lunes, 14 de septiembre de 2009

La isla de los hombres solos


“Entre mis compañeros algunos imploraban de rodillas que no les llevaran a ese presidio. El gesto de viejos reos me llenó de sorpresa y me hizo preguntar:- ¿Pero en realidad existe un lugar más inhumano, doloroso y horrible que esta penitenciaría? Saber la respuesta me costó pocos días”
(Prólogo del autor a la edición clandestina, 1950.)

“La isla de los hombres solos” es la recomendación literaria de un amigo que hice en Costa Rica estas últimas vacaciones. Es además uno de los grandes best sellers de la literatura latinoamericana. Sin embargo no es una novela demasiado conocida en España, como tampoco lo es su autor, el tico José León Sánchez.

Se trata de un libro de vivencias, las del propio autor, quien a la edad de diecinueve años fue encerrado en prisión condenado por un crimen atroz que no cometió. Y no chavales, José León no era miembro de “El equipo A”, pero al igual que estos fue sentenciado a pudrirse en la cárcel, tras un procedimiento judicial harto discutible. En el caso que nos ocupa, se aceptó una confesión de culpabilidad obtenida con torturas. Y es que el chaval aceptó incriminarse tras varias sesiones en las que sus verdugos le encajaban cerillas y alfileres en las orejas y muelas. La consecuencia fue que pasara los siguientes treinta años de su vida en la penitenciaría de la Isla San Lucas. Finalmente y tras cuarenta y ocho años de luchar por que se demostrara su inocencia, el 24 de julio de 1998 la Sala Constitucional de la Corte de Justicia de Costa Rica le dio la razón.

Antes de leer la novela debéis saber que, si bien lo que se cuenta es real, las primeras páginas son fabuladas - los antecedentes familiares de su alter ego literario y el motivo de la condena-. Sin embargo no son más que un pretexto para narrar los padecimientos de un chico –el propio José León- que ve como su vida se trunca antes de la veintena. Con una condena que de facto era a muerte ya que, en esa época, todo el que llegaba a la isla por un tiempo superior a cinco años moría de fiebres palúdicas.

Sánchez era el pequeño de una familia muy pobre que decidió abandonar a su hijo. Por eso su infancia se desarrolló entre el hospicio y el reformatorio. La fama le llegó pronto y no precisamente por sus escritos, sino al estar acusado de robar las joyas de la Virgen de los Ángeles en la Basílica de Cartago. La opinión pública estalló de indignación ante el atentado contra “la negrita” y el joven quedó marcado para siempre por tamaña diablura. De hecho quedaría bautizado como “El Monstruo de la Basílica” y su fama fue tal que hasta los barqueros que organizaban tours a la isla San Lucas, le incluían entre sus atractivos.

Durante su estancia en prisión, José León comenzó a redactar sus vivencias como buenamente pudo. En pedazos de papel escritos con trazos casi ilegibles, utilizando carboncillos y lápices de colores… hasta alcanzar las casi trescientas páginas que ocupa “La isla de los hombres solos”. Pero la historia no podía ser tan simple. La primera edición de la novela, de 1950, fue quemada por orden del general Graciano Acuña, a la sazón responsable del penal. Pero gracias a la ambición desmedida del militar, que se guardó diez ejemplares de la edición mimeografiada para venderlos, se pudo conservar la obra. Para suerte de todos, uno de esos ejemplares llegó a manos del periodista Joaquín Vargas Gené, por aquel entonces Ministro de Justicia de Costa Rica, que se convertiría en el principal valedor de José León y su obra.

Es en el mencionado penal de San Lucas donde se desarrolla la mayor parte de la historia. Asistiendo al proceso de deshumanización de sus moradores, pero también a la transformación de la propia isla con el paso de los años. Vemos la tristeza y la miseria vital de los reos y el salvajismo de los soldados. También como van incidiendo los cambios en el sistema penitenciario costarricense. Por último mencionar, con todas las reservas habidas y por haber, que circula por ahí una leyenda que dice que Henry Charriere tomó prestadas ciertas ideas del libro para escribir su conocidísima novela autobiográfica “Papillón” (1969). Servidor no se la ha leído pero si ha visto la película homónima de Franklin J. Schaffner y la verdad es que parecerse se parece. Pero vaya, que no he encontrado nada que confirme esta teoría. Así pues como me lo contaron a mí, os lo cuento a vosotros.

Al final “La isla de los hombres solos” me ha parecido una lectura muy interesante y hasta divertida, pese a su dureza y a la ruda escritura -el autor se negó a que se puliera el texto original-.

Au cacau.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...