sábado, 12 de septiembre de 2009

La vida loca


Vi este documental sobre las maras salvadoreñas, después de conocer que su director -el franco-español Christian Poveda- fue acribillado a balazos en una zona rural próxima al municipio donde había rodado su obra póstuma. Para los que no lo sepáis, mara es el término con el que se conoce a las pandillas criminales en Centroamérica, México e incluso los Estados Unidos. Son un fenómeno en ascenso, fuertemente ligado a la pobreza, al tráfico de drogas y a la delincuencia gansteril, y sus actuaciones se caracterizan por el empleo de una violencia extrema. En su reportaje, Poveda se centró en el día a día de los miembros de una de estas bandas conocida como “La 18”, enemiga mortal de la “Mara Salvatrucha”.

“La vida loca” se erige como un documento de gran interés por lo que cuenta y por cómo se cuenta. Para ello Poveda -¡con un par de huevos!- se metió en el corazón de una de estas pandillas para mostrarnos cómo y porqué nace el monstruo. Y lo hace fijando sus ojos en las personas que la conforman, los mareros, una turba de inadaptados que huyendo de la miseria y el desarraigo se refugia en la única familia que habrán de conocer a lo largo de su corta vida. No es casual que el fenómeno social de las maras tuviera su origen en las batallas entre inmigrantes salvadoreños y mexicanos producidas en los barrios bajos de Los Ángeles. En un ambiente de marginalidad como ese, las frecuentes disputas entre expatriados les forzaron a organizarse, aunque inicialmente como grupos de autodefensa. Pero sabemos que la mejor defensa es siempre un buen ataque, así que no tardaron en convertirse en auténticas organizaciones mafiosas, enfrentadas por lograr la hegemonía en el territorio. Lo peor fue cuando estos inmigrantes fueron repatriados en bloque y de forma forzosa por el gobierno de los EEUU. Estamos a principios de los 90, se ha producido el fin de la guerra civil salvadoreña y los estadounidenses aprovecharán ese momento para quitarse de encima esta lacra… Y hundir más en la miseria a El Salvador.

No recuerdo donde leí que “La vida loca” no es una película sobre la realidad, sino que es la realidad filmada en una película. Me parece una descripción muy acertada. Y es que en la escasa hora y media de duración, vemos como varios de sus protagonistas van cayendo como moscas. Para mostrarlo, Poveda utiliza un recurso muy impactante. Se ve una última imagen del finado, feliz con su pareja, hijos o amigos para después realizar un fundido en negro, que suenen unos disparos de fondo y a continuación vemos la instantánea de unos policías junto a una sábana empapada en sangre que tapa el cuerpo el marero. Desgarrador. Sobre todo porque no hay trampa ni cartón. El horror que presenciamos es la vida de estas personas. Una cotidianeidad caracterizada por el horror y la muerte. Y es que, como dice uno de los protagonistas, sin muerte no hay mara y sin mara no hay vida.

Por cierto que, en agradecimiento a los servicios prestados, fueron varios miembros de la “Pandilla 18” quienes acabaron con la vida de Christian Poveda.
Eso y que si os interesa, aquí se puede ver:

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