecen un monumento. Y no lo digo
únicamente por la consecución de este título europeo, sino por la brillante
trayectoria de un grupo de jugadores, cuyo núcleo principal esta constituido por "los chicos de oro”, vencedores en el Mundial junior de 1999
celebrado en Lisboa. De esta generación, la del 80, es precisamente la
estrella y alma mater de esta selección, Pau Gasol. El de Sant Boi es un
ejemplo de compromiso para todos los deportistas de este país. Después de una
temporada extenuante en la NBA en donde ha disputado más de ochenta partidos, y
aún convaleciente de varias heridas de guerra entre las que se incluye una
reciente operación en un dedo de la mano, Gasol no eludió su responsabilidad y,
a diferencia de otras estrellitas de la "mejor liga del mundo", acudió presto a la llamada del
seleccionador. A la fin y a la postre algo fundamental para la consecución del
título, porque este tío es el termómetro de esta selección. Su actuación en los
últimos cuatro encuentros del Europeo, en los que España ganó por una media de
20,5 puntos por partido, ha sido algo espectacular. Hasta el punto que, como no
podía ser de otra forma, fue nombrado MVP del torneo.
En fin, que para un gran aficionado al basket como servidor, es una
gozada ver jugar juntos a estos doce tíos. También lo sería si fuesen
franceses, chinos o zimbabweses. Aunque, asumiendo el riesgo de que me acuséis
de patriotero, he de decir que uno se siente muy bien representado por ellos.
sí fueran serbios no me hubiera gustado tanto la final ...
ResponderEliminar